Puesta en escena
Érase una vez la paz
Yo reía
Era tronco de vivo pavimento
No vestía sayales con peste a extravío
ni escribía
manuscritos de guerra
Era una cometa con sueños a bordo
dueño de un itinerario libre de puñales
Hoy
no ha sido fácil entender
que se es un pendejo de cartón
Un mimo llorón con epidemia
Un enamorado
con el destrozo
a cuestas
Sueño inválido
Empuñé mis manos deshidratadas de fe
me vestí de ruegos
y tomé al hijo de Dios como rehén
para que no te marcharas
Heme aquí
La plaza
A C.S.
A la plaza La Soledad en la ciudad de Maracay
A menudo
suelo desviarme hacia ese ruedo
acampar entre sus gestos
de distancia
y retirada
El viaje
trepa la adopción
y su torpeza
el trasnocho de un afecto
y su equipaje
Evocar es un empleo tembloroso
solíamos felices
penetrarnos sin saberlo
Esa plaza
Pasajero
A veces
desde los asientos del autobús
me doy a los muertos
me ofrezco al azote
de aquello con esto
y su candela
Cual tripulante
adopto el disimulo
inquieto en el desvío
albergo en vuelo
estragos
y arrebatos
Por entero
en sepia oculto
dicha suerte se reduce
a no salidas
no paradas
no nada
Es como una ruina
Y aquí tan obediente
Viaje
Hecho renuncia
cierro los ojos
y lamo el sudor
De ausencias está ensanchada mi memoria
Para cuando vuelvas
habrá envejecido lo que fuimos
Sin silbidos a la orilla