Entrevistas
Kirmen Uribe
No quiero hacer una novela que no sea novela

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Kirmen Uribe

“Intento hacer novelas introduciendo los cambios que ahora mismo se dan en la sociedad y tratando de responder a las preguntas que se hacen los escritores”, sostiene Kirmen Uribe (Ondarroa, Vizcaya, 1970).

“Con Bilbao-New York-Bilbao se trataba de escribir una novela de una manera diferente, incorporando todas las nuevas tendencias que estamos ahora conociendo, sobre todo por Internet, e intentando responder a las preguntas ¿qué es literatura?, ¿cómo escribir en el siglo XXI?”, dice el autor de la obra ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2009 en España.

El narrador y poeta vasco da cuenta de que la literatura va cambiando (“es una línea continua que viene de muchos siglos atrás”), y seguidamente reconoce que él forma parte de esa tradición.

En cuanto a las posibilidades de los experimentos entre los nuevos medios y la literatura, afirma que tiene muy claro que él escribe novelas.

“La experimentación me interesa sólo hasta cierto punto. No quiero romper la baraja, ni hacer cosas que estén fuera de la tradición. No quiero hacer una novela que no sea novela”, enfatiza.

Uribe escribe en euskera mas afirma sentir afinidad con la literatura escrita en castellano, la cual, asegura, forma parte de su formación como persona.

“Una cosa no quita la otra: las tradiciones no están para enfrentarlas sino para establecer un diálogo entre ellas, y la tradición en castellano es la que más cerca tenemos”, afirma.

En Bilbao-New York-Bilbao el autor se vale de la autoficción para presentar una historia que abarca a tres generaciones de una familia. El relato se despliega en el curso de un vuelo entre los aeropuertos de Bilbao y JFK de Nueva York.

Uribe admite que es una novela muy innovadora en su aspecto superficial, pero advierte que el autor trata de recuperar el relato original.

En ese trance no se sabe realmente si lo que se cuenta es verdad o no; así, el lector entra en ese juego y no le importa.

“Me gusta esa relación que se establece entre el escritor y el lector, basada no en que el autor es alguien que está por encima del lector y le cuenta una verdad, sino que el autor está junto al lector y le cuenta una historia”, acota.

 

La ironía y las dudas

El ganador del Premio de la Crítica Española 2003 por el libro de poemas Bitartean heldu eskutik (Mientras tanto dame la mano) refiere que en la novela él aparece como autor porque le interesaba hacerlo de una manera crítica, no como el que lo sabe todo, sino como una imagen algo irónica del mismo.

“Aparezco en la novela, pero estoy un poco contando las cosas; más que protagonista soy el narrador, el que cuenta las historias”.

También en la novela se hacen visibles todas las dudas del escritor, lo que hace mal, y los problemas que tiene a la hora de escribirla. “Eso normalmente no se cuenta. Yo decidí contarlo”.

El autor hace referencia también a la dimensión exploratoria de este trabajo y señala que allí se ven los cambios que experimentó él, como individuo, a lo largo de los cuatro años de su preparación, la manera en que una persona —que al principio de la novela está bastante perdida— al final encuentra sus sitios en el mundo.

“Creo que la novela empieza con muchas dudas, mirando un poco al pasado, y termina con una esperanza y mirando un poco al futuro”, resume.

Su intención era contar la transformación del mundo a lo largo de un siglo, el devenir de tres generaciones. “Pero quería hacerlo a mucha velocidad y que el lector nunca se aburriese. No pretendía engancharlo con una trama sino con el propio estilo”, aclara.

Visto de esa manera, el lector va poco a poco, salta de lugares y de tiempos, de personajes y de historias, y se encuentra con una novela muy plural, con muchas voces y registros.

La novela presenta la oralidad vinculada al mundo de la pesca, pero también a Internet; muestra la evolución de las formas de comunicación hasta alcanzar una visión del mundo de ahora. “Me interesaba el cambio entre la manera de ver el mundo de los pescadores hace cien años y cómo nosotros vemos ahora el mundo”.

Apunta que en verdad allí cuenta cosas muy suyas y dice que se trataba de una apuesta grande: primero por lo que contaba —cosas de su propia familia—, pero luego por cómo lo contaba.

Uribe declara su indudable satisfacción por el resultado y asegura que se trata de una novela muy trabajada, muy elaborada, en cuya construcción ha dado mucho de sí.

 

Algo mágico

Paul Valéry dijo que un poema no se termina, sino que se abandona; Uribe asegura que en el caso de Bilbao-New York-Bilbao el libro al final se cierra solo. “Es como algo mágico: estoy contando cosas y al final el libro me dice que ya se ha acabado”.

El largo proceso no estuvo libre de idas y venidas que el autor resolvía con más escritura. “Lo que siempre hacia era seguir escribiendo, hasta que tuve la intuición de que la novela iba a cuajar”.

Esa persistencia y continuidad —aun escribiendo de cosas diferentes, de temas y asuntos muy diversos— le condujeron hasta el final, entonces “uno se da cuenta de que todo cobra un orden”.

 

Un gran puzzle

Uribe relata que escribe fragmento a fragmento. “La novela está escrita como un gran puzzle, y no es tampoco que este esté escrito ordenadamente: hay capítulos que están escritos no como aparecen en el libro”.

Otro escritor vasco, Fernando Savater, declaró en alguna ocasión que “el 90% de una novela es puro relleno”. Uribe asegura que dejó mucho afuera de Bilbao-New York-Bilbao. “Creo que en esta novela no hay nada que sobre. Todo lo que sobraba lo quité”.

El personaje central de la novela, Liborio Uribe, corresponde a un retrato del abuelo paterno del autor. “Era un personaje mucho más novelesco que mi otro abuelo, quien era una persona —digamos— mucho más integra, en sus actitudes, en su ideología, etc.”.

El abuelo paterno “tenía sus luces y sus sombras. Al final, eso a un novelista es lo que le interesa de las personas: que no sean personajes planos sino que tengan muchos lados”.

El autor incide en la recuperación de la verosimilitud en la actividad creadora y asegura que no es una cuestión personal o individual sino que se está dando en el cine y la literatura; no tiene que ver con el realismo, que es otra cosa.

“La cuestión es recuperar la confianza del lector; escribir de una manera que él se sienta involucrado; que complete la novela; que entienda a los personajes; que no le parezcan personajes de cartón piedra, que él note que son muy reales”.