Con Trece rosas rojas, Carlos Fonseca nos muestra uno de los episodios más tristes a la vez que injustos de la guerra civil acaecida en España de 1936 a 1939. Como todo conflicto, en él murieron numerosas personas (víctimas inocentes por el mero hecho de pertenecer a uno u otro bando).
Trece chicas, siete de ellas menores de edad, vieron cómo se les arrebataba el bien más preciado del que uno puede disponer: la vida. Fusiladas la madrugada del 5 de agosto de 1939 contra las tapias del cementerio del Este de Madrid por un único delito: ser “rojas”.
Carlos Fonseca nos presenta una novela que fue llevada a la gran pantalla con gran éxito por el director Emilio Martínez Lázaro y que se alzaría en 2008 con cuatro de los catorce premios Goya a los que optaba entregados por la Academia de Cine.
Aunque ya en 1985 el suceso fue investigado por el periodista Jacobo García, fue el escritor Jesús Ferrero quien lo noveló en 2003 (Editorial Siruela) mientras los realizadores Verónica Vigil y José María Almela dirigieron un documental en 2004 sobre los sucesos, Que mi nombre no se borre de la historia, cuyo título es la última frase de una de las condenadas en una carta dirigida a sus familiares.
En ese mismo año apareció el libro Trece rosas rojas, del periodista Carlos Fonseca (Temas de Hoy, 2004), en el que se documentan los sucesos relativos a los intentos de reorganización de las JSU y la captura, encarcelamiento y ejecución de las trece rosas.
Citaré un extracto de la carta que Julia Conesa (una de las trece rosas) dirigió a su madre cuando se acercaba su final:
Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar.
Una carta que Julia concluye pidiendo un último deseo: “Que mi nombre no se borre de la historia”.
Otro homenaje a estas jóvenes es el que Florencio Campo y su compañía “Arrieritos” brindó con su montaje teatral titulado Trece rosas, y que obtuvo el Premio Max de teatro en 2007. Con guión del propio Campo en colaboración con David Picazo, Trece rosas es también un homenaje a todas las víctimas inocentes de la guerra civil y de tantas guerras y tantas situaciones en las que el ser humano es aniquilado sin justificación alguna.
Haciéndome eco de las palabras de Julia (una de las fusiladas), diré para concluir que no debemos permitir que ningún nombre (víctima de cualquier conflicto bélico sin justificación) sea borrado de la historia.