Letras
Los huéspedes oscuros, inédito
Extractos

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Naturaleza en mí

Hay una entre las ráfagas del aire,
velada, apenas hilo,
que viene de muy lejos.
Si te alcanza, en ti irá habitando
su ambición lasa, su temperatura
y un harto respirar de pulmón infinito
que dé todo cabida al universo.
Descansará en ti y tú sentirás
calor y lentitud de tacto,
del que configura y te eleva hasta su imagen,
reinantes voluntades frente a frente,
suspensas sin fin en el trono
defectuoso de los días.
Mas no te engañes,
sólo eres una excusa,
la matemática operación que hace
de su infinito
acotado lugar de tránsito.

 

Última copa

Con qué silencio se lleva el noctámbulo
la sed hasta sus manos,
con qué calculada astucia acomoda
entre sus palmas la asunción
de lo vivido, la deriva
de un tiempo hacia últimas estancias,
enfermo de autocompasión.
He ahí la requisitoria, el empuje
de las significaciones finales,
el viento que sólo importa en las velas
y, acaso, un diminuto dios acuático
abriéndose camino entre los dedos húmedos
de la noche.

 

Así nos cobija el cielo

Se entrega la montaña, hermoso gesto dádiva,
guarneciendo a su pájaro,
postergándole inviernos
como se ampara contra la ventisca
el viajero que eleva de su arena
corredores blindados al desierto
del tiempo.
Cuando yo sea pájaro,
y arena y estío,
la hermosura vendrá de lejos,
vendrá un modo de defensión,
un instante anulado donde rellana el cielo
—qué gratitud, sí, al tiempo de la espera—
y será
razón inamovible de existencia.

 

Notas para un blues

Restalla en hebra de luz el recuerdo
como azote en la espalda del esclavo
que negara su estirpe
a los días marcados
en el ayer de los tahúres.
Qué mansedumbre de querencia
lo revivido,
tantos temores ya caducos,
tantas ansias que se han desdibujado
para filtrar
el goce remanente de una razón minúscula.
Afino la indefensión del recuerdo
y ya oigo el pizzicatto lento
de sus rendidas notas quietas.