Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Mientras afuera resuena Chet Baker

Escribí un filamento un instante congelado
Retuve el aliento bajo el agua
No se puede corregir el tiempo no se puede corregir
Todo el tiempo no se puede corregir
Y seguí cuidando mantener viva a la libélula
En su anticuario demolición capturando los acaecimientos
Vespertinos que olvidé en una antigua mole de angustia
Disfrazada de relojes las deshoras montunas
Que apaciguan la zaga terrorífica el aparente desorden
Abstrusa carente de veneración la veleta se quiebra
Fuera de los márgenes lo permisible estuve
Camúflate entonces ensaya la sumisión que desata
La investidura horrible de la raza acostumbrada
Incendiar paraderos puentes hitos
Fumar la tarde eunucos
Fumar el tiempo no se puede corregir
Todo el tiempo no se puede corregir
Lisiado corre corre vuela lanza sé en trinos delgados
Sagradas hondas parte tu cabeza coagula
Sangre como cascada esbelta tu extensión
Delicada tu condición medusa asexuada
Madrugada mañana es otra idea delgada
Como las otras mañanas como las frutas maduras
Que se cayeron tempranas como las nubes solitarias
Como un fragmento como una libélula en duración
Escribí un filamento un instante congelado
Retuve el aliento bajo el agua

 

Anales de la inquisición

“Hay solo dos países: el de los sanos y el de los enfermos
Por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad
Pero, a la larga, eso no tiene sentido”.

Enrique Lihn

El demonio el trovador más sabio del mundo
Asienta su peregrinaje en la aldea
Vestido de bardo emplea sus dotes de poeta
Para enamorar a las efebas de mentes abyectas
Adecua su tono y modula su voz conmueve a las masas
Con esas letras ramplonas seduce el velo de las doncellas
Dementes las más bellas han sido deshonradas
El agravio con que las trastorna me conmueve
De facilidad de palabra y engreído
A veces se empecina en librarme proponiendo
Confort libertino una ambivalencia prestigiada por los años
Cofradías entuertos y desde luego la carne
Simulacros de adoración yo le doy
Mientras tanto— sé que puedo obtener mucho
Acerca de cómo ir domesticándolo en mí mismo
De tal modo que coexista con mi lado de absoluto
Sin perjudicar ni sacrificar mi devoción por un cuerpo en específico
Puedo ser el peor de los simios pero escucho todas sus canciones
En su voz muy suave y calurosa
Y no se me nota

 

El hombre absurdo

El hombre absurdo
Me rodea con sus causas aparentes
Me señala
Transita y me sonríe como a cualquiera de sus colegas
Trata de ser agradecido conmigo
Por festejarle su sarcasmo
Me echa un par de monedas
Yo estrecho el muñón de sus manos robadas
De bisutería y telenovela
Casi me aprendo su guión de un tirón
Por esta noche
Porque hay que aprender el lado comercial de la vida
La vida se encuentra en una situación difícil
Por un lado intenta reivindicar a la soberbia
(de la humanidad)
O más bien consentir el descaro de lo Eterno
Ninguna de ambas las aprehende el hombre absurdo
Él solo sabe de sus cosas del trabajo y su jubilación
No hay misterio para él
Él sólo conoce cada domingo de la clemencia de Dios
Y de la vida eterna

 

Penumbras

Algo tiene que existir
Mi maleficio mi brevedad sombría?
La cólera o el clima mi bufanda y mi pañuelo?
Algo debe preexistir a la partida
Alguien debe haber pasado por aquí
Antes que yo antes que mi muerto se levante
y no encontrare a nadie en mi tumba
Debió existir el milagro la estación los frutos derramados
Sobre la pradera y el molino del hombre
Alguien debe estar buscándome
O es vida o es locura
O una mano inaprensible…

(de La noche que no has de habitar, Ediciones Orem 2011)

 

Canto Tres

Un vagón cargado de huesos está cruzando el pueblo
En él millones de cadáveres, recogidos
De anteriores estaciones se dirigen
Hacia el crematorio de la muerte
Su última estación.
Se aproxima a su próximo destino, tu pequeño pueblo
Se percibe
En el cielo la negra humareda, tóxica,
Cada vez más inmediata.
Es el último tren
El que te viene a recoger
Sube, no lo vayas a dejar

 

Canto Nueve

Yo también fui un hombre
Un pobre ciego desvalido
También un vagabundo perro que ladraba
Ante la faz de una luna ensombrecida
Esa era mi vida
Enemiga y sin rumbo
Yo era reservado y triste
Eso es todo
No hay nada más que decir
El desasosiego es una forma de vivir
A la espera inútil de algo
Quizás atardeceres
Quizás la desdicha
Ahora estoy viejo
Y en el viejo laberinto (del olvido)
Busco desconsolado a la fiera
No la hallaré no es cierto?
                Me lo han dicho
En mis noches seniles
      Tanteo lo desconocido
Yo maldigo al helado resplandor que me cegó
Y a todos los que me robaron
Un día más de redención
De saborear el vino bajo los muelles
U otra filosa tarde de arribo marino entre los juncos
Y aunque ahora sea muy tarde
       para buscar explicaciones
Busco a esa siniestra mujer que se suicidó
Dejándome manías y mañanas frías
En el peor y definitivo invierno
El mar nunca ha sido dulce
Eso es todo
Mi barca en el fragor sonambulesco se ha roto
Y por sus grietas se filtra un sabor nocivo de mosto
Oigo el canto temido de las inexistentes sirenas
Que seducen al viajero con sus encantos
Y bien podrían ser las lechuzas timadoras
Que ríen de mi provisorio retrato
Lo sé
        Porque esta vez parece que me esperan
Porque aún soy un hombre
Y como tal
      Anticipo mi condena

 

Canto Veinte

Domingo estampado en souvenirs
Turnándose ocasos al trayecto de regreso
Delicioso hálito de los cantos marinos
Cielo rodado el mantel del firmamento
Albergando espacios nubes viajeras
Robado de algún cuadro familiar
La tarde colecciona espectros
Y la costa recoge lo que es suyo

(inéditos)