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El beso

La princesa esperaba con impaciencia el beso prometido por su amado; llegó a pensar que así sellaría para siempre lo que suponía amor eterno. Mientras, el príncipe reflexionaba si estaba haciendo lo correcto. ¿Acaso podría olvidar la halitosis que por años acompañaba a la princesa?

 

La poción

El alquimista nunca pensó que su poción pudiera ser exitosa. Había experimentado con cuanto animal conocía; jamás funcionó. El elixir de la vida; la piedra filosofal que le daría la inmortalidad estaba lejos de descubrirla. Cuando decidió probar el decantado líquido, el veneno surtió efecto. Hoy, sus restos son exhibidos tras una vidriera en el Museo Arqueológico de La Azulita.

 

La fuente

Cuando la plaza quedó desolada, el mendigo se dirigió a la fuente. Anhelaba tomar algunas monedas para mitigar el hambre. Al asomarse al agua, vislumbró el destello de un personaje desaliñado con una marcada cicatriz que recorría su cara; en el fondo sólo restos de suciedad. Las monedas habían desaparecido.

 

Suicida II

Atrapado por el ondular de la cuerda, el suicida experimenta un deseo súbito de vivir, mientras con espanto ve caer la silla que le aferra a la vida.

 

Cuerda floja

El público permanece en silencio. La expectación llega hasta límites indescriptibles. El artista avanza con pie firme sobre la cuerda que se desvanece bajo la carpa.

 

Poeta

A Eloi Yagüe

La conoce en un café. Embelesado por su belleza comienza a escribirle poemas. Ella siente que con el halago llega el amor. Él viaja a las tierras desconocidas de la metáfora buscando un ejemplar único que imprima en el corazón amado, sus sentimientos. Ella enamora a su amante con los versos del poeta.

 

Impuntualidad

El defecto más emblemático que la acompañó en vida fue su impuntualidad. Llegaba tarde a todas sus citas. Se le ocurrió morir en Europa. El día de su velorio, el ataúd se extravió en la maraña de vuelos intercontinentales; apareció una semana después de su muerte.