Muchos cronistas, críticos y ensayistas, hablan de las vanguardias literarias, sobre todo de las vanguardias poéticas, que son, yo considero, sin poesía, sin poetas, no siempre, por supuesto; veo con preocupación, como lector, cómo categorizan, clasifican, lo que no es menester, pues la poesía es un reino único, sea de nuestro gusto o no, se ajuste a nuestro espíritu o no, esas categorizaciones son como ramalazos, “modas”, que impone algún interesado en la “inmortalidad” de una reseña con foto, en un diario o una revista especializada, donde se le diga: maestro, usted es el bombillo urbano de esta “urbana” ciudad; por ese motivo cada día me acerco un poquitín más a esos poetas lejanos de la memoria de la gloria institucional, de aquellos que pasadas veinticuatro horas, desaparecen, cansados de tanto glorificarse con la sombra de otro que sí ha conseguido las palabras, la emoción, para construir su poesía, sin temor al abismo de un solo intento y que uno lo aprecia apenas abre el libro. Tal es el caso de Raday Ojeda, un poeta joven que escribe una poesía que se corresponde con su vida, su paisaje nativo, su tiempo, es decir, un hombre con raíces, por lo tanto, no tiene necesidad del “rebusque intelectual” para darnos su canto, su emoción, por lo que con cada mirada descubre en la región donde el horizonte es como el cielo:
DESCONOCÍA POR APREMIO del paisaje
la hondura
con que el estero y la nube
se tragaban el sol
...............................
Dios corretea por estos parajes
vestido de hierba.
Sobre el lomo de animales de agua dulce
intenta desmontar
el moho en la corteza
la mancha en torno al árbol
y dejar sólo su sombra
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...muge el animal
el pájaro
y la sal demanda
la oración
la lengua
oculta en la quijada
del espanto.
Ojeda vive en San Fernando de Apure, donde desarrolla una interesante labor como animador de la literatura venezolana, de encuentros, conversatorio, sobre la vida y obra de escritores de cualquier lugar del mundo, como si fuera un viejo maestro empeñado en señalar que la pesca no es en el río sino en los ojos del hombre. En su libro Tinaja de oscuro paisaje, El Perro y la Rana, colección “Breves de la poesía venezolana”, 2007, al cual corresponden los fragmentos citados, imágenes que constituyen un mundo que ha sido muy cantado pero que cada uno de esos cantos tiene su particularidad y los de Ojeda sobresalen porque tienen vestido distinto, follaje, aves, sonidos y sol, interminable, sobre el paso del hombre y las bestias:
UN PÁJARO
picotea
el lomo de la bestia
no hay sombra
es la hora vertical
el paisaje
revolotea
lejano y ponzoñoso.
necesario es agrietar la vida
suspendernos
sin preguntar siquiera
¿dónde queda el claro de agua?
Tinaja de oscuro paisaje reúne una poesía que distingue a su autor, de profesión abogado, animador sociocultural y de Apure, por eso su canto tiene los aromas de su tierra, la música de la sabana y el sol, el sol, interminable en su paso hacia la noche y el día del otro lado del mundo.