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Márgenes

¿Dónde estará mi vida, la que no fue..?

J. L. Borges

Mi vida tuvo márgenes extrañas,
un malestar en la garganta,
una opresión vacía
al límite de juegos en el barrio.
Borrosos,
mis padres habitaban otros mundos.
Yo los veía muy poco.
            De vez en cuando,
como un rescoldo errante,
una rendija repentina
se entreabría en los brazos de mi madre.

Aquellos personajes —creo—
estamos todos muertos.
Creo.
Tal vez.
A veces, sin embargo,
como un ladrón en sombras, a hurtadillas,
me encuentro preguntando a mis amigos
sobre su infancia, sus familias,
qué hacían en las tardes de domingo,
si festejaban los cumpleaños,
si iban a un club, a los partidos.

Y es una escena fea, vergonzosa,
como si no debiera.

 

Aunque vos no lo sepas

Aunque vos no te enteres
aunque nadie te vea
ni vos misma lo sepas
aunque cambie tu nombre
según cambian mis sueños
estás en la calle
oculta entre gentes
tu mirada me sigue
me mide me observa
vos juzgás sin saberlo
decidís
cómo estoy cómo siento
qué valgo
qué día me espera
testigo secreto
llamado en las sombras
tus señales me ordenan
tu voz me aconseja
aunque vos no lo sepas
ni yo mismo lo entienda
aunque acaso no seas
ni existieras ni fueras
otra cosa que un viejo espejismo en la ruta
un señuelo
una nube
que se aleja se acerca
una deuda un anhelo
un deseo
una huella.

 

Divorcio

De aquellos meses guardo
la sensación confusa de un boquete
la vorágine
de horas enloquecidas
descosidas páginas
de un libro entre ciclones

ella en el descampado
era el grito
           de Munch
frente al vacío

allá lejos
mi hijo
     —un día
alegre bienvenido—
era un perro perdido.

Recién ahora
después de casi un siglo
puedo volver atrás y más tranquilo
por una vez
agradecerle al tiempo
que haya implacablemente
transcurrido.

 

Luz y barro

“La vida es una broma cósmica”.

Osho

Fue trabajoso pero abrí la puerta.
Llegué a mi casa, bien, vivo conmigo
y junto a mis hermanos. Soy testigo
del azul que en mí fluye. Estoy alerta:
jazmines, barro, luz, acepto todo
lo que el río me trae en su corriente.
Ya no espero ni busco. Estoy presente
y gozo de la vida, que es el modo
en que Dios a mis ojos se desnuda.
Mi Tao es el asombro, es el del Buda:
despertar cada día a la existencia
es mi única verdad, mi única ciencia.
Muero a cada momento, a cada hora
renazco, bailo y río, aquí y ahora.

 

Despropuesta

Yo no quisiera conquistarte
ni siquiera entenderte
lo que quiero
es recorrerte
entreverarnos
en remansos torrentes
continuarme encallar
del asombro al suspiro
en tu piel en barrancos
en playones de niebla enrarecernos
entorpecernos en la mañana que no acaba
confundirnos en el aliento el huracán
que desde adentro nos arrastra
hacia el centro del mundo
exhaustos aprendices de la magia del cuerpo
sin opiniones ni ideales
sólo dos cuerpos
luminosos
nuestros.

 

Imagen

“…porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes…”.

M. Benedetti

En los recreos deambulabas
de grupo en grupo por el claustro
de risa en risa
piernas veraniegas
cara fresca
de líneas rectas
claras
honestas.
Un fin de curso
entre diplomas mesas de bar y exámenes
tus pasos en los brindis se disipan
tus piernas
ya no susurran más
te tengo y no
te quiero
—corazón coraza—
en la algazara de los patios
y el día azul de ojos abiertos.
Todo oscurece se dispersa todo
en el terror que llega.
Las plazas y las calles se vacían
—tierras de nadie escuálidas—
el azul vira a negro sangre
las manifestaciones a masacres
hasta que al fin una noticia
dice de vos en un retorno triste:
caíste en algún pozo
chupada
embarazada
con tu chiquito a cuestas y tus padres
deambulan por cuarteles
en la nada
buscándote buscándolos
sin recreos
sin risas
niña
carne
         en un baldío acribillada.

[a Silvia Corazza, in memoriam]

 

Aguafuerte

Eran los años en que papá vivía
—o sea: yo tenía papá, tenía ese fondo
de luz en la neblina
esa mirada ajena y propia, tibia.
Íbamos a veces a su casa
con mis amigos y las chicas
y nos daba café, vino
nos atendía
desde la sombra, en un segundo plano
mientras nosotros
en una ronda conversábamos
y unos días después, como al descuido
me hacía una pregunta o un comentario
¿Qué le pasa a Juancito que está raro?
Ana está triste, muy callada
Eran años en que alguien me pensaba
cuidaba mi camino
con disimulo, desde la penumbra
pero yo lo sabía y en silencio también,
en nuestro código
siempre, siempre, cuando me iba lo abrazaba
y sentía su cuerpo, viudo, transcurrido
los años en sus huesos
su tiempo a mi servicio
sus ojos tras mis pasos.

 

Transparencias

Aquellos días me habitan
vienen a mí sus gestos
sus sorpresas me arrullan
su transparente anhelo
olas de sexo joven
vino alegre, del bueno.

Supe en sus brazos
de la mujer casada
cómo se da y se guarda
entendí cuánto calla
y que su cuerpo sabe de ella misma
lo que razón ignora: cuánto es libre.
Supe que el tres y el dos pueden ir juntos
si el caminante no resbala en cáscaras
y que en dolor y amor vale experiencia
sabernos solos
irremediablemente
pájaros en el viento
en vuelo propio
                         y compañeros
irremediablemente solos
independientes.

Así el mar el amor
nos recomienza
cada abrazo en lo hondo
abre candados
de nuevo inventa
soledad y encuentro.
Más hondo es el abrazo
más golpea
arrasa murallas
abre puertas secretas
redescubre rincones
madrigueras del cuerpo
así una tempestad
amor nos recomienza.