Letras
Poemas

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Atraviesa mi amor en Mayo,
pero hazlo bien,
o seguirás caminando
en mi rojo corazón a mediados de Otoño.

Atraviesa mi dolor en noviembre,
pero de puntillas,
o te derramarás dentro del cubo mi sangre
a lo largo de un Marzo furioso.

Atraviesa mi carne áspera ahora,
o nunca llegarás a conocerme.

Atraviesa mi sendero de barro ahora,
pero sin ayuda de nadie,
o ni siquiera el agua podrá lavar tus dudosas heridas.

Atraviesa mis ojos cuando muera,
y yo atravesaré los tuyos,

antes de que la tierra
reclame tus huesos
para siempre.

 


 

Es la eterna lucha
Entre la luz y la oscuridad
por instalarse de una vez
por todas.

Las cosas se avecinan
para finalmente llegar,
como el dolor,
como el amor,
como las 5 y cuarto de la mañana del lunes,
como la muerte.

La luz penetra en la oscuridad
como un florete romo violándola
para luego ser devorada
otra vez.

Todo seguirá ese curso
hasta que ocurra algo
que interrumpa este ciclo mortal
que juega con nosotros al mentiroso
sin comodines.

La inmortalidad es una eyaculación intermitente
y gloriosa del recuerdo...

y yo ya no me acuerdo
de la mayoría de las cosas
que hace tiempo olvidé recordar.

 


 

Cualquier día de estos de mierda,

cualquier día de estos
en los que el sol
calienta sin ganas
por dentro y por fuera,

cualquier día de estos
en los que el sol brilla sin ganas
ahí arriba
como si fuera de bajo consumo,

provocándome
solo para ver lo que se me ocurre hacer,

agarraré y mandaré
todo a tomar por el santo culo,

en principio,
y
solo
de momento.

Lo único que me hace falta
es un pequeño empuje,
un leve toque de suerte,
pétalos de sangre en mi vaso de vino,
y que un martes por la tarde
caiga en la noche convertido en 13.

 


 

Es probable que el estallido del nenúfar
en la calma azul del agua,
al igual que la grieta en el látigo,
pueda producirse
a lo largo de cualquier día negro
o a través
de cualquier inesperada noche
hermosa y quieta,
irrumpiendo como lava o alud
en cualquier mente,
ya sea una mente estúpida
o cabal.

No hay muchas mentes cabales,
no hay muchas mentes,

realmente,

realmente
no hay mucho
de lo que sacar algo.

Noto el sabor de la depresión en mi boca,
y noto cómo se desliza hacia mi estómago,
y gira, y gira, y gira,
centrifugando mis tripas
y haciéndome vomitar la vida
en una alfombra de 100 metros cuadrados.

Ando de un lado a otro
familiarizándome con mi locura.

A veces es mejor leerse un buen libro
o incluso dormir... o morir,
que escuchar el traqueteo constante
de tu continuo río de pensamientos.

 


 

Graciosos,
igual que los gorriones en el patio,
picoteando el pan glorioso
como maná en invierno,
a saltitos, dejando sus huellas
aquí y allá
en el suelo húmedo
y entablando pequeñas disputas por cuscurritos
importantísimos para ellos,

pequeñas batallas de pan y palomitas
tan pequeñas como lágrimas,

mis sobrinitos,

eso es lo que hacen,

los 3.

 


 

Mi niña duerme ahora
con su camisetita de los Rolling
en la cama de sus padres,

no hay nada que pueda tocarla,

ni siquiera esa insignificante colcha de flores,
ni siquiera la almohada,
ni siquiera las frías sábanas,

nada puede tocarla ahora,

nada,

solo yo con mis ojos tristes, llorosos, y aterrados,

y ella nunca lo sabrá.