no cruces
la última línea
que me despierto
descubrimiento de lo interno
ceremonia de falanges dormidas,
vuelo inalterable como el de una luciérnaga
en el cristal de su noche
el despojo de una rosa que atraviesa
sangres y anchas soledades
huye de mi sangre la salamandra
se abre en el río mi abanico de pulso
y animales fugaces
digo mi nombre
inalterable
como la pupila dormida
de una mujer
que recuerda que la piel se le borra del cuerpo
Hay fiestas que me quitan las voces
noches de pulso
en las que me quedo sin aliento
yo le canto a la pupila blanca
me hundo en el beso categórico
de nuestras nostalgias
abierta por la noche
me conoces en la cicatriz exacta en donde
se besan los fantasmas anestesiados
hay una distancia que nos protege
del embelesamiento
y de los azares de lo que por
pasajero
permanece
todavía estoy en tu sexo no he cruzado
¡Cuidado, es un agujero muy profundo!
¡Cuidado, te puedes quedar en él!
Antonio Palacios
ha venido a mí
en el miedo sin tierra
que hay detrás de mi voz
ausencia huyendo de mi cuerpo
para que no me vaya
nostalgia invisible
que me espera en la ventana de mi casa
es esta arena oscura
de la palabra
mordaza o talismán
que me arrastra
por dentro
“Yo soy quien no está”
“…Ya no hay casa en mí,
ni tengo adentro…”
Luis Alberto Crespo
Dejé volar el gavilán de mis ojos
las miradas del desierto
del ir y volver
en la memoria
en donde habita la llama de este mundo
el principio de tu mirada
es la ausencia
en donde no estoy
del dolor del sueño
no me he despertado
tú quieres un retorno
las piedras se han caído
ya nuestras paredes no se sostienen
ya no estoy