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“Bitácoras ignotas”, de Lesbia QuinteroAbrazando bitácoras

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Hace un año aproximadamente comencé a leer Bitácoras ignotas, una novela de la escritora venezolana Lesbia Quintero, quien cada quince días colgaba un capítulo de esa historia que de inmediato hice mía. Después de leer los párrafos que Lesbia dejaba en su blog Lector cómplice, me quedaba inquieta preguntándome qué pasaría con aquellos amores aturdidos entre María Jesús y Álvaro, Oscura Forastera y Rodrigo. ¿Cómo se resolvería el triángulo amoroso entre Oscura, Jesusita y Rodrigo? En aquel entonces la novela se titulaba Sin bitácoras, y le hice la primera reseña que colgué en mi blog Murmullos de Mina, la titulé “Colgada de las alas de Sin bitácoras” porque esas letras me hacían volar hacia lugares desconocidos, la fuerza de su narración era como alas poderosas que me llevaban hasta un atardecer lluvioso en Caracas, ciudad que algún día conoceré.

Lesbia comenzó a incluir a sus amistades, entre las que me cuento, en la historia de Bitácoras ignotas, y ese experimento tan travieso me hizo sonreír, lagrimear y hasta suspirar cuando me vi allí formando parte de sus personajes, al lado de Oscura Forastera, Raúl Mendoza, Mila Roldán y David Pardo, que aparece con su novela Pueblo de sombras y la lectura obsesiva de Jesusita, ¿o de Lesbia? Me parece fascinante la coral que emerge de esas letras para narrar, en tan solo tres horas, sus diferentes historias de manera simultánea.

María Jesús evoca buena parte de las vivencias que la han marcado mientras se encuentra atrapada en el Metro, piensa en su amor por Rodrigo y también en su matrimonio postizo con Álvaro. Justamente en esos momentos Álvaro piensa en ella, al tiempo que huye de la habitación de un hotel y deja a su amante abandonada. Entretanto, Rodrigo también se halla atrapado en medio del tráfico mientras se dirige a casa de Oscura Forastera, y reflexiona sobre sus ideales políticos, recuerda su historia íntima, medita en el amor que siente por María Jesús, su reina Perséfone, como él la llama, y en el idilio quebrado con Oscura Forastera. Ésta se encuentra en su habitación, y mientras ve llover, nos cuenta su dolorosa experiencia con el amor y su naufragio en aquella parte de la ciudad que parecía “una vieja picada de viruela”. Elvira R., la madre de Jesusita, en aquellos momentos está en su casa, al igual que los otros personajes, mira la lluvia al tiempo que lamenta la marcha de su juventud, llora por su egoísmo y por las culpas que arrastra “como un rabo de mono”.

Bitácoras ignotas consta de cinco capítulos: “El embrujo de las palabras”, “Amores aturdidos”, “La sonámbula descarriada”, “Soñando con unicornios urbanos”, “La vida es un relato que se vive al revés” y el epílogo o cierre a modo de happy end. Cada uno de estos tramos es un recorrido por las emociones y sentimientos que se esconden en baúles profundos. Solamente Raúl Mendoza, personaje que inaugura la novela con el epígrafe y la cierra en el epílogo, parece que permanece a salvo de esa tormenta de sensaciones que se desatan en el océano que surcan esos navegantes de letras y ficciones, como Lesbia Quintero los ha llamado muchas veces. Aunque la voz Raúl también se une al coro que relata la historia de esas búsquedas personales de las bitácoras que están ocultas dentro de cada uno de nosotros.

Bitácoras ignotas está publicada por la editorial Memorias de Altagracia.