Artículos y reportajes
“El clon de Borges”, de Campo Ricardo Burgos López
El clon de Borges
Campo Ricardo Burgos López
Bogotá, diciembre de 2010
Edición de autor
124 páginas
ISBN: 978958447703-3
El clon de Borges (crónica —¿clónica?— borgesiana)

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En la dedicatoria personal del libro sobre el cual me refiero en esta breve reseña, su autor, el inquieto escritor y profesor Campo Ricardo Burgos López, dice que por fortuna o por desdicha me gusta este tipo de literatura. Debo aclarar que por fortuna, sobre todo cuando se trata de una lectura agradable e inteligente.

Al profesor Burgos, a quien en confianza suelo llamar Ricardo, tengo la fortuna de conocerlo desde los felices días de estudiantes en la Universidad Nacional de Colombia, cuando coincidimos en un taller de guión cinematográfico dictado por el maestro Carlos Duplat, a quien a propósito están en mora de reconocerle no sólo su trabajo como director de cine y televisión, su labor pedagógica o al menos haber sido actor de reparto junto a Robert de Niro y Jeremy Irons. En aquel espacio académico, compartimos con otras interesantes inteligencias, jugando a ser guionistas, pero aprendiendo el amor por la literatura, el cine, la fantasía y la ciencia-ficción.

Han pasado algunos años y los estudiantes de antaño nos hemos revestido con las etiquetas formales del presente, así como construido nuestras historias individuales. Ricardo Burgos es, a pesar de su relativa juventud, un docente y escritor consagrado, con varios premios nacionales y reconocimientos de otras latitudes. El sucesor indiscutible de René Rebetez y Antonio Mora Vélez en el género de la especulación científica, así como de la literatura fantástica. En esta ocasión, unos pocos afortunados hemos gozado con la lectura de El clon de Borges, breve novela de reciente edición, cuyo argumento tiene la ventaja de resumirse en su título, que parodiando otra memorable denominación podría entenderse como las tribulaciones del clon de un escritor argentino en una apacible villa colombiana.

Campo Ricardo Burgos López
Campo Ricardo Burgos López.

El experimento científico de clonar a Borges trasciende las ciento veinticuatro páginas escritas en Bogotá. Realmente el clon es Ricardo Burgos en varios planos. Burgos es el clon del profesor universitario que escapa de su cómoda pero aburrida rutina para darse una vuelta a la aventura. De igual forma, Burgos es el clon de un escritor que es especialista en Borges (autor que estoy seguro le robó a sus estudios de sicología, muchas horas de lectura), así como en la literatura fantástica (en donde insiste —a pesar de mis reclamos— en incluir a la ciencia-ficción), es también clon de otro gran escritor colombiano desaparecido, el magnífico Germán Espinosa, que para muchos sigue siendo el secreto mejor guardado de nuestra literatura.

El clon de Borges se me antoja un libro en el mejor estilo de los relatos fantásticos de Espinosa, como el legendario relato de “La noche de la Trapa”, hasta aquella deliciosa novelita titulada Rubén Darío y la sacerdotisa de Amón. Hablando de clones, ¿han notado la extraña semejanza de las palabras Borges, Burgos, Bogotá, bonaerenses, burgueses? En fin, cosas de las “clonerías” literarias.

Debo decir que la novela fue destacada en el Premio UPC de Ciencia Ficción, prestigioso concurso organizado por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) de Barcelona en el año 2010. Hace rato Ricardo Burgos hace méritos para la difusión de su obra, tanto poética como en prosa.

El libro aparece en una edición personal del profesor Burgos, pero ojalá alguna editorial se interesara en publicarlo para beneficio del público en general, porque de lo contrario, los que piensan que la ciencia-ficción colombiana no es más que un círculo cerrado en donde terminamos alabándonos entre nosotros los pequeños grandes logros, no les faltará razón.

Al final, hay algo que parece reproducir la ficción, así como en la trama de la novela hay pocos lectores que se benefician de las obras del clon de Borges, quizás seamos pocos los que disfrutemos de la obra del profesor Burgos que, como en la última página de su libro, siempre está dispuesto a sorprendernos gratamente. Esto para orgullo de la minoría diletante y pesar de la masa ilustrada.