Letras
Cinco poemas

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El descubrimiento de Érica

Te encontré en los caminos de la infamia,
ambigüedad precisa, continencia equivocada,
cambiándote de ropa en cada esquina.
Lamías mantecado, chupabas pirulí,
tu vestido blanco apenas disfrazaba
tus pechos de montaña rusa, tu vello de emperatriz.

 

Galán de la intuición

¿Cómo percibir el ser, amigo Husserl?
¿Cómo cambiar una vaca por un castor?
Amigo Husserl, tú predicaste
que la experiencia es la fuente de la lombriz.
El cerdo no es ganso, y el ganso
no es gallina. Lo que imaginamos
es lo que percibimos. Si digo tempestad,
¿por qué piensa ella en un sofá? Si ella dice
tendedera, ¿por qué no veo la sábana
blanca izada de un balcón habanero?
Fenomenología, Husserl, es percepción.
No hables más que secas el pozo de la razón.

 

Los ojos de Nietzsche

Grandes, grises, sinceros
hasta el derrumbe. Todo se deshace

en la crin de un caballo marcial.
Llámalo. Fantasmal. Llámalo

a su fárrago ya que Dios muere.

Ardiente,
con maldiciones y oraciones,
me acerco a ti, filósofo flotante
en la natilla de la historia.

Cercioras que el mundo es amarillo.
Sin sentido no es color.

Entonces púrpura, anocheciente
en las sanciones del bostezo.

 

Fin del mundo

Los frenos dilatados de tus ojos
van hacia la boca de Dios,
insaciable comelotodo,
gran artista del ocio y de la furia.
Los campos elíseos se sumergen
en los humos de las factorías.
Cae una lluvia de cenizas.
Hay un nido debajo del silencio,
nido llanto, nido escombro, nido nada.

 

Epistemología

Los músculos que ostentan los filósofos,
o se endueñan del tornasol
o van cayendo como grandes bolas de tul
a ahogarse en el semen de los verracos.

Languidezco en esos momentos post-sexuales
que evoca el fantasma salobre de los besos.

Rechazo el abuso de los truenos
y las cárceles de voces inalámbricas.
Que si Juan dijo eso, que si Martica
le impidió una paráfrasis cornuda.

Yo me voy con mi compinche
Soledad, la invisible, que pasta
en el jardín de las delicias y en efemérides
articula un buen tambor labial —
paquitipá, paquitipá-pá.

Que sigan Juan y Martica en riñas.
Cerca está el mar en guerra contra el litoral,
donde me encuentro yo
blandiendo la bandera de la lengua.