Entrevistas
Ángel Esteban
Ángel Esteban: “La cocina de la escritura es uno de los temas más apasionantes con los que me he enfrentado en mi vida”.
De Gabo a Mario
Cuando los lectores participan de la fiesta del Boom latinoamericano

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“Todo se gestó a principios de los sesenta y comenzó a tener una realidad visible, patente y arrolladora a partir de 1967, con la publicación de Cien años de soledad, del poeta, y la concesión del Premio Rómulo Gallegos, por La casa verde, al arquitecto”, informan de entrada Ángel Esteban y Ana Gallego, coautores de De Gabo a Mario: El Boom latinoamericano a través de sus premios Nobel.

El volumen —cuyo título original es De Gabo a Mario: la estirpe del Boom— publicado ahora en Estados Unidos con un Final “nobelesco”, presenta, junto a un excepcional material documental, el relato del surgimiento, la consolidación y el fin de la amistad entre Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

“La pregunta inicial fue por qué y cómo terminó bruscamente una amistad que durante una década fue tan intensa, hasta el punto de vivir en el mismo país, en la misma ciudad y en la misma manzana”, anota Ángel Esteban (Zaragoza, España, 1963).

Quien recorre las páginas del libro se percata del influjo de la efervescente revolución cubana (también se asoma a sus intríngulis) sobre los jóvenes intelectuales latinoamericanos de los ‘60s, recorre la Barcelona europea y literaria, cuyo resplandor neutraliza la turbidez del franquismo, y se codea con Carlos Barral y Carmen Balcells, la Mamá Grande.

Por ese universo circulan Julio Cortázar, Carlos Fuentes y José Donoso, y por supuesto “Gabo y Mario, los fundadores de la estirpe del boom: José Arcadio y Úrsula, Lennon y McCartney, Zipi y Zape, el turco y el indio, el poeta y el arquitecto”.

Los autores también manejaron la idea de que, en virtud de esa amistad —no sólo entre García Márquez y Vargas Llosa, sino entre los demás escritores participantes del boom—, el fenómeno mediático y la consideración de un proceso continental, de grupo, pudo llevarse a cabo.

 

Comprensión del fenómeno

“A ello había que añadir nuestra propia fascinación por la obra de los dos protagonistas principales y el conocimiento de que en los archivos de la Universidad de Princeton había muchos manuscritos de todos los del boom que podrían aportar nuevas luces a la comprensión del fenómeno”, dice Esteban, profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Granada, España.

Esteban admite que esa fascinación hizo “imposible” mantener una distancia ante las obras y personalidades de los escritores objeto de la indagación, hecho que en algunos pasajes del libro resulta notorio.

“No sé si mantener la distancia es bueno para un libro como este, en el que se trata no sólo de narrar una serie de hechos y comentar ciertos problemas literarios, sino también de conmover al lector y hacerlo partícipe de la fiesta del boom. Es decir, el libro, siendo un ensayo, pretende colarse por las rendijas del pacto que establece la ficción entre autor y lector”, comenta.

Esteban afirma que entre los coautores de De Gabo a Mario nunca hubo una disparidad de criterios. “Coincidimos básicamente en el concepto del boom y en las opiniones que expresamos sobre sus miembros y sobre los procesos históricos en los que se vieron envueltos, como la revolución cubana o el desembarco de los latinoamericanos en el mercado español de los setenta, y la diferencia de calidad, en aquella época, entre los autores españoles y latinoamericanos”, indica.

El volumen incluye una gran masa de datos y textos de los escritores y acerca de ellos (cartas, manuscritos, testimonios personales y declaraciones) y una buena parte de esa documentación se conserva en la sala Rare Books de la Firestone Library de la Universidad de Princeton.

“Aproveché un otoño que tuve clase en una universidad cercana para ir un día cada semana y copiar con mi computadora esos documentos. Es el sistema habitual para hacerlo, ya que el servicio de fotocopias es muy restringido, para que los papeles no se dañen”, relata Esteban, profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Granada.

El laborioso cotejo de documentos duró tres meses. “Saqué uno por uno todos los folders de cada uno de los autores, y examiné todos los materiales que allí había: cartas, borradores de novelas y ensayos, cuadernos de trabajo, postales, telegramas, fotografías, etc.”, apunta.

Los autores privilegiaron la información más apta para ofrecer datos nuevos sobre el boom. “Hemos evitado aquellos otros en los que el excesivo coloquialismo o lo desagradable de ciertos desencuentros, pudieran empañar la imagen de algunos de los autores”.

Esteban precisa que hay anécdotas que no son relevantes para conocer cómo es un autor, porque acontecen en un momento determinado en el que cualquier persona puede reaccionar como un villano. “Si se publican dentro de un capítulo en el que pudieran aparecer como relevantes, en lugar de constituir un paso en falso prescindible, puede dañarse injustamente la personalidad humana y literaria de un escritor”, acota.

A manera de ejemplo se refiere a algo que ha sido publicado, pero al ser citado después por un periodista se ha dado una imagen distorsionada del autor de Cien años de soledad.

“Es cierto que en el libro hacemos referencia a un comentario de García Márquez sobre sus dudas acerca de que una mujer pueda ser verdaderamente una intelectual. Pero hay que citarlo en un contexto ligero, propio de una tertulia entre amigos, donde esos juicios no tienen ninguna importancia, entre otras cosas porque se dicen en presencia de las esposas de todos ellos, para provocar una reacción de ellas, también en tono ligero y sin mala intención, sobre el machismo de los artistas”, explica.

Lo que no se puede hacer es colocar esa frase como si fuera uno de los argumentos más trascendentales del libro y una de las actitudes básicas del pensamiento del Nobel colombiano, sentencia Esteban quien también se desempeña como docente en las universidades Montclair State y de Delaware.

 

“De Gabo a Mario: El Boom latinoamericano a través de sus premios Nobel”, de Ángel Esteban y Ana GallegoPuesta en valor

Un aspecto sobresaliente en el libro es la puesta en valor de ese suculento bagaje documental, su contextualización, un logro que los autores consiguieron mediante una exhaustiva consulta de la masiva bibliografía disponible sobre Vargas Llosa y García Márquez.

“Leímos todas las biografías, cotejamos datos con algunos de los protagonistas todavía vivos y con personalidades de su entorno, acudimos a revistas y diarios que pudieran explicar el contexto en el que ese documento fue escrito y enviado a otro escritor, etc.”, refiere.

Esteban hace la analogía de este puntilloso trabajo con una investigación policiaca. “Te encuentras una carta de uno de ellos fechada tal día de tal año haciendo referencia a un encuentro, a otro personaje o a un hecho concreto (la invasión de Checoslovaquia, por ejemplo, en el 68, o la muerte de Neruda en el 73, o la concesión del Nobel a Gabo en el 82), y ves que hay muchas cosas que se dicen de las cuales tú desconoces las referencias, porque ellos las están viviendo y las están sobreentendiendo”.

Y entonces “debes buscarte la vida para averiguar todos los contextos y explicarlos, para que el documento se entienda totalmente”, anota.

La música siempre ha estado presente en la vida y la obra de los dos premios Nobel. De hecho en Los cachorros hay referencias a Dámaso Pérez Prado y el mambo. El Nobel colombiano, por su parte, explicitó en algún momento su preferencia por los Rolling Stones, y se sabe de su ecléctico gusto que va de Bela Bartok al vallenato.

Esteban y Gallego echan mano a temas de Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina o Silvio Rodríguez para amalgamar el material. “La idea surgió, precisamente, porque éramos conscientes de que esa técnica aporta frescura, adelgaza la densidad de lo académico”, dice.

Esteban incide en que además es como el canto de la sirena: quien conoce la canción se siente motivado a seguir leyendo, dado que el deber principal del escritor es interesar al lector, casi más importante que documentarlo.

“Eso lo aprendí de Gabo. Decía en una entrevista que el narrador, cuando comienza un cuento o una novela, tiene que agarrar por la solapa desde la primera línea al lector, zarandearlo violentamente, y no soltarlo hasta que pone el punto final”.

La irresistible imposición del ordenador ha cancelado de hecho la posibilidad de cotejar y consultar las notas al margen, las anotaciones, los comentarios, los juicios y las correcciones de puño y letra, toda esa materia prima que nutre este libro.

En cuanto al tránsito de la máquina de escribir al ordenador experimentada en su momento tanto por García Márquez como por Vargas Llosa, Esteban imagina que no se han sucedido grandes diferencias en cuanto al proceso o al resultado.

“Los únicos perjudicados con ese paso somos los críticos y biógrafos, no los narradores, quienes cuentan con más facilidades para escribir y corregir”, indica.

 

La cocina de la escritura

Esteban expresa su decepción ante el hecho verificable de que nunca más un genio de la literatura podrá ser diseccionado tan prolijamente como lo han sido todos los escritores de todos los tiempos hasta los años noventa del siglo XX d.C.

“Se acabaron los manuscritos, se acabaron los borrones. Nunca sabremos cómo Saramago corregía sus novelas, porque lo hacía con ordenador, y no quedan rastros. Para un filólogo es un desastre, como quien pudiera borrar el ADN de la definición de un ser humano. La cocina de la escritura es uno de los temas más apasionantes con los que me he enfrentado en mi vida”.

De hecho, en 2002 Esteban publicó Cuando llegan las musas, un ensayo sobre la inspiración y el trabajo cotidiano en 16 escritores contemporáneos, entre los que figuran Rafael Alberti, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Miguel Delibes, Jorge Edwards, Pablo Neruda, José Saramago, Carmen Martín Gaite, Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Por supuesto que también están García Márquez y Vargas Llosa.

“A la mayoría los entrevisté, y sus vidas me parecieron tan apasionantes como sus obras. Es como ver a Ferrán Adriá con la sartén por el mango haciendo un guiso espectacular”, concluye.

A juicio de algunos críticos, La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo le valen ya a Vargas Llosa por toda una obra incomparable, aunque ninguna de sus obras posteriores supere tan alta valla impuesta por el propio escritor peruano.

Esteban considera que esas cuatro obras justifican, cada una de ellas, un premio Nobel. “Si Mario hubiera dejado de escribir en 1981, su estatura literaria no sería menor. Sus obras posteriores no han llegado a ese nivel, excepto dos, a mi juicio: La fiesta del Chivo y Travesuras de la niña mala, cada una de ellas por razones muy diferentes”.

No obstante sostiene que “por lo referente a las obras menos excelentes de Mario, ya me hubiera gustado a mí escribir un par de ellas. A mí y a la mayoría de los narradores de éxito actuales. Algo parecido dijo Javier Cercas, por ejemplo, en su primera reflexión sobre la concesión del Nobel a Mario. Y Cercas es, hoy por hoy, uno de los mejores, si no el mejor, de su generación, que es la mía”, puntualiza.

En cuanto última novela publicada por el más reciente Nobel de Literatura, El sueño del celta, Esteban estima que es una apuesta más de Vargas Llosa por el compromiso. “Sin ser de sus mejores obras, se nota el oficio de un escritor profesional que se las sabe todas, y culmina con éxito un trabajo mucho más que digno”, dice.

Es como los goles que está metiendo el ex ídolo madridista Raúl en el Schalke 04 de Alemania: ya no es el que era, pero la genialidad no entiende de edades, matiza Esteban.

Una pregunta se impone: ¿Puede un escritor mantener un parejo nivel de excelencia durante toda una extensa trayectoria?

“Es imposible. A no ser que se llame Juan Rulfo y su trayectoria se limite a dos ‘prolíficos’ libros cortos, publicados con dos años de diferencia, y su actitud sea: Ya he dicho todo lo que tenía que decir; a partir de ahora todo es repetición o boutade”, señala.

“Gabo y Mario eran amigos desde 1967. Luego, sus diversos caminos políticos e ideológicos los fueron distanciando en intereses, pero no en amistad”.

Ese status de esa relación mudó dramáticamente el 12 de febrero de 1976 en México cuando el autor de Conversación en La Catedral estrelló uno de sus puños contra el rostro del hijo predilecto de Aracataca.

El hecho que propició el pase de Vargas Llosa a la vía de los hechos no fue un asunto literario. Es todo lo que se sabe con certeza acerca de la pugilística clausura de una amistad legendaria. Fin de la historia.

 

Final “nobelesco”

En 1982 la Academia Sueca concedió el Premio Nobel de Literatura a García Márquez. En 2010 le tocó el turno a Vargas Llosa. ¿Cuentas iguales?

“El Nobel no iguala a nadie. Camilo José Cela seguirá siendo un escritor de segunda fila, como Jacinto Benavente, y Vicente Aleixandre nunca le llegará a García Lorca a la suela del zapato. Y Borges seguirá siendo, por muchos siglos, el escritor más importante de la lengua española, junto con Cervantes”, aclara.

A lo largo de las más de cuatro décadas transcurridas desde el inicio del boom no han faltado los intentos “parricidas” de escritores jóvenes entre los cuales figuran los nucleados en la antología McOndo o los mexicanos incluidos en la Generación del Crack.

Al respecto, Esteban no detecta un punto de comparación, de momento no. “No hay uno como ellos. Al menos vista la obra escrita hasta el momento de los jóvenes”, dice.

“¿Quién sabe si dentro de 50 años hay perspectiva para decir que un Roberto Bolaño, un Edmundo Paz Soldán, o un Leonardo Padura han llegado a su estatura literaria?”, apunta. “Desde luego, Bolaño pasará a la historia, más en el entorno del borgianismo que en el del boom. Pero pasará a la historia, eso seguro”, pronostica.