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Poemas

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¡Yo me comprometo,
y me comprometo!

Siempre y cuando
Tu soledad duela tanto como la mía
Y ya lleves mil noches sin hacer el amor,
Y recuerdes amargamente un cariño malo de vez en cuando,
¡Yo me comprometo,
Y me comprometo!
A aceptar tu madurez que cuelga bajo la ingle,
La intolerancia detrás de cada tosecita,
El calor violento de una juventud combativa,
Esa que con vino y vodka
Se aplaca,
Pero no se acalla.
Que pasan los años,
Pero tus ojos lascivos,
Miran intensamente
Las piernas suaves
Que aún me acompañan.
Me comprometo,
A bailar en las noches de angustia eterna,
Para juntar sentido cuando ya no lo exista.
¡Me comprometo!
A dar confianza entre una luz de una vida resuelta,
A cambio de tangos tristes
Cargados de pasión insatisfecha.
Quizás cuantas noches seguras despreciaste
A cambio de esta incerteza digna,
La verdad es que está al alcance,
Pero son pocos los que cruzan el río
Sin importar la asonada
Que viene cuando se sigue el deseo.
Se deseó ese instante,
Y quedó entre pasillos,
La experiencia rica de ser admirado
Eternamente
Bajo faldas más y más
Juveniles.

 

Insomnio I

y el suelo nocturno sudado de zapatos cansados,
testigo de múltiples historias contadas
ninguna vez.
la naturaleza de una quietud letal,
aguantando siempre la exhalación,
cuando experimenta sordos pasajes en el alma.
uno que otro grito áspero,
que es alcanzado por un aullido
y otro,
mientras,
desvelada en mi cama
pienso en que Historia amable-furtiva-fugaz
se cree mi nena.

 

El emperador

Te buscaba por eternidades,
Entre el glaciar y la pampa ondulante,
Refugio de vida itinerante
y milagrosamente penetrante.
Estabas en lugares comunes entre el plumón y el tinterillo.
Mas creía que tu silencio era hidalguía y profunda admiración
A la verdadera sabiduría.
Tu silencio delataba tus dientes apretados
mostrando la diestra que sujeta tu cinto de castidad.
Y tu báculo, era el saber entre cuatro paredes
Entendidos por mí y solo por mí,
Pecado hedonista al saber por saber.
Tu trono era el compromiso adquirido por años de años,
Y tu juventud no delataba tu paternidad temprana,
Tú, misterio y testimonio de tantas vidas
Tenías en un instante, el bello regalo de la admiración secreta
Y del amor más puro que había sido arrebatado
Por aquel que pretende ser salvador de almas nostálgicas.

Tú, perro fiel y guardián de un compromiso lacónico
Comprendí que tu hidalguía,
Es refugio endeble de tentaciones burdas
Y un rincón tortuoso para llorar
Las veces que el amor se te presenta
A modo de tormenta
En realidad es la oportunidad bella y milagrosa
Que gimes en noches de luna,
Para volver a vivir lo que significa la vida.
Pero tú eres un emperador
Y si la pena te invade,
Irás a la torre a llorar
Cada tormenta que te trae noticias
De una eventual felicidad.