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Mario Vargas Llosa y Silvia Lemus
Vargas Llosa y Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes.
Con homenaje a Fuentes inauguran La Ciudad de los Libros y la Imagen
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El escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, recibió el Premio Carlos Fuentes en su primera edición y recordó a quien fuera su amigo y a quien reconoce como pionero del boom.

El proyecto cultural más importante de la administración del presidente de México, Felipe Calderón —con una inversión de 550 millones de pesos—, La Ciudad de los Libros y la Imagen, fue inaugurado el pasado miércoles 21 de noviembre con la entrega del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español, al escritor peruano-español Mario Vargas Llosa.

El autor de La ciudad y los perros, novela que ha sido considerada la génesis del llamado boom latinoamericano, ingresó solo al patio central de la Biblioteca de México José Vasconcelos de La Ciudadela, en donde esperaban alrededor de 800 invitados especiales.

Tras los aplausos al Premio Nobel de Literatura 2010 ingresaron el presidente Calderón, Consuelo Sáizar, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta); José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Educación Pública; Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, y Silvia Lemus, viuda del escritor Carlos Fuentes.

La fiesta en honor a la reapertura del espacio, que albergará 220 mil ejemplares, se centró en los dos escritores: Vargas Llosa y Fuentes, a quienes se les reconoció como ejes fundamentales de la literatura latinoamericana.

Vargas Llosa agradeció el premio —dotado con 250 mil dólares— y centró su discurso en la figura del hombre que se hizo su amigo en 1962, año en que lo conoció.

“Vi a Carlos por primera vez en casa de un joven cineasta mexicano y en una situación francamente inesperada tratándose de él: empinado sobre una mesa, zapateando y creo que hasta cantando un corrido a voz en cuello y con algunos gallos. Era algo insólito, porque todos quienes conocieron a Fuentes saben muy bien que él no solía dar ese género de espectáculos. Por el contrario, cuidaba mucho las formas, la elegancia”, comentó provocando risas.

El autor de La fiesta del chivo no reparó en brindarle a Fuentes todos los halagos, a su obra y a su persona, e incluso hizo una aclaración: la verdadera obra que le dio vida al boom latinoamericano no fue La ciudad y los perros, de su autoría, sino La región más transparente, del mexicano.

“Se ha dicho que La ciudad y los perros fue, cronológicamente hablando, la primera novela del boom. Pero creo que sería más justo decir que ese papel pionero, anunciador del boom, debe concederse a la primera novela de Fuentes, La región más transparente, que apareció en el año 1958, es decir, cuatro años antes que la mía”.

Añadió: “La región más transparente fue acaso la primera novela latinoamericana que rompió el aislamiento en que hasta entonces nacían, vegetaban y morían tantas novelas”.

El discurso de aceptación también abundó en los contrastes de la personalidad de Fuentes. “García Márquez decía de su intenso rendimiento: ‘Y eso que teclea la máquina con un solo dedo, que si lo hiciera con 10...’ ”.

Así, Vargas Llosa recordó al amigo generoso con los escritores jóvenes, al cinéfilo inteligente, al hombre que solía esconder su dedo índice de la mano derecha, lastimado por escribir, el que provocaba una fascinación en las mujeres que se “desmoronaban en sus brazos”, situación que cambió cuando conoció a Silvia, hacia quien también hubo palabras. “Sin ella, difícilmente hubiera nacido esa obra monumental que ahora celebramos”, dijo.

Con la entrega del premio a Mario Vargas Llosa, la Biblioteca José Vasconcelos de La Ciudadela reabrió sus puertas después de más de un año de trabajos de remodelación, ampliación y recuperación de un edificio del siglo XVIII que se ha convertido en una biblioteca de bibliotecas, pues alberga alrededor de 220 mil volúmenes, entre los cuales están los miles que conforman las bibliotecas personales de cinco de los más connotados escritores y bibliófilos mexicanos: José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis.

Cientos de invitados especiales, entre los que se encontraban los hijos o familiares de los cinco escritores mexicanos a los que el gobierno mexicano compró su fondo bibliográfico, llegaron al recinto que fue intervenido con proyecto de los arquitectos Alejandro Sánchez y Bernardo Gómez Pimienta.

La Ciudadela fue definida por el presidente de México, Felipe Calderón, como una “biblioteca de las bibliotecas” y “un tributo vivo al conocimiento humano”, un proyecto, que dijo, se llevó mucho dinero pero “mucho menos de lo que se ha gastado en otras bibliotecas, sin las controversias que suelen acompañarlos” —haciendo referencia a la Biblioteca Vasconcelos de Buenavista.

El recinto, que además de haber reunido el trabajo de 13 arquitectos, entre ellos José Castillo, Saide Springall, Fernando Romero, Mauricio Rocha, Jorge Calvillo y Tatiana Bilbao, es un espacio en el que hay obra artística de Francisco Toledo, Vicente Rojo, Jan Hendrix, Jerónimo Hagerman, Betsabeé Romero, Magali Lara, Alejandra Zermeño, Dr. Lakra y Minerva Cuevas, entre otros.

Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, celebró la política de adquisición de las bibliotecas personales de la actual administración porque la suma de las cinco bibliotecas personales contiene una suerte de cartografía literaria y de construcción del pensamiento del siglo XX mexicano.

Como parte de esa política, el gobierno ha adquirido tres nuevos fondos bibliográficos: la biblioteca de Agustín Yáñez, que estará albergada en Guadalajara; la del arquitecto Abraham Zabludovsky, que se incorporará al Fondo México; y la de Julieta Campos y Enrique González Pedrero, que podrían disponerse en el espacio remodelado.

Con invitados especiales como Marie Jo Paz, Alberto Ruy Sánchez, Nubia Macías, Jaime Labastida, Gonzalo Celorio, Felipe Garrido, Martí Soler, Huberto Batis y Joaquín Diez-Canedo, ha quedado abierta al público una suma de bibliotecas personales que ya son patrimonio cultural del pueblo de México.

Fuente: El Universal