Escasez
No hay hojas
no hay líneas
el sonido se raciona
tampoco tintas
ni pasos
no hay olores de tu voz
mucho menos agua, luz
el tiempo fue saqueado
y las migas del tic tac invaden la ciudad
tan sólo una escoba, a lo lejos
y también la acera inútil
ésta que aún respira el becuadro de tus horas
Alfabeto
Una mirada camina ubicando el nombre de las calles caraqueñas. Camina
y piensa que deberían obedecer el alfabeto
Llegar a la letra D
y sembrar un puente
que permita transitarte
Insomnio
Llovizna y el café aún en pijama
aparece la guitarra y mis dedos susurran
al costado
te susurran
se desbordan las líneas
los minutos que intuyen
un acorde
un aroma
una pausa
y el plural que nos acecha
(esta noche)
nos acecha
Cáliz
Transitaba por calles azules y nunca lo supo. En su bolso el reloj sonreía junto a las medias blancas que quiso utilizar. Se aproximaba un aguacero en la mesa de su vientre pero el paraguas destrozaba la carne, la bilis, la blasfemia lánguida que coloreaba los rincones del mantel.
Fingió ser cáliz con trozos de uñas derramadas. Cantó amaneceres con nueve cuerdas. Se bañó con jabones de arcilla, de ácido, de óxido, y de todas las trisílabas huérfanas.
Y una tarde desapareció entre las sábanas.
Y luego
ahora
te vi
Veredicto
Con tanto ruego ecológico y yo escribiendo
Con tanta verborrea y yo hablando
Con tantos olvidos y yo borrando
Culpable soy
Ofrezco entonces mis pulgares
mis lenguas
mis memorias
a ver si entre tanta cerca
recibo el indulto del silencio