Artículos y reportajes
Condensaciones

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Fotografía: Chris Collins

De lo sencillo y lo diverso
De la confluencia y la sustancia
Con la fuerza de un instante
Y con el misterio distante
Os traigo los cuatro relatos
Que osaban estar velados

La quinta

El caserón era antiguo, con enormes desconchones en sus paredes; la humedad del ambiente competía con ese rango solitario de un edificio deshabitado.

Al cobijo de sus soportales acudían grupos de niños juguetones.

De pronto, un día cedió la puerta desvencijada, la curiosidad arrastró a los pequeños por un recorrido a través de las dependencias interiores; allí observaron un piano cubierto de polvo, unas partituras en desorden y esa sensación de remotas presencias, esbozada en una fotografías rotas y deslucidas.

A partir de dicha experiencia, llevaron consigo la compañía inseparable de un nuevo compañero, el recuerdo entrañable de la quinta abandonada.

 

Ensimismado

Una vez sobrepasado el primer círculo, disfrutó en la esfera del conocimiento. Desde ésta, alcanzó el segundo círculo, logrando el acceso a la esfera de los chismorreos; allí le resultaba entretenido el ejercicio con los rumores.

En la tercera esfera le ocuparon las ensoñaciones y no aparecieron nuevos pasadizos. La frustración le dejó turbado.

Pensó inmediatamente en el retorno para intentar nuevos comienzos, mas las vías de comunicación no permitían el retroceso; sólo funcionaban en un sentido de la marcha.

No le fue posible el regreso.

 

Violento tornado libertario

El viento del este acercaba las partículas calenturientas de afanes desmedidos.

Por el oeste progresaban adherencias de afinidades inciertas.

La respuesta helada proveniente del norte añadía matices violentos.

Mientras, el sur se sumaba con turbulencias de fuertes arrebatos.

Fueron influencias liberadas de cualquier mediación, envalentonadas y con aires de un protagonismo inusual.

La devastación sobrevino por falta de encauzamientos.

 

Divinidad

En un debate reciente se ventilaba la eterna discusión sobre el sentido de la vida; en una palabra, de lo divino y de lo humano se apuraban las argumentaciones.

El coloquio encrespó las actitudes, porque cada ponente intentó agotar las posibles respuestas. Quien apuntaba a las esencias divinas, no enlazaba con el partidario de la pura materia. Quien adoptaba actitudes intervencionistas, no conseguía estimular a los conformados con la predestinación absoluta.

Los barruntos de un posible acuerdo apuntaban a lo imposible, resultaría difícil una conclusión comunitaria.

La respuesta vino de fuera, era una decisión personal.

Hubo un rey que decretó lo impensable, desde ese día dejaba de ser divino.