Noticias
Pablo Katchadjian
Katchadjian: demandado.
Escritores defenderán a Katchadjian ante demanda de Kodama
Comparte este contenido con tus amigos

María Kodama, la viuda de Jorge Luis Borges, presentó en la Secretaría 110 del Juzgado Número 3 una demanda judicial por plagio contra Pablo Katchadjian, autor de El Aleph engordado, que con un tiraje de doscientos ejemplares representa una versión ampliada del reconocido cuento del fallecido escritor argentino, según informó el diario Clarín el pasado 6 de abril.

Katchadjian, de 34 años y propietario de la editorial Imprenta Argentina de Poesía (IAP), intervino el cuento “El Aleph”, escrito por Borges (1899-1986), agregando 5.600 palabras a las 4.000 del texto original. Kodama lo ha demandado por supuesta infracción de la ley de propiedad intelectual, un cargo que contempla penas de hasta seis años de cárcel.

“Toma todo el cuento sin pedir autorización”, dijo Kodama al diario argentino. “Hemos perdido el respeto a nosotros mismos, por eso no respetamos a los otros. Si uno usa algo que no es propio, lo mínimo que puede hacer es pedir permiso”.

Considerado una promesa de la literatura argentina contemporánea, Katchadjian tiene seguidores como los novelistas César Aira y Damián Tabarovsky. Su defensa judicial fue asumida por otro novelista, el abogado Ricardo Strafacce (autor de una monumental biografía de Osvaldo Lamborghini), quien propuso como testigos orales al propio Aira, junto con la reputada crítica Beatriz Sarlo y los académicos Jorge Panessi y Leonor Acuña, entre otros.

Strafacce se propone demostrar en el juicio que no hubo delito, pues Katchadjian no estuvo movido por el beneficio económico al intervenir el cuento de Borges, un autor que empleaba técnicas intertextuales en sus relatos y que, en su cuento “Pierre Menard, autor del Quijote” (1944), retrata a un escritor que decide reescribir la novela de Cervantes y lo hace literalmente, sin cambiar una letra, aunque según Borges esa transcripción hecha por un autor del siglo XX tendría el mérito de constituir un “anacronismo deliberado”.

Fuente: Clarín