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Franzen dice en la FIL sentirse comprometido a “luchar por la novela”
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Silvia Lemus y Jonathan Franzen
Franzen recibió la medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus, viua del autor de La región más transparente.

El autor de Las correcciones (2001),quien considera que las redes sociales son “paliativos” ante la falta de una verdadera comunicación, conversó con su colega mexicano Jorge Volpi después de recibir la primera medalla “Carlos Fuentes”.

El escritor estadounidense Jonathan Franzen recibió el lunes 26 de noviembre la medalla “Carlos Fuentes” de manos de la viuda de este autor mexicano, Silvia Lemus, en la inauguración del Salón Literario de la XXVI Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).

Esta es la primera ocasión en que se entrega esta presea, que anualmente recibirá cada escritor sobre quien recaiga la responsabilidad de abrir el Salón Literario de la Feria del Libro de Guadalajara, la cita editorial más importante del año en lengua española.

El presidente de la FIL, Raúl Padilla, recordó que este evento literario “es una feria tanto del libro como de la literatura” y llamó la atención sobre la importancia de acercar grandes autores a los lectores.

Franzen (Chicago, 1959), colaborador de la revista estadounidense The New Yorker, dijo tras recibir la presea de manos de Lemus que era “un honor singular ser el primero del Salón Literario ‘Carlos Fuentes’ “.

“Tuve la suerte de encontrarme con él antes de su muerte. Esto es personalmente significativo para mí”, apuntó.

Franzen afirmó que está comprometido como escritor a “luchar por la novela”, un género en el que cree, que sigue vivo y que mantiene su vigor pese al avance de nuevas tecnologías y formas de comunicación.

Silvia Lemus, Jonathan Franzen y Jorge Volpi
Franzen: preferencia por los lectores reales.

“Mi propia vida ha sido tan transformada y enriquecida por la existencia de las novelas que siento este profundo compromiso de luchar por la novela como una forma”, sostuvo Franzen. “Mi comunidad son los lectores y los escritores”, expresó ante varios cientos de personas que le escucharon contestar preguntas del escritor mexicano Jorge Volpi y otras del público.

Explicó que siendo un veinteañero tenía la “abrumadora responsabilidad” que le cargó su familia de ayudar a otros, y decidió que lo haría “escribiendo una novela” que cambiara el mundo, un proyecto que con los años y una mayor madurez sustituyó por un compromiso real por la palabra escrita y dedicado a la novela.

Este género, señaló, “vivió su Edad de Oro” en el siglo XIX pero sigue vigente porque ha tenido una transformación formal y hoy es posible “amar a Jane Austen y a William Faulkner”.

Dijo que como escritor siente gran satisfacción por la posibilidad de estar cerca de “lectores reales”, con la que puede “conectar en lugares como México y Sudamérica” o en cualquier parte del mundo y que le ha traído estos días por primera vez a la FIL.

Preocupado por que el libro electrónico pueda generar en el público la creencia de que comprar un libro no debe costar dinero, Franzen se mostró crítico con el uso de redes sociales como Twitter y Facebook, a las que considera “adicciones” y un “paliativo” a la falta de una verdadera comunicación.

Reconoció, a diferencia de lo que sucede con la música, que un escritor “jamás va a conseguir una audiencia de 40 millones de personas” fácilmente para sus libros.

Pensativo, reflexivo ante las preguntas que se le hicieron pero también con gran sentido del humor, confesó que algunos de sus “héroes” son autores como Alice Munro o Don DeLillo, quienes hacen gala de “una especie de integridad por no tener grandes audiencias” que un mundo como el actual de famosos y celebridades.

“No hay nada que ser famoso me pueda conseguir, no hay nada que quiera que eso me pueda conseguir, excepto, a veces, una buena mesa en un restaurante en Nueva York”, dijo de sí mismo al respecto.

De sus vínculos con la narrativa latinoamericana indicó que hace años leyó a escritores como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes o Mario Vargas Llosa, y que hace poco ha vuelto a acercarse a otros como Roberto Bolaño o Juan Gabriel Vásquez, más jóvenes o contemporáneos suyos.

“(En Latinoamérica) hay una gran sofisticación formal, hay muchos menos juegos con el lector ahora. Siento que la nueva generación de escritores está encontrando un modo de solo ser seres humanos sin preocuparse de lo que la gente piense de ellos como colectivo”, indicó.

Una parte de la conversación giró en torno a sus obras más recientes, Más afuera (2012) y Libertad (2010), su novela más famosa.

De esta última, que transcurre cuando EEUU sufrió los atentados del 11 de septiembre en 2001 contra las Torres Gemelas, el mexicano Volpi dijo que Franzen “urdió un universo narrativo en el cual los zigzagueos vitales” de los personajes, en cierta medida semejantes a los de Guerra y paz, de León Tolstoi, mostraban “no sólo los triunfos y sinsabores de la clase media estadounidense sino la desazón suscitada por la presidencia de George W. Bush (2001-2009)”.

“En aquellos años empecé a sentir que todos (los estadounidenses) intentábamos ser responsables en nuestro discurso político para cuidarnos unos a otros y que el país estaba tomando ventaja de nosotros”, ofreció Franzen como explicación.

Confesó que en algún momento trató de hacer de ese libro “una novela política”, pero fracasó, y terminó yéndose por otros derroteros incapaz de imaginar “un republicano simpático”.

Franzen es autor de libros como Las correcciones (2001), con el que se hizo acreedor al National Book Award en Estados Unidos, Libertad (2010) y la colección de ensayos Más afuera (2012), en la que aborda asuntos sobre el estilo de vida contemporáneo y sobre la muerte de su amigo, el también escritor estadounidense David Foster Wallace, quien se suicidó en 2008.

Abierto en 1993, el salón de la FIL ha sido inaugurado en años anteriores por los escritores Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, José Saramago, Salman Rushdie, Orhan Pamuk, Jean Marie Le Clézio y Hertha Müller.

Fuente: EFE