Artículos y reportajes
Cósimo Mandrillo
Cósimo Mandrillo.
Cósimo Mandrillo y un camino que anda

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Atrapado en la imagen del mundo del agua, de los pobladores de un mundo de agua, el poeta Cósimo Mandrillo logra la huella que perdura en dos lenguas (la traducción al wayuunaiki corresponde a José Ángel Fernández) en el viaje de los ojos en un pequeño camino que serpentea en la piel de la tierra de los vientos; el hombre se descubre en Sa’awa, curso de agua, río, caño o vena de la tierra de la Goajira. Tengo ese universo en mi casa, el libro que me revela la emoción de lo desconocido: Sa’awa, donde el hombre deja su canto, las ventanas que su corazón emocionado le brinda en ese momento estelar en que el hombre cuaja la belleza en las palabras, la belleza que tiene la vida, la belleza que tiene la muerte; no percibe término medio, la vida y la muerte, florecidas en la poesía, cual corresponde, cuando los pasos, sabemos, no se cuentan de regreso sino cuando se va, al punto donde la conquista, la alegría y goce, es haberlos dado, cada pisada queda en lo que el tiempo no se puede llevar:

Sa’awa

1

Nada como Sa’awa para meterse en lo líquido

En el refunfuñar de las olas
El mar es el delfín que parpadea en la claridad del día

Sa’awa tiene botes que hinchan el agua
Mar abajo
Y reflotan el silencio cansado de la tribu

Sa’awa está ausente del cielo
Aquí todo es surco y arena
Mundo de primera vez

“Sa’awa”, de Cósimo Mandrillo
Sa’awa
Cósimo Mandrillo
Ediciones del Instituto de Cultura del Estado Monagas, 2011
Maturín, Monagas, Venezuela

De primera vez es también la vida, el hombre es un caballo que corre y se cansa en la muerte, no tiene otra oportunidad de respirar, ahí radica el milagro de la poesía, la señal del hombre en el mundo; Mandrillo es un poeta que se refunda, constantemente, en esa isla, la única que no se borra de la memoria del mundo: la poesía, simple y llanamente, en la poesía. Su ya larga vida intelectual viene acompañada de una respetable obra ensayística y poética, vive en Maracaibo; doctor en literatura hispanoamericana, promotor cultural.

Pero volviendo al mundo de Sa’awa, para despedirme y dejar mi aplauso a este honorable poeta, a este poeta, palabra difícil de pronunciar, frecuentemente, en este país donde las propiedades de otros son usadas como propias por forajidos, pilluelos, gloriosos de la gloria de los demás, como si sólo vivieran ellos en las ventanas de este planeta tan pequeño, dejo a ustedes, queridos lectores, esta maravilla:

Pescador

Viaja en el salitre
El mar lo tiene a su merced
Golpea sus rodillas
Lo ata con su propia cuerda
Lo moja de otra soledad
Lo dispersa en el cielo