Letras
Sonetos del crepúsculo

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I

En la hora melancólica el paisaje
trasciende las montañas y el ocaso
y nos abre los ojos ante el trazo
de un signo del silencio en el celaje.

Y se presiente en magistral montaje
allá en el horizonte el lento paso
de la nave que llega sin atraso
tras el último tumbo del olea­je.

¡Pero en el malva y rosa del poniente
hay algo de la aurora en lejanía,
anunciando las luces del paisaje

que yace aún dormido en el oriente
y espera tras la sombra el nuevo día
para lucir, radiante al sol, su traje!

 

II

Como Gutiérrez Nájera ante el mar,
quiero morir sonriente en una tarde,
mientras el fuego entre las nubes arde
y el alma se resiste a sollozar.

Mas no quiero los tumbos escuchar
del agua que en su furia me acobarde,
quisiera que en mi fin silencio guarde
y me deje tan solo meditar,

mientras mi alma se va con el ocaso,
cómo se hunde entre las aguas calmas
el sol que en el Oriente nacerá,

cómo la sombra es ilusión de paso,
cómo la aurora que verán las almas
se anuncia en el ocaso que se va.

 

III

De la gloria del sol en el ocaso,
del alma de la noche que se acerca
entre la luz, que ante las sombras terca,
se convierte en sangriento fogonazo,

quiero llenar y rebalsar mi vaso,
contemplando el crepúsculo de cerca
en vez de sus reflejos en la alberca,
y agonizar sin demorar el plazo,

pero sorbiendo el vaso poco a poco,
lleno de luz como la tarde augusta,
lleno de paz como la noche pura;

en tanto el borde de esta vida toco
y cercana vislumbro otra más justa
que el alba en otro mundo me asegura.

 

IV

Ocaso, galas de un adiós sin esperanza,
grito postrero ante la sombra inevitable;
convicta luz que se resiste indomeñable
a conocer la oscura celda a que la lanza

la silenciosa eternidad en lontananza;
fugacidad e infinitud inalcanzable,
ardiente luz de la tiniebla inaplazable,
oscuridad de la áurea luz a contradanza;

callada rosa que despliega su corola
y se desposa con la noche, resignada
a ser, cual virgen, por la sombra desflorada.

En el lecho áureo de la tarde, quieta y sola,
rendida entregará su esencia de doncella,
que el cielo lucirá en la luz de cada estrella.

(del libro inédito Gorjeos)