Entrevistas
Mercedes VigilMercedes Vigil la emprende contra todo
Mecha encendida

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“Nadie se ha preguntado cómo es que se elige a la gente que está sentada en la Academia Nacional de Letras”.

“Ya no entro más en polémica”, dijo Mercedes Vigil, pero encendió la mecha y la emprendió contra todo el que se le atravesó. Catalogó al escritor Mario Delgado Aparaín de “ñoqui”, que no va a trabajar a la Intendencia de Montevideo, y que nadie sabe qué hace allí, pero que eso no es lo peor. Opinó que el poeta y ensayista Jorge Arbeleche debería ser expulsado de la Academia Nacional de Letras, catalogando como “un acto delictivo” una carta firmada por 44 colegas suyos que pidieron que la Junta Departamental de Montevideo no la nombrara “Ciudadana Ilustre”.

Mercedes Vigil, la exitosa novelista uruguaya, no se guardó nada. En un reportaje realizado por los periodistas Natalia Rodríguez y Alejandro Paz en el programa Espacio de Radio (FM Espacio de Mercedes) en los últimos días de 2010, no se calló nada, enfatizando: “Ninguna de esas personas merece que yo me siente cinco minutos a discutir de literatura”.

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Catalogó como “una infamia” la carta firmada por “44 envidiosos, como se llamaban ellos mismos” que pidieron que la Junta Departamental de Montevideo no la declarara Ciudadana Ilustre. “Un hecho patético”, y que “está probado, mis abogados tienen la documentación, comenzó una serie de acciones de un grupo de estos escritores, y algunos que no estaban en la lista, para tratar de conseguir a alguien que me acusara de plagio. Cosa que sucedió el 12 de agosto” de 2010. “Tuvimos que movernos mucho. Aunque parezca increíble, presentar escritos demostrando que documentos públicos como el ‘Tratado de la Triple Alianza’ o las cartas de determinados personajes históricos que están en el Archivo Mitre no son pasibles de propiedad privada. Todo esto terminó en un juicio por difamación e injurias, contra la historiadora Alicia Fernández de la Biblioteca Nacional”. Terminó “en una retractación que fue firmada en los últimos días del mes de noviembre”, y demostrando, “como no podía ser de otra manera, que los documentos públicos son documentos públicos, y uno no puede salir a reclamar, por ejemplo las ‘Instrucciones del año XIII’, porque es absurdo. Pero esto no fue un error; fue una suerte de conspiración de un grupo de gente para difamarme”.

Enfatizando más adelante: “Nadie en el mundo puede actuar con la suficiente impunidad como para creer que pueden armar una trama contra una ciudadana intachable y salir indemnes. A mí lo que me gustaría es que hubiera un debate de acá en adelante” de “cómo se maneja la cultura en este país. Qué guetos hay”. Porque “es gracioso” ya que “la carta salió de estos 44 ciudadanos” que “no sólo se autonombraban como jueces, sino además como ciudadanos y contribuyentes preocupados para con una distinción que es absolutamente honoraria. Entonces yo respondo como ciudadana que nunca recibí ningún emolumento del Estado, que la mayoría de los que están allí son funcionarios del Estado; y no se sabe qué es lo que hacen. Porque tú podés contratar un escritor durante un tiempo, pero tenés que ver la obra. No sólo estamos hablando de un tema de solvencia, sino de ética”.

 

Jurados y ganadores

“Hubo radios que hicieron hasta tertulias, horas y horas discutiendo si Mercedes Vigil podía o no ser ciudadana ilustre”, comentó más adelante, “y pasa alegremente la historia del Uruguay con premios nacionales con bases ridículas, premios nacionales que en algunos casos deberían ser anulados, porque jurados y ganadores están en notoria infracción con determinadas cosas. Fondos concursables que a veces, no siempre, se adjudican de una forma arbitraria y caprichosa. Nadie se ha preguntado cómo es que se elige a la gente que está sentada en la Academia Nacional de Letras. Puedo citar uno en particular: he llegado a España y me han dicho que una persona de la Academia Nacional de Letras uruguaya ha dicho las cosas más horribles de mí. A mí no me afecta porque sigo trabajando en España y me va muy bien. Hay temas más importantes y temas que no llevan un minuto en la radio”. Remarcando más adelante: “Hay algo sospechoso; y entonces está bueno comentar durante tres meses si una ciudadana intachable puede ser o no ciudadana ilustre, y de pronto seguir manteniendo a este zángano en el Estado”. Comentando: “Tú vas a las bibliotecas de las familias y difícilmente encuentres un libro de esas personas, éticamente se ha comprobado que son capaces de conspirar para destruir una colega, en este caso Mercedes Vigil; y no pasa nada. Entonces estamos frente a una situación grave”.

Aventurando una hipótesis sobre qué intereses han jugado en esta conspiración en su contra: “Dos temas. Uno es la envidia, sin lugar a dudas. La envidia es un sentimiento que puede hacer cometer los más graves errores a la gente más inteligente y ponderada”. Agregando: “Ya Rama (Ángel) en varios libros escribió: el corpúsculo cultural. Lo escribió hace ya 60 años. Hay un corpúsculo cultural que se cree dueño del hecho cultural”. Y por si quedaban algunas dudas arremetió: “Esto fue un comportamiento fascista, no hay dos lecturas”. Porque “cuando uno conspira para destruir a un colega, para acallarlo y hace propaganda para que los jóvenes no lo lean, por supuesto que no lean a Mercedes Vigil y que vean a Tinelli; entonces puedo llegar a pensar, como madre de tres adolescentes, que en este país hay un grupo de gente que quiere que los chicos sigan viendo la televisión chatarra para que no piensen. Para que la mejor forma en que mediocres destaquen en el mundo cultural es vivir y moverse en un país mediocre”.

 

Ñoqui e instigador

Cuando los colegas le preguntaron sobre sus acusaciones hacia Mario Delgado Aparaín, a quien catalogó de “ñoqui”, Mercedes Vigil fue más lejos: “Pero hay algo más grave que sea un ñoqui; porque eso es vox populi que Mario desde que está trabajando en la Intendencia Municipal de Montevideo va poco a trabajar, eso lo sabemos todos. Creo que de los 3 millones de habitantes (del Uruguay), 2 y medio lo sabemos. Lo importante es que el señor Mario Delgado Aparaín, con quien yo creía tener una buena relación, el día 11 de julio envía a la Casa de Escritores un mail de 148 párrafos explicando por qué yo no soy una luchadora social, instigando a otros escritores a conseguir pruebas para acusarme de plagio, y luego ir a la Junta Departamental para pedir explicaciones sobre mí”. Los colegas le recordaron que fueron tres las escritoras que realizaron este planteamiento en la Junta Departamental de Montevideo: Ana Solari, Inés Trabal y Teresa Porzecanski. Algo que Mercedes Vigil catalogó como “un atrevimiento” increíble “porque de toda esta gente que se ha movilizado, yo hace mucho tiempo y muchos colegas también, conocemos que tienen muchos muertos en el placard; cosa que no le pasa a Mercedes Vigil”. Comentando: “Fíjate tú que Mario Delgado Aparaín en ese memo me compara con los violadores de los derechos humanos. Es muy fuerte. Entonces el problema no es si es un ñoqui, que es vox populi, el problema es hasta qué punto están dispuestos a embarrar la cancha para que un colega no publique”.

Insistiendo más adelante: “Yo no discuto. Llegar a los 50 años y tener 7 libros de oro no me ha cambiado como ser humano, pero me ha dado algunas seguridades. Desde el punto de vista literario, ninguna de esas personas merece que yo me siente 5 minutos a discutir de literatura; pero esto es un tema ético. Y redoblo la apuesta: he decidido que con gente que no pelea cara a cara y que quiere embarrar la cancha hablan mis abogados. No sé si queda claro. Se terminó. Sigo pagando mis impuestos. Muchos de estos (escritores) se jubilarán y tendrán una excelente jubilación. Debo ser de las pocas escritoras vigentes en el Uruguay que nunca ocupé ni cargo de gobierno ni cargo estatal, sigo pagando mis impuestos, pero de allí a perder más tiempo, no. Esto es lo mismo que salga a la calle y alguien me cope el auto. Es un acto delictivo; mis abogados se arreglarán. No discuto más, le doy punto final a esto”. Pero “por supuesto hay gente que debería ser echada de la Academia Nacional de Letras por esto, como Jorge Arbeleche, por instigar a colegas para que me fabriquen un caso. Por supuesto que hay gente que no debe estar ahí. No depende de mí, Mercedes Vigil es una sencilla ama de casa que además escribe, y tiene la suerte de que la gente la lea. Todo lo demás, mi abogado, Fernando Aguirre Ramírez”. Concluyendo: “Podés salir en una mesa redonda y destruir literalmente con una crítica seria la obra de Mercedes Vigil. Eso es lícito. Ahora, conspirar para inventarle un delito, ni acá, ni en China, ni en Japón, ni en París, ni en Estados Unidos”.

 

Sin consecuencias
Director de la Biblioteca Nacional denunció a la escritora

Los dichos de Mercedes Vigil generaron la reacción del director de la Biblioteca Nacional, Carlos Liscano, que presentó una denuncia penal por “difamación e injurias”.

“Hice la denuncia porque debo defender a la Biblioteca y aclarar ante mis superiores, los funcionarios y la población, que yo no soy corrupto, y si ella (Vigil) sostiene eso, va a tener que demostrarlo”, dijo Liscano. “Ella dice que en la Biblioteca Nacional hay gente que cobra sin trabajar. ¿Y quién sería el responsable de esa situación? Yo, en mi condición de director”, agregó Liscano. “Vigil está ofendiendo a la Biblioteca Nacional, a mí y al gobierno que yo integro”.

En la instancia judicial el juez penal de 4º Turno, Eduardo Pereyra, dispuso la clausura y archivo de la denuncia, tras la firma de un acuerdo conciliatorio entre las partes. “La señora Vigil aclara que en su entrevista concedida al diario El País, que motiva la presente denuncia, no nombró expresamente al director de la Biblioteca Nacional, señor Liscano, no porque ella se haya olvidado, sino expresamente porque no lo considera responsable de los hechos que motivaron sus expresiones en dicho matutino”, expresa el acta de conciliación, pero la escritora no se desdijo. “Con el corazón en la mano, no dije nada (en la entrevista) que no quisiera decir, por eso específicamente no nombré a Carlos Liscano, por su nombre ni por su cargo (...). Capaz que hablar en presente fue un error, pero no fue la intención”, dijo Vigil durante la audiencia. Sin embargo, el problema de los “ñoquis” en el Estado lo ha vivido el “99,9% de los uruguayos”, porque “viene desde hace dos décadas y media, por poner un mojón”. “¿Cómo le puedo pedir al director de la Biblioteca Nacional (...) que en unos pocos meses solucione un problema endémico?”, preguntó Vigil.

Liscano, en tanto, señaló su “satisfacción y conformidad” con las explicaciones. Sin embargo, el titular de la Biblioteca Nacional lamentó que, en su momento, Vigil no accediera a emitir una carta pública explicando el alcance de sus dichos, y sólo pretendiera hacerlo en privado. “Si la ofensa es pública, las explicaciones deben ser públicas”, porque privadas son “las cartas de amor”, expresó Liscano.

La redacción del texto fue acordada por los abogados Amadeo Otatti y Mario Spangenber (Vigil) y Mónica Cardoso (Liscano), ante lo cual la fiscal Adriana Costa solicitó el archivo de las actuaciones “sin perjuicio”. Las partes firmaron el acta, y el juez Pereyra clausuró las actuaciones.