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Poemas

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Tu nombre

En torno al mar clavo tu nombre,
ese que se enreda en un grito mudo con sabor a campana,
aquel que tendía raíces de fuego en nevada sentencia,
el que instalaba su encaje de piel en lontananza.

Bajo las sombras de clavicordios perdidos o espejos,
tu nombre suplica y se evapora,
como nísperos que florecen horas de piedra y perfume,
e insisten en pintar con ladridos de hueso,
el mango del puñal crucificado.

La noche es una mueca clandestina,
una torpe interpretación de una muralla,
un destello opaco de besos,
como si un martes de sal se rompiera,
y regara sus gotas
en la dúplice voracidad de la mañana.

En torno a la lluvia sucumbe tu nombre,
un clavo en el fondo del mar lo encadena.

 

Hoy eres mañana

Hoy eres Enero y escucho
las orillas de tu cuerpo inaugurado;
como espiga o sonrisa clandestina
que encandila tu boca sin rastros de sombra,
me desabotonas el final del día
y espero la copa de tu desnudez primitiva
por la noche

hoy eres ayer que late, mujer travesía
montaña de piel o enredadera
tus hilos condensan mi voz de madera en tu esencia
me enseñas el rumor de tu nombre en plenilunio
y te dejas amar en un abismo o luna
en donde no existe gravedad,
tan solo el mador de tu cuerpo desnudo.

hoy eres hoy, y eres
la gravidez del fuego sin tregua
irascible comunión de tus caderas
que cubre mi cuerpo recién inventado
entre semillas y horizontes y racimos angulares;
eres el follaje de cadenas y gemidos machacados
con sílabas que acechan las aristas encendidas
de tu cuerpo resurrecto en el amor

Hoy eres hoy, eres ayer, eres mañana
y las fronteras de tu cuerpo inventariado
será esta noche conmigo.

 

La tierra y tú

La tierra y tú tienen tanto y son una,
tú con su cabellera de hojas,
ella con tu piel de raíz.

La tierra se inunda con el huracán de tus pechos,
absorbe tus ríos y tiembla tus propios orgasmos azules.
Llueve de humedades tu cuerpo,
para alcanzar el vuelo que gira alrededor de tu cuello,
enjambres de otoño endurecidos,
en el horizontal aleteo de mis labios: tus besos.

Tú te embriagas en el magma interior de sus volcanes,
y erupciona tu piel, tus ojos, tus rodillas.
La tierra se impregna del dulce resuello
emanado por el bosque de tus dedos,
y tú, junto a las nubes, los poemas, los insectos,
ingresas de a dos, en el arca dulce de mi pecho: mi abrazo.

La tierra y tú sienten todo y son muchas,
ella en el umbral de tu mañana,
tú en su rama de esperanza recién plantada...

 

Intentos

El poeta sustenta las horas
con huracanes humedecidos en violines,
llueve el musgo de lunas negrísimas
sobre el caparazón alado de las arañas.

tienta a los años a rejuvenecer
y muestra,
su tangible verdor de luciérnaga.

convive en silencio con el fuego salobre
de los andamios descosidos de tus ojos,
revive las costras del recuerdo apolillado
fugaz ebriedad de las cenizas.

el poeta inventa muertos y niños
charcos, crepúsculos, silencios,
amaneceres desnudos,
puestas de sol en estampida,
y todo lo que el muro de su imaginación
así lo permita y justifique.

sonríe con un halo calcinado
preso de antiguos rocíos,
busca en la noche baldía
su oficio de alfiler.

el poeta conjura su mundo de azafrán
hiedra precisa y redonda,
crucifica las manos del viento,
para comer con los dedos
los residuos plenos
de tu corazón...

 

Musa

Con tus manos de tierra y anillos,
buscas tocar los hilos que tejen las edades y los ríos,
tus ramas tiñen de las letras mayúsculas mis versos,
insisto en pintarte un atardecer en la miel de tu cintura,
y vuelco mis urgencias en tus sábanas secretas.

En el guiño de tus ojos amanezco,
y busco la latitud urgente de tus labios,
savia mineral o piel,
que intuye la húmeda verticalidad de la caricia.
Mi piel, ávida poesía en llamas,
arroja el silencio que decapita tus palabras.

Me emborracha de inspiración tu cabello,
y respiro el aire en reposo que exhala tu piel desnuda.
Vivo lleno de lluvia sólida o camino,
aquel que recorre tu espalda, tu humo, tu guitarra.
Destilas la gota precisa,
rocío nocturno que palpita tu nombre o distancia.

Son tus ojos de miel que me leen,
y plantas la húmeda proporción de una lágrima,
cuando te das cuenta,
de que lo que escribo, lo hago... por ti.

 

Te imagino

Hoy desperté con tu sílaba pegada a mi garganta,
y reconozco que puedo ser poeta o trozo de sal por ti.
Degusto tus acordes de manzana,
hasta saciar mi frente que piensa tu corazón.

Te imagino silente y descalza,
bebiendo de mi copa de polen errante,
abrazando mi torso desnudo luego de hacer el amor.
Te imagino día que no duerme,
otoño desbocado,
aguacero que llueve poesía y me moja sin más,
abrazando tus pechos transeúntes.

Puedo imaginarme que tu imaginación me imagina,
corriendo y proclamando tu cabello,
insistiendo en ser insomnio
o ventana que resucita la miel de tus ojos.
Te imagino copiando el silencio de tu beso,
y plantarlo en mis manos, en mis hojas, en mi camino.

Hoy desperté con tus labios hundidos en los míos,
y te declaro culpable
de completar mi sueño cada mañana...