Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Poema egoísta

Yo, que cuando estoy invitado toco la puerta;
que cuando soy extraño a la casa
profeso la teoría de la destrucción de las paredes;
que cuando tengo permiso dudo,
me hago ajeno sin querer.

Yo, que los tributos los pago en sueños;
que mis poemas predicen el futuro,
que me hago madrugada, repito palabras,
decoro el espacio, le doy sangre a las estrellas,
y siento unas ganas terribles de visitar otros planetas.

Yo que me sé inocuo,
y me reparto en partes iguales
todas igualmente inconsistentes.
Yo que no escribo porque quiero.
Yo, yo, yo, yo y mis diálogos internos.
Yo que me acompaño todo el tiempo,
y termino odiando mi presencia.

Yo que pueblo mis dudas y las hago volcán
cuando son brisa y lluvia fresca.
Yo que escucho tu voz y me alegro,
pero es muy tarde, no era tu voz, era un eco.

Yo que no puedo entregarme entero
por temor a ser granada;
y condeno mi cuerpo a ser distante.
Yo que he sido un mal amante,
yo que sólo quiero poder arrepentirme sin remordimiento.
Y no puedo.

 

Irreversible

Tú sabes;
Voy a abrir esa puerta,
cruzar ese río.
Arando el agua
con mi yunta de glóbulos rojos.

Sabes que voy a esperarte en la frontera.
No hay vuelta atrás en mis mapas.

Sabes que voy a caminar sobre el agua.
He estado a punto de ahogarme otras veces,
no me importa,
es un asunto de los cromosomas.
El X en este caso.

Toda la irracionalidad
de la que soy capaz
cabe en un haikú.

¿Crees que la paja flota en el agua?
En mis fronteras
la paja es de adamantio.

Sabes que voy a caminar sobre el agua,
sólo tengo que volver el río en hielo
¿Como lo hago?
Bueno, ese es otro cuento...

 

Desde el León

Nadie da paso en la redoma de La Castellana.
La bandera de Venezuela debería ser azul caribe,
verde con estrellas de arena.
Son las tres.
Sólo necesito un par de cervezas
para este último y primer poema.

Veo esta ciudad y entiendo,
eso de dormir la calle que dice el amigo poeta.
A mí me provoca abrazarla,
decirle que todo va a estar bien,
que el verde sigue allí,
que hay garzas en el Guaire.

Yo creo que la ciudad me entiende.
Se ríe conmigo cuando empieza a llover.
Sus habitantes corren asustados por el agua.
Pedazos de noticias muertas sobre la cabeza.

Esa montaña, ese árbol y esa plaza
llevando con dignidad su circular decadencia,
sacuden raíces en la lluvia, limpiando piel,
como diciendo ven, pon tu cabeza en la acera y muere.

No vine a ver este amalgamado mestizaje,
que se deshace al menor contacto con cualquier solvente.
Me detuve en esta plaza para esconderme,
en una trinchera verde y esquivar las esquirlas
de la granada verbal,
que cada tantos días explota en mi cabeza.

No me asusta la explosión, pero las esquirlas...
se clavan en la garganta,
yo cicatrizo mal.

Tengo sed, el sol Caribe calienta y refresca a la vez.

Gracias Heráclito de Éfeso, gracias Panta rhei.
Nunca he estado tan contento de ser una larva,
de ser un gato negro, un perro de la calle.

Gracias viejo oscuro, por ese hermoso ahora
que no existe
y este mañana que pasa mientras
voy escribiendo.

Yo tan viejo y pensando en naves espaciales,
en casas bajo el agua,
en templos perdidos y animales salvajes.

No escribo más,
mi último y primer poema.
Tengo otra cerveza
y la hermosa idea de una bandera caribe,
verde, con estrellas de arena.

 

Llamada ajena

I

Las palabras que te llaman
brotan ardientes.
Mi garganta las cuela,
las filtra mi piel,
que brevemente te extraña
y se sabe ajena a tus poros,
pero te extraña igual.
Te quiere desnuda,
Sonriendo,
sin costuras o etiquetas
y se pregunta si me piensas igual.

 

II

Mira las luces que nos llaman.
Es de noche,
no puede ser de otra manera.

Mis latidos te llaman gritando;
en su palacio de membranas temerosas
angustiadas por tus venas.
Y por tus ojos,
que me miraron una tarde
entre sorbos de café amargo y dulce.
Tuyo,
profundamente tuyo,
un jueves cualquiera.

 

Sueño

Desperté y era poeta.
No supe cómo pasó.
Desperté una noche tranquila
y era un animal con piel de versos.

Aprendí la palabra hogar
mirando nidos fluorescentes sobre árboles espinosos...
Cuando llovía, escuchaba bajar los cerros
y reía con los truenos que asustan a los viejos.

Amaneció, gané un puñado de inconformes poetas
alegres por los versos ajenos.

Me sentaba callado en las fiestas
incapaz de hablar en ritmo.

Miraba desde lejos y me pensaba descalzo
persiguiendo la lluvia frente a las olas de playas vacías.
Nadaba con miedo entre las algas y no temía a las alturas.
Pisaba espinas y la arena en silencio cerraba mis heridas.

La alegría me hizo canción.
El blues es la poesía de la música,
El jazz, la filosofía.

Este pobre animal
desesperado por significado.

 

Maldita poesía

Maldita poesía:
triste atardecer el de tus ojos;
Hábitos sonoros los de tu piel alumbrada,
azul en desespero, roja en ganas.

Maldita poesía:
me entregas el universo conocido
a cambio pides mi alma,
un alma armada que no tengo.

En lluvia de luces te llamaba
ansioso por tus angustias,
esperando el cauterizante ardor de tus navajas.
Yo te canto y no me sabes,
te llamo entre reflejos mudos de distancia.

Alegre,
cuando sonríes brevemente
como si yo estuviera
e hiciera girar el mundo con mis versos
y la gravedad fuera una rima de tambores de agua.
Pero volteas,
te ríes en secreto con otros
helado, incomprensiblemente vacío me dejas.

No es sabiduría tu silencio,
tu, profeta de agujeros negros
tus frases llenas de pena las conozco;
y sin saber eres más mía de lo que quisieras.

Maldita poesía:
Si huyo es para que me busques con más fuerza.

No hay flores en la tumba del poeta.
El epitafio es lo que cuenta.