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Mario BenedettiMario Benedetti: poesía, incluso en su mejor cuento
Caricatura de Jorge Restrepo

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Vaya esto por delante: yo apenas sé nada de poesía. Se me atraganta, ¿qué le vamos a hacer? En realidad a mí los poemas me gusta que me los lean (mejor si es el propio autor, y si no, una muchacha de ojos verdes). Las pocas veces que me he enfrentado a un poema por mis propios medios —ya fuera de Lorca, Gil de Biedma, o Miguel Hernández—, he salido escaldado. ¿Falta de sensibilidad, de interés? Probablemente un poco de todo.

Todo esto lo digo porque no hace mucho cayó en mis manos un libro de Mario Benedetti, al que muchos consideran uno de los más grandes poetas en lengua castellana, y otros no tanto: “Es bueno, buenísimo”, me insisten, “aunque está un peldaño por debajo de los mejores”. Yo, como no sé, me encojo de hombros y sigo a lo mío.

Pues bien, buceando en Despistes y franquezas —así se llama el libro— encontré, entre un mar de poemas, cuentos, enigmas y fragmentos autobiográficos, uno de los mejores poemas que he leído nunca. En realidad no es un poema, se trata más bien de un cuento breve (con todos sus atributos: comienzo arrollador, trama sólida, protagonista enigmática), pero hay algo en él, un no sé qué, que me predispone a la poesía. Estaría bien repasarlo:

Lingüistas (Mario Benedetti)

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos esctructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.

De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:

—¡Qué sintagma!

—¡Qué polisemia!

—¡Qué significante!

—¡Qué diacronía!

—¡Qué exemplar ceterorum!

—¡Qué Zungenspitze!

—¡Qué morfema!

La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.

Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: “Cosita linda”.

Pues eso, probablemente se trate solo de un cuento, un cuentito encantador, pero cada vez que lo leo, cada vez que ese “Cosita linda” salta del papel y forma nuevas y evocadoras imágenes en mi cabeza, todas y cada una de esas veces, siento un deseo terrible de que me guste la poesía. Estoy convencido de que hay más poesía en ese “Cosita linda” que en tomos enteros de bibliotecas. Pero ya digo que yo, de esto, no sé casi nada.

“Lingüistas” pertenece a:
Despistes y franquezas
Mario Benedetti
Alfaguara
1990
252 páginas
ISBN: 84-204-8072-X

Este artículo fue publicado originalmente en el blog del autor, Listas de Libros.