Vierte
en el cuenco de mis manos
tu mirada
para que se inmolen las heridas
y desaparezcan las sombras
Rompe las fronteras
desplázame hasta tu piel
usa un torbellino de mariposas
que rodeen las ínfimas ventanas
por donde escapan mis caricias
Reinventa
mi voz cansada
para que se prolongue en la oscuridad
y despeje las noches de ausencia.
Estas calles
que son veredas
laberintos infranqueables
que se asombran con mis gestos
y conducen a la línea infinita
ocupan un corazón
batallador y nostálgico
célebre por perderse
en las entrañas de la oquedad.
Advenido a la ausencia
me propongo asaltar
la habitación donde escondes
tus caricias lejanas
un tiempo de lluvia
permea mis recuerdos
me alejan de la incertidumbre
para volver en vuelo nocturno
Te escribo
desde las ventanas del sueño
el pasado deja enterradas
las promesas jamás cumplidas
algunos sonidos se reinventan
para darle vida a un poema
que nunca leerás
Inconclusa mi pasión
refractará el horizonte
volverá a sumirse en el destierro
y callará con la brisa de febrero
Extraviado
en una botella de vino
reconfiguro el mapa de las certezas
sonámbulo me acerco a tu voz
para evocar los días de invierno
y vislumbrar en tus ojos
el lejano dolor de mis huellas.
Suscribo un poema
con sílabas deterioradas
me acongoja el tránsito
de estas líneas donde no estás
inadmisible llamarada
que se pierde en las páginas
de un libro amanecido
entre el desamor
No hay remedio para la angustia
el velo de la lluvia
proscribe las máscaras de la tarde
mientras atrapo el dolor
laceras los minúsculos huecos
por donde escapas al silencio
Mi fuga
no contempla ilusiones
desvío las tormentas del retorno
a los laberintos de la ciudad
Me apodero de las señales
que incitan tu cuerpo
piel cuyo azar me despide
de las garras de la noche
Como una espada
atraviesas mi costado
el tiempo de las violetas
se esfuma de mis carnes
acero templado hiere las vísceras
no hay motivo para la risa
hiende mi alma tu olvido
Salto a otro abismo
donde se conjure la muerte
olvido las circunstancias
que resbalan por mis llagas
ya no medito los gestos
de la derrota
ni acicalo figuras de papel
dejo en testamento mis versos
para que sean leídos
cuando vuelva tu abrazo
Despido
los días de febrero
las voces del abismo
sacuden la silueta
que me impide abrazarte
distancia forzada que amenaza
a mi pálido rostro
y lo devuelve a la calle
Te lego un manuscrito
con la hora de las luciérnagas
con mis huesos cansados
de tantas persecuciones
con las noches de abril
amainando sortilegios.
Te lego mis manos de tristeza
ahogadas de vino y revolución
intrusas para la poesía
imperturbables ante la muerte
quebradas en trozos
con un sino sin esperanza.
Te dejo mi osario
para que lo ocultes de tu mirada
para que esculpas en sus rumores
los rasgos de la bohemia
Sumido
en los despojos de una metáfora
cerceno cualquier palabra
cuya alegoría me aleje
de tus poros
sólo un espacio es posible
para inventar la paradoja
que nos libere del acertijo
y nos acerque a la levedad
Transcribe
en el lado sur de mi corazón
tu mirada para que repose
del miedo al olvido
Inscribe
en la periferia de mis manos
tu nombre
para que abandonen los augurios
y se precipiten por tu cuerpo.
Revélame
las marcas donde reposa mi osario
la luz que acompaña mi cansancio
el rastro dejado por mis pisadas de errante
Cruza las páginas
donde sucumbo al misterio
derrama tus pupilas
en mis puertos de infancia
arrástrame al margen del día
No te entretengas
contemplando las penurias
camina sobre mis siglos
y atiza mi respiración
para que me devuelvas
al trasluz de tu memoria
Juego a la derrota
nada impide que la muerte
cargue su impronta guadaña
y surque mi destino de palabras
Me duelen los desatinos
que la poesía
siembra en tus parajes
Ávido de tu cuello
me multiplico en mil voces
presencia insólita
que ciega mis fantasmas
Mi rostro
pleno de desamparos
no reconoce las formas del abandono
dejo la voluntad de verte
a las grietas que ahondan
los círculos del espejo
Existo para calcinar la pasión
y sobrevivir a las curvaturas
de tu pelvis.
Me reconozco
en la imagen de los escribanos
de la alquimia revelo
la pasión por la inaudible ausencia
me declaro en vigilia
hasta que regrese la hora de las amapolas
y nuestra sangre recorra
los confines de la saciedad
Busco
en la anatomía de los herejes
el lenguaje de los cirios
celebro en silencio
la presencia de tus frases esquivas
no me obligo a reconocer coincidencias
ni a escribir poemas líticos
me expatrían por amar tu cordura
me arrebatan sin piedad
la voz de tus milagros
A esta hora
es inútil hablar con los grillos
Retorno
a los confines de tus labios
me extingo mientras
el dolor de los amantes
persevera en secreto
pocas locuras embisten
las decadencias del deseo
permanecemos atados
al envejecimiento de la voz
de nada sirve ocultarnos de la desnudez
ni negarnos al simple preludio
que antecede al insomnio.
Ya no hay eco
para los antiguos rumores
mis pasos furtivos
acechan tu espalda
es de noche y sólo el viento
sorprende mi cansancio
mientras te pienso
comienza abril y me duele
el destierro de tu existencia
volveremos a vernos
en la puesta de la madrugada.
Frágil artificio
el de la memoria
bienaventuranza que muere
con el olvido
instante vital cuya diacronía
adolece de perennidad
Ahora vestimos de invierno
y los segundos que nos azotan
claudican ante la vida.