De medianoche en adelante
llegas con media hora de retraso
y vienes con unos zapatos rojos
y un vestido negrísimo
de tejido fino y elástico
que deja asomar un escote generoso
salpicado por mechones de pelo
que parecen tener vida propia
Nada más
No pintura de labios
No maquillaje
No bolso
No medias
y sin embargo
moviéndote como un insecto
señoreas en la noche
y me ofreces tu mano
como si fuera un premio
para cabalgar juntos
hacia la risa perfecta
Magia
y ahora, ¿qué?
has desaparecido
tan de repente
que me he quedado
como este poema:
inacabado
El arte de la percepción
Observo mis manos
las he mirado tanto
que ya no parecen mías
Comienzan a irradiar energía
y su resplandor se vuelve irresistible
ahora son luminiscentes y prosperan
hasta formar un espejo
de plata líquida,
como el tiempo y tus ojos:
líquidos
El brillo sigue creciendo
posee una extraña atracción
que no busco comprender
y me absorbe
Me traslada a través de
túneles hambrientos
Conductos vertiginosos
sin confines
En ellos no tengo control
y me dejo llevar
lentamente
y me dejo caer
sobre tu cuerpo
translúcido
con forma de esfinge
Viene y va
como un fantasma
regado de llamas
por tus ojos de nagual
Ventanas sibilinas
a otros mundos
Mi percepción no tiene medida
ni límites
Insomnio
son las cuatro de la mañana
(tal vez las cinco)
en alguna parte
oigo mi alma gotear
sobre el papel:
gloc
gloc
gloc
y mientras la ciudad agoniza
los pájaros se encienden
y silban, agitados
su dócil sinfonía
que se cuela en mi cabeza
y entonces
dejo de pensar
y tengo
la extraña sensación
de que el mundo se ha parado
en un instante
de lucidez absoluta
Haikús dispersos
Lluvia asesina
En el techo solar
Besos violentos
Luna pinchada
En la pequeña antena
Mi piruleta
Cambia el papel
Ahora soy Pinocho
Antes fui Cyrano
Se oye una espera
Las musas no me besan
Cierran su boca
Ruidos en sueños
Pigmalión cincelando
Tus largas piernas