Te vas de puntillas sobre el viento,
una tarde de mayo, cuando esperaba
danzar en tus labios, mi sonrisa.
***
Si me das ese abrigo, que no sea de lágrima.
No soporto ver el corazón tan puro. Ni los nombres encendidos
En tu tronco
Amargo. ¡Qué amargo es tu cuerpo! Pero ¡cuánto apetece verlo
para entender que todo lo viví!
Bajo tu sombra me guardo del presente, este hoy ácido, salado,
Como el mar que me dejó al decirme adiós.
Y en la noche, cuando duermen mis vecinos, tú arramblas mi ventana.
Para reventar tus hojas en mis pensamientos
y esparcir por mi mente el remordimiento verde que cubre tu tronco con un corazón.
Acepta, maldito árbol, que perdí.
Acepta.
Y que me barra el agua de este abrigo tuyo que me ofreces,
Por dentro me ahogo. Y lo sabes...
***
No sé si apreté con fuerza las pestañas.
Si se arañó mi frente o se asfixiaron mis mejillas.
Te vi. Pero con el alma, como las almas del filósofo, como la blancura.
Entonces me dijiste: ¡Encuéntrame!
***
Y tu voz sabía
A manantial, porque sed tenía de ti.
A la miga de pan caliente recién horneado,
Porque hambre de ti tenía también, y así sentía tu voz.
En mi oído, en mi garganta, en lo que yo sea, si soy algo.
Y quería retirarla para que no se tatuara a mi piel. ¡Que bastantes rasguños lleva!
Pero no le diste importancia y hablabas caramelos de fresa.
Y yo recordaba mi infancia en el gusto de tu boca. Y me supe segura.
Y entonces empezó a abrirse esta inmensa cicatriz otra vez.
Pero yo no me daba cuenta.
***
Mi voz duerme sobre tus silencios
amenazada de llanto.
Cruzamos antaño umbrales,
zanjas, laberintos, acantilados,
y tierra y mar y sueño.
Mi voz no se despierta porque teme
que tu vacío la deje sola.
Caminamos las dichas y las sonrisas;
los besos y las caricias y también los abrazos.
Esperaba mi voz ser eco,
pero la tuya se ha callado
cuando una noche sin luna
tatareaba en tu pecho
una habanera.
***
Ya no sé si te soñé. Si me lo he inventado todo.
Si besaste mi vientre derramando vida.
Tal vez esa vida se quedó en el mar cuando tú te marchaste.
Me tumbo bajo la acacia y dejo que el sonido de sus ramas
Me recuerde...
A veces una nube ha dibujado tu rostro.
A veces el cielo entero se ha reído:
Una carcajada para despedir tu amor...
Pero MI AMOR te quería.
Eso, que lo sepas.