Me siento anclado en el pasado
Me siento anclado en el pasado
noto mis ilusiones añejas
y son la luz de mis dichas
que se desvanecen sin remedio.
No quiero aislarme del mundo
mortificarme en mis dudas
ser engullido en las cenagosas
lindes de mis negros pensamientos.
(Quiero vivir). Ser querido
rodearme de armoniosa amistad
sentirme dichoso de amar.
¡Descubrir que no es sólo un sueño!
Realizarme como ser humano
sin lucros ni hipocresías
es cuanto pretendo en esta vida.
¡Qué satisfacción sentirme vivo!
Dejarse caer abrumado por cataratas
Dejarse caer abrumado por cataratas
de contratiempos, no es justicia
para quien ha sembrado su camino
con gotas de esfuerzos e ilusiones,
aguantar firme el temporal
para recoger los frutos cuando el sol aparezca
debe ser la recompensa de quien soporte a la intemperie
los malos vientos, mimando la simiente de su ilusión.
Me quedo con el beso que me dio mi padre
Me quedo con el beso que me dio mi padre,
esa tarde, en el primer cumpleaños
de su quinta nieta, en la casa nueva
de mi hermano Juani, ese beso
espontáneo y profundo, cargado de espera,
de desprendido sentimiento de amor,
de notorio y sincero cariño paterno.
Esas muestras de amor son las que me quedan,
las que nutren mis alforjas
en mi tránsito hacia un destino incierto.
Ocho días antes de morir.
Un gran sabio itinerante
Un gran sabio itinerante
comentaba en una de sus innumerables conferencias
“he conocido todos los continentes
una enorme cantidad de países,
un sinfín de edificaciones ejemplares,
personas de todas las razas,
pero nunca conocí el mundo”.
En todos los lugares encontraremos personas
con los mismos sueños, miedos e inquietudes,
con la misma necesidad de paz interior.
Regresar a la suspendida certidumbre
Regresar a la suspendida certidumbre
guarida de densa atmósfera, cauce
de subterráneas latentes amenazas,
sostener el cotidiano permanecer
guiado por estratégicas antorchas
lumbre de los ojos del miedo
bestia acechadora de controladas neuronas,
capitular a recónditos nichos
protegidos por el menguante grosor
de hipotecadas dignidades, aval
de indulgente mansedumbre
hacia colmillos de frío amianto.
Absorber la permanente vitalidad
Absorber la permanente vitalidad
de la trascendencia de lo cotidiano,
del día a día pausado
vivo, armonioso, pero callado
que pasa sin hacer ruido
pero va llenando los posos
de nuestros adentros
de las esencias que nos hacen ser
y sentirnos persona.
Esa circular circunstancia, latente instancia
Sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes
más abajo, más abajo, y el mar picando sus espaldas,
siempre más abajo, hasta saber el peso de la isla.
Virgilio Piñera
Esa circular circunstancia, latente instancia
que exuberante mece sus monótonos atributos
ondulación que no cesa en su rítmico cerco
afirmando cerraduras, devorando presencias.
Oleadas de succionadora claridad sin límites
haces que alumbra el imponente vacío
de ingrávida tristeza que se extiende
hasta donde las sombras se reflejan en las ondas.
Esa alegría de pupilas en lontananza
abona con sus mejores perfumes y colores
la búsqueda de sus contornos jóvenes
aún sin definir hasta saber su peso.
Esa luz que mantiene a sus hijos
desorientados en diáspora confusión
extraviados en la certeza cegadora
resaca que engulle sus dispersas esencias.
El imperceptible deterioro de los días
El imperceptible deterioro de los días
suave puñal seccionador de vida
que líquidamente huye y se derrama
en fugaces percepciones ambarinas,
hálitos plenos de consciencia eterna
de inmortalidad sin límites ni medidas
que se afanan en sublimes grandezas
desde minúsculas y frágiles resonancias,
el declinar pausado de breves potencias
proyecta ansias hacia ánimas celestes
allí de donde proviene el sumo intangible
que da cobertura a la silenciosa existencia
esa que rogamos magnífica y eterna
mientras las fuerzas nos piden descanso.