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Poemas

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Paso a las nostalgias

A Eusebio Leal

La Habana en las sombras que asaltan su silencio
arrebatada por sórdidos resortes paladea recuerdos.
Son tantos recovecos y charcos y muros
despiadados que tratan de ocultarla
pero La Habana huye
de las bárbaras oleadas de suspensos.
Yo apenas camino por el Prado y pienso
cuánto aroma y bálsamo lejano
habrá caído en cada una de sus piedras
cuánto dolor escondido cuánta pena
cuánto amor que arropa y calma.
Me acerco al malecón hirviente
destechado y enérgico en sus iras
o quizás tranquilo sumido en el pasado
que desprecia los lazos del olvido
y sigo andando como ese capitán de los juglares
Leal del verbo y de la espada por castillos y puentes
descolgada de la rabia de un tiempo sin piedad
y allí en el parque leo versos
y canto una canción desesperada
una música de dioses y flautistas
que me enciende de paso las nostalgias
y escucho el último suspiro del crepúsculo
las aguas tibias de esa hora
la luna porque ya es de noche
apenas lo descubro y lloro y río
y hasta me asombro cuando La Habana
con la pasión de un bergantín en vuelo
busca el Sol y se defiende.

 

Cuando lo más amargo salpica la razón

Las palabras como puertas
abren alas
silban los sentidos
se acomodan las sombras
y las almohadas
enmudecen.
Observamos la roca solitaria
caverna transgredida
cuando lo más amargo salpica la razón.
Se apresuran los fantasmas
rodean soledades los espacios
como para que enfríe el viento.
Las manos se desplazan
por el camino indetenible de los dedos
que rozan nuestros cuerpos
y se detienen
sin memoria.

 

La noticia

Elizabeth Taylor quirófano en mano desata su fortuna
Un Papa bendijo a un perro imaginario
Una bella dama londinense sobrevive a su ignorancia
Cientos de jóvenes se lanzan al abismo
por falta de amor.

 

Todo mi sueño

Huelo a hierba acabada de cortar
a casa humeante después de medianoche
a sonidos tactos y frutales
los álamos aún lloran por tu ausencia
te esperan en el camino de los silencios
nadie expía mi lecho nadie se atreverá
a detener al alba todo está perfectamente soñado
para que la lluvia y el viento regresen de pie
a mi almohada y marchen con la mañana
debajo del brazo a recoger las estrellas
que me estuviste lanzando toda la noche.

 

Haití duele sobre el Caribe inmenso

¿En qué manos se enmudece tu aurora?
Tu sangre viene fluyendo por laderas de siglos con la impaciencia de una mueca trazada por el gélido hastío.
¿Dónde está tu fortuna Haití nuestro tú que fuiste el primero en levantarte erguido cuando aún no sonaba el alarido de los bronces?
Y ahora el fragor de la dolencia asusta cuando nunca supieron sanar
tus llagas y cicatrizar las heridas.
Haití esclavizado por poderosos aludes de frenéticas turbas con disfraces de monjas y fantasmas.
Mantas de fuegos y derrumbes que nunca pudieron engañarnos.
Aquí estoy. La palabra se hincha cuando el viento despiadado asoma
por la ventana entreabierta de este renacer bravío.
Aquí estoy. El rugido que atesoro avanza desde mi tierra fértil y penetra
en el lodo de los intrépidos culpables.
Aquí estoy para decirte que el día va a llegar y que la vida despertará
de ensueños. Esculpirá en tu seno la más hermosa huella sin que siquiera
lo imagines ahora que caminas sin saber hacia dónde cabizbajo
de sombras. Sobre los muertos renacerá la flor y desde sus más íntimos pétalos se alzará tu gloria recorrerá los cielos por ríos y cordilleras traspasará océanos de cálices eternos.
No hay presagio más firme que la verdad más pura.
Aquí está la palabra, expuesta en la entraña misma de tu propia leyenda.
¡Aquí está la palabra y tu flor y tu sangre!