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Cristina Rodríguez Cabral
Rodríguez Cabral: humillada. Fotografía de archivo de la NCCU.
Maltratos en aeropuerto de Barajas denuncia intelectual uruguaya
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“Estamos en una sociedad racista que buscará cualquier excusa para castigarnos”, denunció la doctora Cristina Rodríguez Cabral, tras recibir maltratos físicos de oficiales de seguridad del aeropuerto español.

La docente uruguaya Cristina Rodríguez Cabral, entre cuyos méritos se encuentra el de ser la primera afrodescendiente uruguaya en recibir un doctorado en filosofía en una universidad estadounidense de alto nivel (Universidad de Missouri-Columbia), denunció los maltratos de que fue objeto el pasado 9 de octubre en el Aeropuerto Internacional de Barajas, en Madrid, cuando se aprestaba a abordar un vuelo en dirección a Estados Unidos, donde reside.

Rodríguez Cabral, profesora de la Universidad Central de Carolina del Norte (NCCU), en Durham, asistió como invitada oficial al 2º Congreso Internacional de Estudios Literarios Afrohispanos, que bajo el lema “África y escrituras periféricas en español” se celebró en Madrid y Alcalá de Henares del 5 al 8 de octubre, organizado por la Universidad de Alcalá (UAH) en colaboración con el Foro Hispanoafricarte-Literaturas y con patrocinio de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (Aecid) y el Ministerio de Ciencia e Innovación de España (MICINN).

Ampliamente reconocida por la calidad de su trabajo creativo y su producción académica, Rodríguez Cabral cuenta con el aval del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos, que recientemente la clasificó como una persona de “habilidades extraordinarias”, en virtud de los cual se le confirió la condición de residente permanente. Su intervención en el congreso versó sobre los escritores de Guinea Ecuatorial y fue muy bien recibida por colegas provenientes de todo el mundo que asistieron al evento, todos ellos especialistas en sus respectivos campos de estudio.

La mañana del 9 de octubre, la doctora Rodríguez Cabral llegó al aeropuerto de Barajas para abordar la nave 109 de Delta Airlines, que la trasladaría a Atlanta, Georgia. Al pasar por la máquina de rayos X de la seguridad del aeropuerto, un guardia uniformado de azul notó que llevaba varias pulseras de oro, y le pidió que se las quitara. Ella explicó que las usaba desde hace veinticinco años, lapso en el cual su cuerpo había cambiado, por lo que ya no podía quitárselas. En este punto el oficial insistió enfáticamente, y Rodríguez Cabral volvió a responder que, muy a su pesar, no podía obedecerlo.

“He pasado con mis pulseras cientos de aduanas en el mundo, sin embargo la aduana española me obligó a intentar quitármelas”, explica Rodríguez Cabral. “Me pusieron un guante de goma y comenzaron a forcejear; lograron sacar una la cual doblaron totalmente; luego me dejaron sentada a un lado de la fila con una caja de guantes para que me quitara las otras. Al no poder hacerlo, un oficial me dobló la mano mientras otro tiraba de la pulsera; la mano se hinchó, me lastimaron, y las pulseras no salieron”.

La docente indicó que posteriormente la hicieron pasar ante otro agente para una revisión general en la que fueron abiertas sus maletas, pese a que éstas ya habían sido revisadas en la máquina de rayos X. “Me chequearon de pies a cabeza, mientras me decían: ‘Esto es lo que te hacen allá, ¿no es cierto?’. No entendí totalmente a dónde se referían, tal vez a Estados Unidos; contesté que nunca habían usado brutalidad contra mí en ninguna aduana”.

Cuando Rodríguez Cabral informó que era profesora de literatura y el propósito profesional de su breve estadía en España, sus declaraciones fueron recibidas con evidente escepticismo, hasta el punto de que fue convocado un oficial de origen ecuatoriano, quien recitó cuatro versos de un poema y le pidió que los identificara, a lo que ella se negó aduciendo que se trataba de abuso de poder.

En ese momento, un colega argentino de la profesora Rodríguez Cabral se acercó para informarle que estaba a punto de perder su vuelo. “Le dije al agente que si perdía el vuelo lo iba a demandar por abuso de poder ante la Embajada de Estados Unidos. Entonces vino otro agente vestido de verde y le ordenó al de uniforme azul que me dejara pasar inmediatamente”, explica la docente.

Un comunicado emitido este 22 de octubre por el Departamento de Idiomas Extranjeros de la NCCU califica el incidente como “altamente cuestionable”, e indica que el mismo “debe ser vigorosamente condenado y apropiadamente denunciado”.

“Una invitada oficial, después de todo, una ciudadana uruguaya y residente legal de Estados Unidos, fue humillada públicamente y hecha víctima de ataques físicos por razones más que insuficientes”, continúa el comunicado, firmado por el profesor asociado Horacio Xaubet. “No es exagerado caracterizar este desafortunado incidente como una evidencia de racismo y discriminación que no se puede tolerar bajo ninguna circunstancia, y que no puede consentirse bajo nociones simplistas de seguridad nacional”.

“Estuve 3 días con la mano hinchada con una venda, tomando calmantes, y sin poder escribir o hacer cualquier otra cosa con la mano derecha”, se queja la doctora Rodríguez Cabral. “Varias mujeres estábamos en el grupo, varios latinoamericanos también, pero yo era la única persona negra y eso fue lo que me distinguió del grupo”.

“No importa nuestro estatus migratorio, quiénes seamos o en qué forma participemos en la sociedad, lo que importa es que somos negros y por lo tanto debemos soportar cualquier desmán de un blanco uniformado. Este no fue el único incidente racista vivido en Madrid, pero fue el mayor. La realidad es que estamos en una sociedad racista que buscará cualquier excusa para castigarnos”, concluye la docente.

Fuentes: NCCU • Dra. Rodríguez Cabral