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Ay, Poesía, no te rajes en Guadalajara

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Chile en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara

La Feria Internacional del Libro (FIL) más importante en idioma español se celebrará en Guadalajara, México, el 24 de noviembre próximo, en su 26ª versión, y recibirá a unos 70 escritores chilenos, ya que Chile es el país invitado de honor este año.

La representación chilena va más allá de la literatura, como suele suceder en estos eventos mega culturales, aunque las editoriales trasandinas presentarán más de 20 mil títulos.

Chile, una larga y angosta faja de loca geografía poética, acudirá con una delegación de unas 300 personas dedicadas al arte, gastronomía, música, ciencia, cultura, teatro, y ocupará más de 900 metros cuadrados de territorio mexicano en la FIL.

La lista de autores, poetas, narradores y artistas es larga y farragosa como toda enumeración, y ante el temor de olvidarnos de alguno de los presentes omitimos el paquete, y confirmamos que Nicanor Parra no viajará por problemas personales de tiempo, ya que el 5 de septiembre cumplirá 98 largos años. Es el buque insignia de la armada literaria chilena, pero se quedará en las frías aguas del Pacífico central, en la cordillera de la costa chilena. En su representación, estará una muestra de sus Artefactos.

Es hora de que los nuevos pinos asomen en el paisaje literario chileno y se mezclen con los viejos robles acostumbrados ya a permanecer en el tiempo con sus gruesos troncos mirando al mar y a los lagos, también el desierto y las polis debieran aportar su deslumbrante lenguaje reciclado.

Entre los participantes figuran viejos exiliados de la prosa chilena en México, vueltos a desembarcar en Chile y un emblemático jugador del Tarot y autor de otras suertes y psicomagias. La nutrida delegación podría homenajear a Roberto Bolaño, insigne residente en el DF y autor de dos novelas que nos cuentan sobre México y más. También a la Mistral, pionera en la educación azteca y a Pablo Neruda, quien editó su Canto general, clandestino y facsimilar, en México en 1950.

Son los viejos lazos inmutables con el México literario y profundo, país de asilos e imán para escritores y artistas de todos los continentes. ¿Cuándo presentará México una muestra de los escritores que han vivido en tierras aztecas y escrito grandes novelas, libros de poesía y obras artísticas singulares?

Carlos Fuentes, al morir, en su libro póstumo Personas rayó la cancha literaria en América Latina cuando afirmó en su última palabra: “Sin la aventura poética de Neruda no habría literatura moderna en América Latina. Su enorme alcance se debe a que asumió los riesgos de la impureza de la imperfección y, también, de la banalidad”.

Hace un tiempo leí o creí leer que Chile destacaría en Guadalajara a sus poetas, por el indudable valor y reconocimiento internacional de su poesía, una trayectoria impecable desde el siglo XX, que ha renovado la lírica en el idioma español. Quizás fueron los mismos cantos de sirena que escuchó Ulises, la Mistral, Lihn, Teillier, Bolaño y todos los poetas perdidos en búsqueda de Chile y sus alrededores. Los programas feriales pueden cambiar, pero la poesía mantiene sus tradicionales cimientos entre la rosa y la espina, y el poema nunca sangrará por la herida. Y qué olvido amnésico histórico de los organizadores con la Diáspora poética, que aún permanece en distintos países del mundo anclada en las viejas raíces del futuro, es un problema eterno de una burocracia recluida en su propio alzheimer.

Pareciera que el término feria es tomado al pie de la letra para una fiesta de la cultura y culto al libro, que se debate entre el papel impreso y la palabra digital. Feria encierra y se traduce en los diccionarios entre varias acepciones de una misma rama: “Mercado que se celebra en un lugar público y en determinadas fechas para comprar y vender todo tipo de productos, especialmente agrícolas y ganaderos”. Desde luego no estamos frente a esta dimensión, porque el libro tiene otros alcances como la cultura a grosso modo. En México, feria se reconoce como dinero suelto, cambio.

Las ferias nacieron en América Latina en Portobelo, Atlántico panameño, en 1606, y durante un siglo y medio el imperio español enviaba en sus galeones desde el virreinato del Perú el oro y la plata al istmo, desde donde se transportaba a la metrópoli. El 60 por ciento del oro español, saqueado de las colonias del sur, pasó por Panamá.

La poesía es un fantasma en los mercados, el mejor poeta vende dos mil ejemplares, la gente encuentra que es un género difícil, poco interesante, y sin embargo diariamente utiliza la palabra como un comodín, esto no es poético, carece de poesía, ponle un poco de poesía.

El oro relucía en las playas de Portobelo y la plata llegaba serena a las arenas y costas del istmo, menos brillante, más modesta. Impensable desembarcar con libros de poesía en cualquier puerto del mundo, sería una puesta de escena extravagante, desconcertante para cualquier mercado. Quizás los originales de Shakespeare, Dante, Neruda, Whitman, Rimbaud, Kafka (que esperan aún su destino en Tel Aviv), Borges, Quevedo, Voltaire, Rulfo, Freud, Proust, Martí, Trakl, Pushkin, Canetti, tendrían un valor en el mercado más allá de su obra.

¿La poesía es un artículo suntuario, de lujo, de feria, un subproducto del siglo XXI? ¿Las decisiones de los burócratas empujan a poner la cabeza en el horno a las Sylvia Plath, ahí donde se quema el pan de la poesía o para seguir siendo fuego eterno de los dioses? Al mercado de las pulgas con el insignificante poeta, alguien reciclará un par de versos para una novia oculta detrás de la cortina y escuchará las campanas del Big Ben privatizado. Oh poesía, te rindes ante el mercado salvaje / mi piel roja reclama tu cabellera / mírame con tus decadentes ojeras / mar muerto de mi prosa / arruínate en mis brazos / pero no me abandones / musa estoica faisán desplumado / vuela, vuela, querida / todo se paraliza ante tus ojos / niebla, sol, nieve / la misma primavera es tormenta / de palabras y palabras / sal de estos días. No te rajes, digo, Poesía. (Rolando Gabrielli).

No te rajes, digo, poesía, de alguna manera estarás en la tierra de Jalisco, allá en Guadalajara, Guadalajara.

Los preparativos continúan en México y Santiago de Chile, para la gran fiesta del libro y la cultura. Pero no todo es miel sobre hojuelas, una delicia en el paladar, que significa, a mi manera de ver, no hay problemas en el camino, tránsito libre. Pero no es así. Las escritoras Isabel Allende, último Premio Nacional de Literatura, y Marcela Serrano, no aceptaron la invitación del gobierno chileno de participar en la FIL 2012. Marcela Serrano argumentó políticamente: “No deseo que mi larga y buena relación con los lectores mexicanos se vea mediada por un gobierno al cual no apoyo ni me representa”. Agregó además: “El gobierno incluye a personas que provocaron el apagón cultural de Chile, utilizaron la censura e intentaron aniquilar los pensamientos distintos al oficial”. Isabel Allende fue más diplomática, porque se excusó por “problemas de agenda”.

No son las únicas en señalar que el camino a Guadalajara no está empedrado de buenas intenciones. Una lista abierta de unos 140 escritores, editores independientes y artistas chilenos, aluden a la importancia del evento, tanto comercial como cultural, ya que es visitado por un millón de personas. Los firmantes de este manifiesto de rechazo a la organización y escogencias chilenas, sostienen que las dos características señaladas del evento dificultan “configurar una delegación y un programa que resulten representativos”. Son razones, de acuerdo con la Declaración Pública para un programa de Chile en la FIL más representativo, para “que el proceso de construcción de este programa y de selección de los autores que representarán a Chile, sea conducido de manera transparente e informada”. Según la declaración existen seis falencias en la programación y escogencia de autores y editoriales:

  1. Un enorme centralismo en detrimento de la diversidad regional del país.
  2. Una discriminación casi absoluta de los editores independientes, quienes publican gran parte de la literatura nacional.
  3. Una representación inexplicablemente baja de poetas, quienes constituyen quizás la tradición cultural más importante del país.
  4. Una escasa o nula presencia de ensayistas y críticos literarios nacionales.
  5. Una homogeneidad excesiva de los temas abordados en las mesas y paneles de discusión, eludiendo problemáticas políticas y culturales fundamentales del Chile actual.
  6. La FIL será sede del encuentro Otra Mirada, de libreros y editores independientes de Hispanoamérica, y no existen facilidades efectivas para que Chile participe de manera activa en este evento.

Por ninguna parte aparecen los escritores, de cualquier género y tiempo, que carecen de editores por la rosca existente en el gremio y en el mercado.

¡Viva México!