Artículos y reportajes
“Chulapos mambo”, de Juan Carlos Méndez Guédez
Juan Carlos Méndez Guédez
Chulapos mambo
Casadcartón, Madrid, 2011; y
Lugarcomún, Caracas, 2012
Tal vez la lluvia de Madrid

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Cuando pienso en la obra de Juan Carlos Méndez Guédez me viene a la memoria un recuerdo regalado por sus propias palabras: es una visión aérea de una gran ciudad en la que el ruido del movimiento va menguando lentamente a medida que su voz, siempre esquiva a descripciones ampulosas, se acerca a un barrio periférico. En el barrio hay una avenida relativamente grande repleta de comercios y de niños paseando en bici, uno de esos chicos gira en una de las callejuelas que rodean la avenida y llega hasta una placita repleta de personajes que esperan a que la mirada de Méndez Guédez se percate de la existencia, divertida o anodina, que él quiera otorgarles. El chico deja la bicicleta en un portal de aquella plaza y sube las escaleras del modesto edificio; antes de entrar, otros tantos personajes empiezan a vibrar en el recuerdo del autor, a pelear dentro de su mente por ver qué conversación, qué mirada, qué caminar inspirará la acción de las siguientes páginas. Es así como me gusta imaginar el universo narrativo de Juan Carlos, como una pelea de personajes luchando por protagonizar una de sus historias, pues una de las características fundamentales del narrador es la meticulosidad en la construcción de los perfiles humanos que aborda, sustentada en una suerte de recuerdos, da igual que sean reales o ficticios, que conectan con los del lector a un nivel casi arquetípico. Por eso, aunque su obra se centra en temas tan universales como el amor, la infancia, el desarraigo, el viaje, el extrañamiento, lo desconocido, es esa conexión tan íntima con el lector, a través de pequeñas escenas de la vida cotidiana que representan sus personajes, uno de los motivos por los que su obra ha sido ubicada dentro de la narrativa sentimental hispanoamericana.

Méndez Guédez invoca a esos personajes de la sentimentalidad y nos regala una narrativa cuyo telón de fondo es la poética del viaje y su consecuente recuerdo, fundamentado en la transición geográfica: Barquisimeto, Caracas, Tenerife, Salamanca, Madrid, y que casi siempre está impregnado de nostalgia sobre el amor y la niñez, rabia sobre la mala política y la miseria humana, desconfianza ante lo desconocido o lo fácil. Sentimientos todos relacionados con algún tipo de pasión empática que deposita con la habilidad que lo caracteriza sobre la voz de sus personajes.

Pero tal vez sea la lluvia de Madrid, extrañamente ajena a la humedad de ciudades como la de su infancia, la que comienza a gestar un tono distanciado de la empatía y le convierte en titiritero de lo grotesco para iniciar el armazón de este Chulapos mambo tan divertido como desgarrador, precisamente por la ausencia casi absoluta de compasión hacia estos nuevos personajes.

Podría decirse que Chulapos mambo es un punto de inflexión en la obra narrativa de Méndez Guédez, pues aunque seguimos encontrando la meticulosidad en los perfiles de los protagonistas y la sintonía perfecta entre todas las partes de la novela, en una construcción que tiene la complejidad de la transparencia —como diría Alfredo Bryce Echenique—, éste bebe de una tradición diferente a la de sus obras anteriores, acercándose más a la de grandes “chulapos” de la literatura española que inician su andadura en la picaresca para desembocar en el esperpento de Valle, el astracán de Muñoz Seca y el realismo español de Azcona o Berlanga.

Juan Carlos Méndez GuédezUn aspirante a escritor con ínfulas de estrella literaria, un espanta viejas que vive en la indigencia y un empresario mafioso que quiere deshacerse de su mujer, se unen para llevar a cabo un plan tan absurdo como el universo que les rodea.

En su andadura por las más disparatadas y divertidas situaciones la carcajada inicial que provocan estos tres tipos se va convirtiendo en una sonrisa fría cuando el narrador nos muestra sin tapujos la perversidad de sus motivaciones. Tampoco deja el narrador espacio al tópico ejercicio narrativo sobre la evolución de los personajes, sino que presenta magistralmente un escenario sobre el que bailan unas miserias preexistentes, provocando esa evolución en la reacción del receptor. Es aquí donde retoma esa relación íntima con el lector que caracteriza toda su obra, permitiendo que intervenga en el más peligroso a la vez que divertido juego que un escritor nos puede plantear: someter al personaje y su circunstancia a nuestro propio juicio.

El juicio que podemos establecer a primera vista es antipático, en el sentido etimológico de la palabra, pues el autor le pone a grandes miserias humanas como el egoísmo, la avaricia o la xenofobia, las ansias de poder o de fama, un gran espejo cóncavo con el que poder distanciarnos a través de la risa, creando una mirada crítica sobre lo pequeño de la existencia humana que el lector siente como ajena, gracias al lenguaje de lo grotesco.

Juan Carlos Méndez Guédez plantea en Chulapos mambo un interesante juego narrativo, arriesgado pero sólido, propio de un escritor cuyo bagaje y experiencia le permiten fusionar tradiciones, crear universos nuevos y extraer de la naturaleza humana una serie de perfiles que estimulan constantemente al lector.

Estamos por lo tanto ante una novela que plantea una nueva danza, la danza de un escritor maduro al que hoy por hoy le gusta moverse entre la erótica estridencia del mambo y la rígida acidez del chotis.