Artículos y reportajes
C. S. Lewis
C. S. Lewis. Fotografía: Norman Parkinson.
Vidas insospechadas

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Los grandes autores nos regalan aportaciones en cada obra; bien en una primera aproximación o en los sucesivos acercamientos hacia sus creaciones. De hecho, las novedades descubiertas no terminan casi nunca. Siempre hay posibilidades de nuevos comienzos. Los percibimos si escudriñamos de nuevo en un museo o en las diversas manifestaciones artísticas. Hoy me ceñiré a la relectura de un autor entrañable, C. S. Lewis; inquieto por las fantasías infantiles, por los sentimientos en general y por las relaciones posibles con otros mundos y vidas diferentes. Esta vez me fui Más allá del planeta silencioso, acompañado de sus personajes y ambientes. Los comentarios siguientes surgen del diálogo con esas recreaciones.

 

¡Contacto! ¡Contacto!... ¿Con quién y cuándo?

Los mapas sirven de poco en las experiencias existenciales. Las acotaciones hechas a pie de otras páginas, tampoco. Cada uno arrostra en solitario las pertinentes cuotas intransferibles de singularidad; son las que modularán la recepción y la asimilación de ideas y conocimientos. Nunca está uno de vacaciones en estos menesteres, quedará cercado por sus actitudes previas. Son momentos en los que echamos en falta el acompañamiento y la solidaridad.

Lo desconocido es un reto serio para el recién llegado. La torpeza une sus trabas a la indecisión y los peligros potencian la ansiedad; en esos instantes aún no fraguaron las confianzas. La entrada en nuevos recintos es progresiva, con enigmas incordiantes y la acumulación de apariencias inestables. Los escalones son indicadores de los diferentes niveles, con un muestrario y condicionamientos sorprendentes. Amenazan los resbalones y las precauciones quizá sean inútiles; las excesivas incógnitas dificultan las decisiones. Sobre todo, si las posibles ayudas están viciadas por la sospecha de intenciones maliciosas subyacentes. Sueños y realidades entremezclan sus sabores, dejan un regusto insatisfactorio y a la vez provocador.

Las zonas recónditas, sean planetas o ámbitos no explorados, nos impresionan los sentidos con sus coloridos, sonidos, clima y peculiaridades extrañas, que apreciamos al inicio de los contactos. Cada persona también nos transmite multitud de facetas desconocidas. Sin embargo, esas aproximaciones aportan una serie de señales, de por sí intrascendentes, que requerirán de una interpretación adecuada para su aprovechamiento. No basta con la mirada o el tacto, mientras no alcancemos la comprensión del suceso. Sueños o realidad, precisamos de los conocimientos previos de los predecesores y de la sociedad en general; actúan como la argamasa para el mantenimiento de la buena reunión de los fenómenos planteados. Así entresacamos la cuota de sentido a las experiencias. La actitud del solitario radical no es buena solución; esa frialdad de lo desconocido nos paraliza. De manera especial, si nos viéramos desplazados a niveles cósmicos, planetas o galaxias. Un mínimo de conocimiento es imprescindible para el abordaje satisfactorio de las relaciones.

De lo anterior destilan adictos para 4 tendencias. El mezquino, preso de agarrotamientos interiores, avaro de sus posesiones efímeras y en ocasiones meras elucubraciones. El aventurero, en pleno disfrute de la deliciosa novedad en movimiento perpetuo, hacia metas no siempre bien establecidas, si es que eso fuera posible. El poético, buscador de la belleza inusitada, a veces evanescente, pero siempre esquiva y un tanto irreal. El trascendente, encarado a las nuevas dimensiones, físicas o intelectuales, en una prospección retadora. La felicidad cobra diferencias para cada intérprete. “Los cielos que proclaman la gloria”, entrevistos en el cosmos; en contraposición a las visiones agoreras de mentes planificadas o acostumbradas a conductas mostrencas.

 

Hacia las... NUEVAS COHERENCIAS

El miedo o la curiosidad son puntos de partida, todavía sin argumentos para posiciones firmes; con el añadido de la primera impresión, constituyen el trípode de las inconsistencias. Si fuera posible, quizá escogiéramos la escapatoria hacia aires tranquilos, pero la duda acrecienta los problemas. ¿Tendrá salida este atolladero? Las sugerentes comparaciones con las ideas previas no presagian confirmaciones ni evoluciones favorables, predominan los sentimientos de amenaza. Digamos que, entre las novedades radicales, las sensaciones inquietan sobremanera.

¡Ay! Las formas circundantes adquieren autonomía, ángeles, demonios o simples alucinaciones; con movimientos, sonidos y colaboración entre ellos. El desconcierto configura humanoides o animaloides, en una distinción ambigua de similitudes y extrañezas. La precisión de sus comunicaciones traduce una realidad asombrosa. La comida hallada no lo parecía, y quién sabe el alcance vital de los otros elementos. Vegetales, animales o seres pensantes asoman por cada rincón con mezclas insospechadas. Al estilo de los jinetes, llega el momento de la decisión, al menos del rumbo y las actitudes propias; el principio de responsabilidad renueva sus impulsos. De poco valen los códigos aprendidos, aunque persista el bagaje personal. Ahora impera la revisión de las categorías para el aprendizaje.

La coherencia estaba ligada a la evolución de los mundos, con restos planetarios y vidas acomodadas a esos avatares. Las cualidades asentaban con sencillez en los formatos de los diferentes seres encontrados. Bajo morfologías nunca vistas, animales, seres larguiruchos y deformes, otros minúsculos y hacendosos de pocas palabras, cuerpos invisibles animados y entidades espirituales superiores. Dicho conjunto destacaba por su adaptación, conscientes de sus condiciones; cada grupo comprendía y asimilaba sus características. La felicidad iba acorde con su estado vital y la naturalidad de su cumplimiento coherente. La conciencia y sus razones servían para su equilibrio. La mentalidad suprema ejercía su papel modulador y las necesidades corporales perdían protagonismo. Eran existencias de dimensiones extrañas; por encima del excesivo aislacionismo de cada humano.

 

Códigos... innecesarios

Una conclusión predomina, lo que está escrito, estipulado y cuadriculado; atrapa la misma vitalidad espontánea y la transforma en un seguidismo limitado al cumplimiento de unos requisitos. El contraste con los nuevos mundos y seres encontrados, enseñaba la lección; una vida roma, al dictado de normas y basada en la estricta vigilancia, reduce su valía como experiencia existencial. El conocimiento propio y el de los demás seres, con sus razonamientos aplicados, facilitan el camino expedito hacia la felicidad diferenciada. No cabe duda, son empeños de otras dimensiones. Resaltan la mencionada armonía, un tanto alejada del conocido panorama humano. Convierten en innecesarias las excesivas reglamentaciones, que suelen incumplirse en un desbarajuste creciente.

La mentalidad positivista a ultranza, de un cientifismo siempre incompleto y con interpretaciones defectuosas, mutila las cualidades del hombre en su íntegra realidad, desarticula su existencia. Obcecados por esas técnicas alcanzadas, comprueban la imposible convivencia con el gran equilibrio de las vidas encontradas. La mutilación producida en sus enfoques mentales les delimitó como “hombres torcidos” venidos de la Tierra, despreciados entre sí y empeñados en misiones que apuntan hacia planetas en vías de desaparición. El concepto científico de una vida aislada y tomada como bien supremo es como no decir nada, con una meta de puntos negros elegidos sin tino. Aunque al final, si esa es la opinión forjada en libertad y mantenida con terquedad, no tienen sitio entre los seres equilibrados, a quienes no podían enfrentarse. Fatuos y desconsiderados, no parecen dispuestos a una rectificación. “Apañaros en vuestro mundo”, no tenéis sitio en estos ambientes.

El principio y el final de las vidas están sumergidos en el fondo de los tiempos cósmicos, en dimensiones aún no exploradas ni apenas intuidas. Como seres limitados, las interpretaciones de las presencias detectadas permanecen en forma de pensamientos inabarcables; tampoco los significados corren mejor suerte. Lo insospechado de dichas realidades convierte la experiencia en fascinante y permite unas sensaciones en cuyo fondo no tenemos entrada. Estamos abocados a una disyuntiva crucial, la elección de unos modos de comportamiento; sin perder de vista los enigmas, abiertos a unas realidades que nos superan. Nadie está capacitado para un conocimiento absoluto de esos alcances. La creatividad personal enlaza con aquellas dimensiones, bien con actitudes orgullosas o esperanzadas, dispuestos o rebeldes, pero con aires propios intransferibles.

Quizá sean sustanciosas las siguientes:

Querencias

Potentes luces cósmicas influyen
En las redes humanas de alta tensión,
Radicales cruces de fascinación,
Que potente directriz distribuyen.

Ilusionados de noble condición
Para contactos vitales que brillen,
El gran visado existencial construyen,
En la buena sintonía de su versión.

Entre los ecos supremos incluyen
A ese rufián vil de un egoísmo ramplón.
Aunque de su déspota interior huyen,

Tocados por nuevas artes de creación.
Quizá dichas desvergüenzas desmayen,
Abrumadas por los fondos de ilusión