Yo era su esposa
La vida sin dar señales de vergüenza
me encuentra vulnerable al salir de la ducha
me anuncia que tú te vas
Por eso me entrego a súplicas
que sin escatimo elevo
en primer lugar hacia Dios
luego, hacia tu madre que me dice
“cálmate lo más que puedas”
después hacia las paredes que
soportaron mi
¡Por favor!, ¡Por favor!
también con una plegaria incoherente
me entregué a la compañía telefónica
y paré entre lágrimas
pronunciando palabras sagradas:
Nam miojo rengue kio.
Otra parte de mí
resignada y clara
sólo recorrió mentalmente
algunos versos de Ajmátova.
Cábala de los amantes
Primero
dime tus nombres
muéstrate en todo lo que te distingue
pecho de hierro
ánfora de salvación
déjame habitarte.
Cautiverio
Hay días en que no damos para más
y se dan las condiciones necesarias
para que vengan las bestias
a arrancarnos toscamente
la esperanza
con el único propósito
de comerle las entrañas
y abandonarla desmembrada
Las bestias nos dejan así
vacíos,
cautivos,
profanos
a veces,
para toda la vida.
Remembranzas
Como la edad de los árboles
o como la alta rampa de arena frente a la mar
que devela el ímpetu del oleaje de los días ya pasados
como el sexo de la tortuga
veo por vez primera
estas tramas en mis uñas
me pregunto si me hablan
en términos de días transcurridos
si cada raya es un llanto
si cada marca representa
una alegría
No sé si están relacionadas
con mis años
o con mi edad
Son solamente voces de realidad en fuga.
Caquexia
Entre los dedos de mis pies
corre este fluir granate
el terreno que estoy pisando
es el de todas nuestras lamentaciones
el pan se puso duro en nuestra mesa
mi huerta ha sido devastada por las plagas
la leche tibia es el sitio de encuentro de las moscas
Donde había miel y flores
comenzaron a brotar
estos cristales de sal negra.