Nace. Brota. Crece. Florece.
Desarrolla. Observa. Esposa.
Conoce. Crea. Manifiesta.
Empieza. Habla. Desconstruye.
Produce.
Apasiona. Aparta. Florece.
Engendra. Vuelve. Reconstruye.
Practica las formas del lenguaje
como revelación
y rebeldía.
Rosario Ferré, desde la práctica literaria, plantea una serie de rupturas frente a los modelos tanto masculinos como femeninos. Tenemos una escritura bifronte desde el lenguaje. En su obra nos encontramos con una serie de actos rebeldes que no buscan encasillarse en los modelos establecidos y que se constituyen en revelación, pues se configuran como alternativas. Nos encontramos con una tercera orilla en la escritura de Ferré. Desde esta perspectiva toda propuesta ferreana está atravesada por el lenguaje, como vehículo de cultura, poder, sociedad, religión, etc.
Rosario Ferré —novelista, poeta, cuentista, ensayista y crítica literaria— promulga una teoría literaria que rechaza los cánones de la crítica literaria femenina de los años 70 y que practica el proselitismo a la vuelta de una perspectiva andrógina, la cual no mide la calidad literaria según el sexo del autor sino según el valor intrínseco del texto dentro del cuerpo literario en general. O sea, tenemos una propuesta bastante particular, puesto que rechaza y propone. Rechaza los estereotipos de literatura y no se cierra a condenar al otro sino por el contrario propone una alternativa de convergencia de seres o lo que he llamado cruce de dominios. Un cruce de dominios que permitan un diálogo y no la censura de carácter homofóbico, un cruce que nos permita desentrañar los errores y las posibilidades de superación. De hecho, este cruce de dominios por medio del lenguaje y el diálogo de ideas no reduce la praxis literaria al género solamente sino a los demás factores que nos hacen partícipes de la sociedad, como la escritura misma. Una propuesta andrógina de ideas y prácticas que han de tener una particularidad, en la utilización del lenguaje. En la utilización y no en el lenguaje mismo. Pues a lo largo de estos semestres nos hemos acercado a una tesis: los silencios de la marginalidad. En ella no estamos diciendo que las palabras sean masculinas o femeninas sino por el contrario que hay unas formas de utilización que nos diferencian en la vida práctica. Pero que en la práctica literaria el artista deberá buscar los intrincados caminos en aras de mostrar esos silencios. De tal manera que nos encontramos ante cuatro estadios en la Ferré: una escritura andrógina de carácter estético; un lenguaje de resistencia de carácter político y lingüístico; un lenguaje sexista en su práctica discursiva de carácter cultural y una escritura de cruce de dominios de carácter Teoría del género y filosófico. O sea, desglosemos este polinomio semántico.
1. Escritura andrógina —estético—
Una escritura que supere las polarizaciones sexistas del legado del 70, pues a pesar de los vejámenes producidos por el sistema patriarcal el problema de género aún tiene manifestaciones bastante retrógradas y/o maquilladas por lo simbólico; en esencia aún la mujer sigue sometida, ultrajada, manipulada, pero la propuesta de Ferré en su escritura es plantear no la acusación y condena sino una superación al modelo establecido, pues se llegan momentos en los cuales la polarización se ha quedado en la condena y la división radical entre masculino y femenino en la escritura; por el contrario Ferré con su praxis andrógina en la escritura busca superar tanto el modelo como la crítica literaria. Modelo y crítica que, una vez planteado inicialmente, vislumbró un camino pero que en el desarrollo se radicalizaron las orillas y nos encontramos en una franca lid de secos en la literatura. La tesis con la que nos encontramos en la obra de Ferré es que “el secreto de la escritura, como el de la buena cocina, no tiene absolutamente nada que ver con el sexo, sino con la sabiduría con que se combinan los ingredientes...” (Sitio 33).
Entonces, desde esta tesis la cocina de la escritura, como elaboración y escritura tienen sus raíces en la experiencia, en la sabiduría, en la relación con el mundo que no se encuentra en el lenguaje sino en la utilización del mismo. El desconocimiento de esta tesis y la polarización Ferré la plantea en su texto El coloquio de las perras;1 Franca concluye diciendo:
Los personajes masculinos... se encuentran en fin,... tan ausentes de los textos de nuestras escritoras como lo están los personajes femeninos de los textos de nuestros escritores, y lo que leemos... es la dramatización de un rol cultural desgraciadamente todavía demasiado vigente en nuestros países. ...Los personajes masculinos son casi siempre huecos, ausencias vertiginosas alrededor de las cuales se desarrollan los conflictos femeninos (43-44).
En fin, la división en campos enemigos desconoce el espacio de la literatura como espacio universal. En síntesis lo que propone la teoría de género en la escritura de Ferré es el reconocimiento de lo artístico, lo cultural y el sexo y no al contrario, como sucede en Latinoamérica: el sexo y marginalidad de lo cultural y artístico. Desde mi tesis la propuesta de Ferré busca socavar el falso modelo de reconocimiento de la mujer, pues se ha caído en una mentira, ya que se pretende reconocer a los cuatro vientos la condición femenina cuando en el fondo se margina desde lo simbólico la escritura femenina y cuando la crítica utiliza una forma mucho más radical: el silencio y el desconocimiento. Así Ferré invierte la función triádica del sexo-cultural-artístico.
2. Lenguaje de resistencia —político/lingüístico—
Los que dicen: yes my dear,
ésos no son de aquí;
lo que dicen ba’beria,
ésos no son de aquí;
los que dicen: ¡ven, manito!,
ésos no son de aquí;
Los que dicen ¡ay, bendito!
Ésos sí, ésos sí.
Rafael Hernández
El lenguaje es un vehículo que transporta la cultura, entendida como la posibilidad de manifestar una cosmovisión, una forma de ver el mundo y por ende un espacio donde se reflejan las contradicciones sociales, políticas, sexistas. Pero la función del lenguaje se encuentra en otro aspecto y es precisamente manifestar esa identidad cultural, esos espacios y tiempos añorados frente a un presente que somete. Entonces nos encontramos con un lenguaje que pone de manifiesto una cultura con una problemática actual, pero a su vez deja sentada una posición de pertenencia. Veamos esta forma en la obra de Ferré, nos encontramos con un lenguaje que refleja la problemática social del hombre puertorriqueño ante la penetración cultural norteamericana, vemos la crisis del hombre campesino y la forma de marginalidad frente al dinero, la máquina y el poder norteamericano y a su vez también vemos ese lenguaje que sirve de identidad, de un posicionamiento de la cultura boricua, taina, jíbara ante el invasor. De ahí que la identidad de Ferré en su obra es una identificación del hombre puertorriqueño con el lenguaje, un lenguaje popular que traspasa las determinaciones sociales y políticas de un Estado Libre Asociado. Un lenguaje que se acentúa en sus inflexiones, en su aporte lingüístico, en su refranero, en su tradición y en la cadencia musical de su práctica. O sea, este lenguaje neutro en lo sexista es lo que nos permite adentrarnos en la cultura de Puerto Rico y entender las contradicciones, las penurias pero también ese espacio de resistencia simbólica: el lenguaje, la bandera, la música, lo popular, la gastronomía, la tierra, la añoranza y remembranza de un lugar de autonomía en la dependencia. Si suena contradictorio, pero tenemos en la obra de Ferré la propuesta frente al lenguaje. Políticamente asociado (dependiente) de los Estados Unidos pero autónomo en su lenguaje, en sus prácticas culturales y tradicionales. De tal manera, que no es gratuito en Maldito amor encontrar toda esta gama de posibilidades de resistencia y autonomía en la dependencia, mediadas a través del lenguaje puertorriqueño, pues si tenemos citas en inglés son escasas y de carácter irónico; el primer capítulo, “Guamaní”, es una exaltación a los valores del hombre puertorriqueño puro de abolengos pseudonobles de español, o una concepción nuyorican mediada por la cultura norteamericana. Es un hombre puro en esencia como su lenguaje y eso es lo que propone Ferré. Una resistencia frente a ese lenguaje foráneo que domina. Pretende un lenguaje de sincretismo cultural del indio taíno, del negro africano y del blanco. Una forma de encuentro pero no de imposición.
En nuestras talas, como en los ingenuos paraísos del aduanero Rousseau, crecían también pródigamente la yautía morada y la dorada, la viequera y la vinola, la belembe y la barbada... con la cual los guamaneños confeccionábamos nuestros famosos buñuelos de viento que se deshacían en la boca, con estallidos de epicúrea risa; el ñame Ñañigo, y el farafanga, el Mussumba y el Tomboctú, manjares de reyes... (pág. 18).
Igualmente, otra posibilidad de manifestar su filosofía en el refrán y el dicho popular, entendidos como un dicho común y sentencioso de uso común, en el cual de manera categórica se deja entrever la gracia, la profundidad y la sabiduría popular. En Ferré, los refranes cumplen tres papeles: primero, la identidad-resistencia del puertorriqueño ante la dominación. Segundo, como estrategia aclaratoria en la narración, como aforismo que prescinde de sus premisas y nos cierra de forma categórica un relato para ejemplificarlo con el refrán y el tercer aspecto como originalidad en el campo paremiológico (ciencia lingüística que se encarga del estudio de los refranes). A manera de ejemplo, tenemos varios refranes que vistos desde estas perspectivas nos engrandecen la lectura:
- No nos vamos a quedar con la carabina de Ambrosio al hombro (pág. 27).
- Todo el oro que cagó el moro y toda la plata que cagó la gata (pág. 28).
- Uno no puede tirar del hilo sin que se le venga encima la madeja entera (pág. 32).
- Toda familia decente, que se aprecie de serlo, guarda, mal que bien, su esqueleto polvoriento en el fondo de la alacena (pág. 36).
- Moro viejo, mal cristiano (pág. 38).
- Sarna con gusto no pica y si pica no mortifica (pág. 50).
- Creen que cagan más arriba del culo y que la mierda les huele a rosas (pág. 72).
- Pan que nunca acababa de testársele a la puerta del horno (pág. 77).
- Nada vale a uno ponerse a dar coses contra el aguijón porque lo único que logra es quedarse rengo (pág. 79).2
3. Lenguaje sexista en su práctica discursiva —cultural—
Desde el polinomio semántico de Ferré vemos que en la práctica discursiva sí existe una clara muestra de un lenguaje sexista en su práctica discursiva, pues el carácter machista se refleja tanto en la vida cotidiana como en la ficción. Veamos que
...desde que Ferré empezó a escribir en 1970, ha querido fomentar la participación de mujeres en el campo literario y siendo escritora, ella misma conoce las dificultades que las escritoras encuentran en el terreno de las casas editoriales, de la crítica literaria, y del gusto del público en general. Cada una representa un obstáculo y todo está exacerbado en Puerto Rico —todavía más en Latinoamérica—, donde el papel social tradicional de la mujer es más rígidamente definido que en otras sociedades del Occidente. Puerto Rico es parte de los Estados Unidos, y aunque las mujeres han logrado llegar a un nivel más alto dentro de la sociedad, su cultura latina sigue dominando las relaciones entre las mujeres y los hombres. Las puertorriqueñas tienen libertad política pero no tienen tanta libertad social y cultural. A través de su revista literaria, Zona de Carga y Descarga, a través de sus ensayos como encontramos en las colecciones Sitio a Eros, El árbol y su sombra y El coloquio de las perras, Ferré declara su propia teoría en relación a la literatura puertorriqueña y también a la literatura masculina y femenina en general...3
Así la propuesta de Ferré se centra en el replanteamiento del significado de los términos, de las palabras y por ende de la instauración de una nueva connotación:
En una entrevista publicada por Miguel Ángel Zapata, Ferré explica el desarrollo de su propia filosofía de la literatura: ella se llama a sí misma “cuentista” en vez de “escritora” porque dice que cuentista tiene solamente una forma para hombres y mujeres mientras que escritora claramente refiere a una mujer. Ferré cree que existe un tratamiento desigual entre escritores y escritoras en el mundo literario en Puerto Rico y en Latinoamérica, y no quiere ser llamada con un referente específicamente femenino4 (Zapata 133-134).
Pero en la ficción encontramos la forma violenta, machista y excluyente del discurso masculino frente al femenino. Es un discurso que en la autora deja entrever ese machismo que perdura en la cosmovisión del hombre y en la obra toma la idea de mantener un status del hombre. Ferré retoma este último aspecto y nos lo deja ver en las referencias animales que hay en la obra, referencias peyorativas a todo aquello que sea femenino o pretenda serlo. Veamos el caso del “halago” y la transformación de la mujer en Julio Font:
- Es más bella que la yegua Piel Canela. “ ‘Aquí no hay más que una ganadora, señores, y Piel Canela lo sabe’, dijo en voz alta para que todos lo oyeran, y, acercándose a donde estaba doña Elvira, le ofreció la cinta...” (pág. 20).
- Pensó que tenía que tener paciencia, porque las yeguas de paso fino tenían siempre temperamento, y esperó varios minutos antes de contestarle a su mujer... (pág. 23).
- Las mujeres hablan cuando las gallinas mean (pág. 25).
- ...Nicolás, marica, aleteando frente a mí como una garza indefensa (pág. 54).
La idea se va deformando en la mente de Julio de tal forma que se nos muestra como un proceso de la imagen de la mujer ante el hombre: yegua hermosa, yegua de paso fino, gallina que habla cuando mean, o sea nunca. Así, yegua, yegua de paso fino y gallina dejan al descubierto el proceso de transformación en la mente del hombre y las tácticas del seductor a partir de la mentira.
4. Una escritura de cruce de dominios —teoría de género y filosofía—
La manera en que las escritoras emplean el lenguaje no es distinta a la de los escritores. La palabra es el ladrillo principal de la construcción de la literatura, y hay solamente un diccionario y solamente un formulario de reglas gramaticales y lingüísticas para todos los escritores. Las palabras escogidas por los escritores pueden ser distintas, pero esta diferencia entre palabras existe también entre una escritora y otra tan fácilmente como una escritora y un escritor.
Finalmente, el polinomio semántico se cierra con esta tesis que he llamado el cruce de dominios. Este cruce de dominios busca hacer una crítica literaria ciega de sexo, pero sensitiva a la escritura y la calidad artística. Una lectura y una reivindicación que esté más cercana a lo literario y no a la polarización sexista. O sea lo que se pretende con este cruce es que ambos, tanto masculino y femenino, empiecen a cruzar los territorios determinados por el sexo, que se inviertan los papeles y las formas de narración; que el masculino entre a sondear los espacios y formas de silencio de lo femenino en aras de ampliar su horizonte de expectativa y por ende generar una nueva forma de escribir, una posibilidad de reconocerse y reconocer que hay otras formas discursivas, que al igual que la suya tiene virtudes y defectos, sus polos y sus posibilidades de desarrollo. Ferré desde mi perspectiva es bastante clara en este panorama y juega tanto con el cruce de dominios como con el manejo de las técnicas narrativas. Juega a ponerse en el discurso masculino, a desdoblarse y entrar en la dimensión masculina. Juega a poner los problemas de la sociedad, la cultura, la mujer, la política en el discurso del hombre. Juega a ver el mundo desde el otro dominio. Esta posibilidad de ambos ha de generar que las visiones de la realidad se entrecrucen y que en vez de dos orillas haya una tercera orilla, donde prime lo estético por encima de los modelos hombre vs. mujer y viceversa.
Toda literatura debe ser analizada con base en unas medidas generales y objetivas para poder determinar su belleza estética y su valor intrínseco. De hecho no se deben reducir a la censura y caer, ahora en lo sexual, en el problema que decía José Martí: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea y con tal que él quede de alcalde o le mortifique al rival que le quitó la novia... ya se da por bueno el orden universal...”.
Notas
- El coloquio de Rosario Ferré es una combinación experta de narrativa mimética y diegética que presenta el tema de los embrollos de la literatura femenina latinoamericana y la crítica de esta literatura. A menudo Ferré escribe para amigos o parientes; pues, se dedica El coloquio de las perras a dos amigas suyas y compatriotas del campo de la crítica literaria, Ani Fernández y Jean Franco. Las protagonistas del coloquio ferreano son Fina y Franca y se nota que Ferré une la dedicatoria del ensayo a los nombres de las protagonistas. Fina es el anagrama de la primera letra de Fernández y las letras de su nombre empleados al contrario —i, n, a—; Franca es la forma femenina del apellido de Jean Franco. Los nombres mismos son símbolos de la caracterización de las protagonistas porque Fina se refiere a una perra casta de buena educación y Franca se refiere a su manera de hablar sin impedimento alguno. La inclusión de estos tropos retóricos fomenta más interés en el lector y una segunda lectura del ensayo mismo.
- Para un estudio más detallado véase: How to speak puertorican, de Joseph Deliz Hernández (Corel Corporation, 1998, 1ª edición; San Juan de Puerto Rico); Los que dicen ay bendito, de Rosario Núñez de Ortega e Isabel Delgado de Laborde (Editorial Plaza Mayor, 1999, San Juan de Puerto Rico); Refranes más usados en Puerto Rico, de María Elisa Díaz Rivera (Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998, San Juan de Puerto Rico).
- Hintz, Suszanne. “La palabra, según Rosario Ferré”.
- Ibídem.