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“El sanador de caballos”, de Gonzalo GinerUna cita con la novela histórica
Análisis de El sanador de caballos, de Gonzalo Giner

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Con Diego Malagón como protagonista (hijo de un posadero) presenciando la muerte de su padre, comienza esta historia de lectura amena en la línea de otros títulos que han cautivado al público, tal es el caso de El médico de Noah Gordon.

El autor de obras exitosas como El secreto de la logia o El jinete del silencio deja ver a lo largo de casi 800 páginas la creciente rivalidad entre almohades y cristianos.

Quienes sean amantes de la novela histórica deberían acercarse a El sanador de caballos, de Gonzalo Giner: radiografía de la sociedad medieval. Inmersos en plena reconquista de los reinos cristianos, a lo largo de los numerosos pasajes de la obra desfilan personajes diversos en los que aparecen la envidia, la ambición, el amor o la lealtad como valores.

Guiado por los sabios consejos de un maestro llamado Galib, nuestro protagonista aprenderá el noble arte de ser veterinario, hippiatra o albéitar (veremos cómo algunos prefieren usar unos términos frente a otros).

Con sus hermanas secuestradas y tratadas como esclavas, Diego no pierde la esperanza de verlas algún día, enfrentándose a quienes se las llevaron. Para ello se empeña en medrar social y económicamente, convirtiéndose en un magnífico sanador de caballos.

Antes de lograr tal propósito, Diego caerá en las redes de la mujer de su maestro Galib (la bella Benazir), huirá y se adentrará en un monasterio cisterciense tratando de incrementar sus conocimientos, así como aunará valor y pasión a partes iguales.

En definitiva, la novela de Gonzalo Giner cuenta con todos los ingredientes necesarios para ponerse cómodo y disfrutar de una agradable lectura. Saber y ciencia como ejes temáticos enganchan al lector en busca de respuestas a los conflictos planteados, sin que nunca decaiga la acción.