Sala de ensayo
“Cadáver exquisito”, de Norberto José OlivarCadáver exquisito: el proceso de escritura de una novela histórica

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Según Antonieta Madrid (1990), la llamada novela histórica decimonónica, o biografía novelada, comprende los siguientes rasgos: a) un individuo histórico real; b) una época histórica o una creada por el propio novelista, y c) una acumulación de datos de la época y del personaje novelado. No obstante la aparente imposibilidad de coexistencia de los elementos enumerados arriba, la novela histórica goza del estatus de ficción como cualquier otro tipo de novela. En este sentido, Madrid prosigue: “En la novela histórica resulta innegable el parasitismo con respecto a la verdadera obra de ficción, en la que los personajes son creados a partir de la nada y sólo tienen origen en la mente del creador, ‘hacedor’ de sus propias criaturas” (p. 21).

Con este carácter ambivalente esencial, la novela histórica ha experimentado transformaciones desde su génesis hasta nuestros días, como Madrid lo constata:

la novela histórica latinoamericana entra al siglo actual, un tanto despojada de su epicidad y mucho más intelectual e individualista, al resaltar los planos biográficos y del lenguaje en desmedro del plano propiamente histórico, núcleo por excelencia de la novela histórica clásica scottiana (ibíd. p. 14).

Como se observa, la novela histórica latinoamericana comporta rasgos propios que la distancian del modelo clásico popularizado por Sir Walter Scott durante el romanticismo inglés. En concreto, ésta pasa a centrarse en las minuciosidades de la vida de los personajes biografiados y en el lenguaje con el que se compone la novela misma, su aspecto formal.

En un horizonte de ideas similar, Luis Britto García (2004) asevera que los elementos que la nueva novela histórica presenta son: “...multiplicidad de discurso, la intertextualidad y una suerte de dominio de la meta-acción, gracias a la cual con frecuencia el autor o sus personajes comentan sobre el propio texto, lo analizan o se analizan”.

De las definiciones sobre la novela histórica revisadas hasta acá resaltamos la relevancia del plano del lenguaje en la novela histórica latinoamericana actual, puesto que este estudio tiene por objetivo demostrar que Cadáver exquisito, del escritor venezolano Norberto José Olivar, presenta al lector un proceso de escritura de una novela histórica.

Daniel Cassany (1999) sostiene que son procesos cognitivos en la escritura aquellas “distintas actividades de pensamiento superior que realiza un autor para componer un escrito, en el periodo de tiempo que abarca desde que se crea una circunstancia social que exige producir un texto hasta que se da por acabado” (p. 57). Obsérvese, en primera instancia, que desde esta óptica escribir es considerado como un cúmulo de actividades que ocurren en la mente del escritor. En segundo lugar, se destaca el hecho de que escribir es una actividad que se gesta a partir de una situación que lo exige así. Es decir, se escribe por una necesidad comunicativa.

En este orden de ideas, Azucena Hernández Martín y Anunciación Quintero Gallego (2001) oponen los modelos de la escritura orientados al proceso a aquellos orientados al producto, los cuales no lograban dar cuenta de los múltiples procesos que se ponen en marcha durante la escritura. Afirman las autoras que “la consideración de la escritura como un proceso cognitivo constituido por diversos subprocesos que se organizan en un sistema jerárquico, siendo el control consciente del proceso global el nivel más alto en dicho sistema” (p. 59). Notemos que aquí se destaca el carácter “consciente” del proceso por parte del escritor.

Entre otras de las características de los modelos cognitivos, estas autoras señalan:

Los modelos cognitivos parten de que los procesos, como unidades de análisis, están interrelacionados, situándose cada uno de ellos a diferentes niveles en el contexto global de la actividad de la escritura. Por el contrario, los modelos lineales consideran que la relación entre las distintas etapas es unidireccional y, por tanto, todas se hallan al mismo nivel (p. 59).

Se observa, entonces, que estos modelos de escritura no consideran a la escritura como una actividad que se deba cumplir con estricta linealidad, sino que requiere de la dialéctica entre todos los procesos que esta actividad implica.

Asimismo, sobre estos modelos cognitivos de escritura, Josefina Prado Aragonés (2004) declara:

según estos enfoques cognitivos, se concibe la escritura como un proceso de resolución de problemas estructurado en tres etapas fundamentales: planificación, textualización y revisión. Durante cada una de dichas etapas, que no son consecutivas, sino recursivas, es necesario que el escritor ponga en práctica diversas destrezas y estrategias que le permitan superar con éxito cada uno de los problemas planteados durante las mismas (p. 228).

De esta manera, Prado Aragonés redimensiona nuestra noción de modelos de escritura cognitivos con una idea de mayor amplitud cuando plantea esto como un grupo de etapas que consisten en la resolución de un problema para lograr el objetivo que es la escritura final. Esto trae a la discusión otros elementos poco considerados por otros modelos de escrituras, pero que también conforman parte de la problemática que encara un escritor al momento de escribir. Un ejemplo ilustrativo es el ambiente de trabajo con el que cuenta un escritor, elemento determinante para la ejecución apropiada de la escritura.

Planteadas así las cosas, observemos los resultados obtenidos en esta investigación:

  1. El narrador manifiesta las fuentes usadas en su proceso de escritura: consulta de material periodístico (crónica, reportaje), postales turísticos, folletos de agencia, documentales, entrevistas, Internet, cuaderno de notas, libros, reportes impersonales (se dice). Ejemplos:
    “La crónica periodística consultada dejaría boquiabierto al más escéptico” (p. 21).
    “Esto lo ha dicho mi personaje en el documental de Ivork Cordido, Hesnor Rivera, el poeta de la palabra en libertad... (p. 45).
  2. El narrador declara los objetivos que lo hacen escribir, para qué escribe: Ejemplos:
    “Esa es precisamente la diferencia, no quiero ser el biógrafo ni de Hesnor, ni de Terán, ni de nadie. Sólo quiero explicarme lo que hicieron. Entender. Nada más” (p. 151).
    “Usted, sin conocerme, se ha disfrazado de mí para hablar de sí mismo” (p. 158).
  3. El narrador reflexiona sobre la información que va a textualizar. Ejemplos:
    “Garabateaba este inicio pero lo deseché. Mi problema estaba en que no conocía Santiago de Chile y me incomodaba tener que saltar este episodio” (p. 27).
    “Pues bien, el capítulo anterior que quizás usted haya hecho bien en saltar, está allí por una caprichosa necesidad del narrador (o del autor) y no porque esta quebradiza y desalmada sucesión de eventos, carentes de secuelas, lo precise” (p. 139).
  4. El narrador hace patente el proceso de textualización: selección del registro, información seleccionada, selección del tono de la narración, modificación de la forma de discurso de los personajes, incorporación de información nueva, mayor o menor cantidad de información para describir personajes. Ejemplos:
    “...acabo de caer en un eufemismo, cambiemos ‘cotidianidad’ por ‘parrandas’... (p. 87).
    “Y como no quiero abusar de la escritura, ni de Walser, diré que mi profesor va trajeado de punta en blanco, añadamos un corbatín de cuadritos y lo tenemos dispuesto para dejarse abordar por nuestros dos reporteros” (p. 92).
    Cabe acotar que la diferencia entre esta fase y la anterior es que en aquella se han operado correcciones sobre partes que son excluidas del producto final, mientras que las correcciones en esta fase sí formarán parte de la novela histórica que el narrador escribe. Sumado a este hecho, encontramos el capítulo titulado “Brevísimo tratado de cosmología catastrófica que bien puede saltar el lector”, el cual, en palabras del narrador, es una parte que el lector, a pesar de encontrarla, debería saltar por no ser pertinente a la novela.
  5. El narrador planifica. En este caso los momentos apropiados para la escritura, lo que debe considerar para el éxito de su trabajo escritural. Ejemplos:
    “Lo recomendable, digo, es que lo deje para la tarde y vuelva a donde dejé la novela de Hesnor, que es lo que ronda en la cabeza” (p. 91).
    “En lo que resta del día seré una figura de inacción absoluta: dormiré” (p. 130).
  6. El narrador considera la audiencia a la que se dirige. Ejemplos:
    “Sería fastidioso ponernos a transcribir todo lo que dijeron luego los personajes, pero se sabe, porque sí, que consideraron todas las opciones que brindaba esa información...” (p. 147).
    “Llegada la hora, que aquí no hemos dicho cuál y no creo que importe...” (p. 88).
  7. El narrador hace patente su cognición: conocimiento de las convenciones del género que escribe, citas de otros autores, citas de trabajos anteriores del propio narrador. Ejemplos:
    “La cuestión es válida, en una novela histórica, según el canon tradicional cuando diferencia entre fidelidad y autenticidad, sólo que ahora la ‘realidad’ ha terminado imponiéndose y siendo más atractiva para esta narración” (p. 72).
    “Esta anécdota kafkiana me vino mientras acababa el capítulo anterior, al sufrir, sin aviso, una tremenda hemorragia nasal que por poco arruina el cuaderno en que escribo” (p. 99).
  8. El narrador refiere el contexto de producción: instrumentos para escribir y entorno físico, acciones paralelas durante su proceso de escritura. Ejemplos:
    “...esto lo escribo en un cuaderno con tapas de semicuero, a las cuatro de la madrugada en medio de un chubasco bíblico” (p. 90).
    “Ahora escribo en la computadora” (p. 91).
  9. El narrador expone un componente motivador y emocional: identificación con el personaje, remordimientos por posibles alteraciones del personaje biografiado. Ejemplos:
    “De nuevo sobre este cuaderno, pienso en lo último que ha dicho mi fiel y arbitraria Gloria; me refiero a lo de no salir de casa” (p. 100).
    “¡Quién lo iba a decir! Tengo que disfrazarme de Hesnor para mirar, con honestidad, en mi particular abismo, pero haciéndolo, descubro sus entrañas también” (p. 158).

En conclusión, podemos afirmar que la novela Cadáver exquisito presenta al lector un narrador que pone en relieve las fases de planificación, textualización y revisión (y su interacción) que conforman un proceso de escritura de una novela histórica en toda su complejidad y que hace palmario, igualmente, el carácter consciente de escritura por parte de su escritor.

 

Referencias

  • Britto García, L. (2004). Historia oficial y nueva novela histórica.
  • Cassany, D. (1999). Construir la escritura. Barcelona: Ediciones Paidós Iberoamérica, S.A.
  • Hernández Martín, A., y Quintero Gallego, A. (2001). Comprensión y composición escrita: estrategias de aprendizaje. Madrid: Editorial Síntesis, S.A.
  • Madrid, A. (1990). La novela histórica. Caracas: Revista Nacional de Cultura.
  • Olivar, N. J. (2010). Cadáver exquisito. Caracas: Alfaguara.
  • Prado Aragonés, J. (2004). Didáctica de la lengua y la literatura para educar en el siglo XXI. Madrid: Editorial La Muralla, S.A.