Herrumbres
Esta ciudad tiene pájaros de piedra que duermen en las ventanas
y árboles donde el sol deposita
huevos de tormenta
En las casas se detiene el tiempo
practica herrumbres en las orillas del muelle
Alguien dejó sus pasos
retumbando en las paredes
Un prócer abrigó sueños
olorosos de agua
Algunas tardes solíamos apaciguar
el canto donde dormían las toninas
después del sacrificio.
Ciudad
El polvo de los planetas
durmió sobre tus ruinas
Fue una noche de marinero celeste
petrificado en la arena
de un río que lleva al fin del mundo
cuando surgiste de las aguas:
serpiente de arcilla
y tierra y sombra de galaxia
Crecí de tus muros
oxidados al sol
Vine de tus miasmas
de tus ventanas flotando en la tarde
del arcangélico redoblar
de tambores bajo el magma.
Fotografía
Estamos ahí
Transeúntes abrigamos los ecos del planeta
el perpetuo roce de las esferas
contra el viento del espacio
Alguien sonríe
otros intentan sobrevivir
Tú no estás
Ahí
amparados en otro tiempo
donde las piedras
parecen madurar.
Puente
Me adoleces
Transfigurado doblo a hierro
tu crepúsculo
levantado por gaviotas inexistentes
y enormes caballos blancos
Desde aquí
atestiguo tu imagen
aletargada en el eco de las espinas
que convulsionan cinturas de odalisca
Te nombro Gran Sultán de las Esferas
Tu cabeza flota sobre el azul
como un niño confundido.
Piedra
Flotas sobre el río
pez ciego del tiempo
Doncellas lavaron tus márgenes
donde una serpiente de sueño
(cola roja cuerpo verde
corona sobre la cresta)
adultera la corriente
Dicen que en las noches
un capitán de espumas
bautiza sus mástiles
Roca
Piedra
Corazón de las aguas.
Padre
“Oigo mis huesos
construir mi cuerpo”.
Reynaldo Pérez Só
Una tarde en los confines del lamento
detenido Tú donde el abismo traza sus bordes
tomaste una tijera
y cortaste hojas de esperanza
para alimentar a las palomas
Todavía no era la hora
No calentaba la corona del sol
los pistilos de la aurora
La arena se escapaba de tus manos
como el agua
como el incienso
como el ladrido desesperado
de un can ciego en el misterio
Venías de tus instintos
y tapaste el sol con un dedo.
Historias
En los ojos de la tristeza
esta ciudad navega sus enseres
Hojas de árboles facilitan
una mágica torpeza del tiempo
agotado en herrumbres
de calaveras insomnes
Capitanes y soldados atestiguan
un osario
de antiguas batallas limosas.
Lluvia
Agua de polvo de piedra
extiende cristales sobre las calles
que eternizan transeúntes multiplicados
Tributo de linfa engorda el río
arrastrando baúles y padeceres
enjambres de nostalgia amarillos de eternidad
cronogramas de suicidas ocres de porcelana
tapices de ciegos
El Gran Saurio conduce una ciudad eterna
hacia un Delta equinoccial.
Virgen
La brisa de tus manos
pulsa el ojo de los inocentes
Intento herirme a tu costado
con palabras que derramé en el sueño
Eres desde el origen
la ternura aromada en las flores
de un laberinto que ilumina
Siempre apaciguo los dolores
en el manantial de tu gracia.
Testimonio
Miras desde la ventana
los gigantes brazos de los árboles
arropando el solar de la casa
No hace frío Huele a diciembre
En el closet desfallece una imagen de Sócrates
que a dos tiempos
rinde testimonio por las voces no repetidas
el vapor de alguna sombra
trasponiendo el arco de la puerta
y el eco de guirnaldas suspendidas
ataviadas de misterio.
Hermanos
Fuimos eso que el tiempo no desgasta
por el abuso del inocente vicio de la vida
Habíamos intentado ocultar lámparas
en los zaguanes donde la noche rasguñaba rabipelados
volcados contra las láminas del miedo
agazapados entre los horcones de una casa que volaba
tan ausente como un misterio
tan redonda como las dudas
Hoy estamos y no somos la misma huella
intentada en el río que discurre
desde las cuencas remotas de un diluvio absoluto.