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Poemas

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La persistencia del alegre

Póngase usted en el caso
De que María y Juan
Farfullan bajito
Como apenados

Sin haber volcado una cruz
Bajo ningún poste afoscado y quejumbroso
Sin haber comulgado bajo
Respetando siempre las aguadas

Ni Juan ni María se añaden a eso de las pedradas
Y no escupen

Gestionan diligentemente cada trámite burocrático
Regularmente no fornican con desconocidos

Pero
Y vaya qué pero
Se les ocurre el ron cuando caminan y se toman de la mano
Dígame hombre de saco y misión
Si el bar no es suyo hasta cuándo se reza

 

Otro EL

Te necesito con urgencias de peltre
Con agua bendita y de chorro

Nuestra rivalidad se petrifica
Ante La Montaña y El Mar

Sé que te divierten mis intentos
Me frustras
Es imperioso negarte
Estás tan lejos y ronco que no puedo escucharte
Aún tengo piedras y saliva para ti
Continuemos

 

Hombre que todo lo puedes

No hay nada

Que se haga tu voluntad
Entonces
Que los chorros se disparen
Que el hartazgo se cumpla

No habrá infierno
En el que vernos
Ni multas ni espantos

Las piedras no van al cielo
Sólo rebotan
Hasta lapidar en mí
Al pobre
E inocente blasfemo