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Vladimir Nabokov
Vladimir Nabokov.
De nínfulas y peregrinos

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Estados Unidos es un país que ha alimentado un rico bagaje cultural con aportes fundamentales de artistas y corrientes foráneas. Con el caso de Rusia o la extinta URSS han surgido ejemplos excepcionales tales como la danza-ballet El cascanueces en épocas navideñas, creada por Piotr Illich Tchaikovski, el afamado videojuego Tetris diseñado por Alekséi Pázhitnov o, en el caso de la literatura, Lolita, escrita por Vladimir Nabokov, llamada por algunos críticos como la auténtica novela estadounidense. Nabokov (1899-1977) dejó escrito un compendio de novelas, colecciones de cuentos, autobiografías y libros de crítica literaria, pero es Lolita (1955) la obra que lo encumbró como un autor reconocido, y dicha novela mereció dos adaptaciones al cine de Hollywood, la primera de Stanley Kubrick en 1962 y luego por Adrian Lyne en 1997.

El término lolita fácilmente nos traslada al estereotipo de una linda jovencita con aires de mujer perversa. El mismo Nabokov, a través del personaje principal de la trama, Humbert Humbert, las define como nínfulas o “muchachas entre los nueve y los catorce años de edad, que revelan su verdadera naturaleza, que no es humana, sino la de las ninfas (es decir, demoniaca) a ciertos fascinados peregrinos mucho mayores que ellas que pueden hasta cuadruplicar su edad”. Más adelante agrega: “No todas las niñas son nínfulas, ni son determinantes la belleza y la vulgaridad. Sólo el peregrino solitario es capaz de detectar por signos inefables el fantástico poder que encierran estas niñas”.

Otros autores elaboran su definición a partir del personaje juvenil de su novela; tenemos el caso de Mario, el cuarentón de La huella del bisonte, de Héctor Torres, quien describe a Karla, de quince años, como “poseedora de la inexpresable belleza de su edad, esa que se basta de la tersura y el timbre de voz y los graciosos ademanes para alegrar el corazón de cualquier hombre mayor de treinta años”, o el caso de Haruki Murakami en su trilogía 1Q84, quien describe a Fukaeri, de diecisiete primaveras, a través de su olor: “Era el aroma especial a vida que sólo emanan los cuerpos en pleno desarrollo. Un olor semejante al de una flor cubierta de rocío en pleno verano”.

Volviendo a Humbert, éste hace un análisis exhaustivo en un informe que debe presentar al jurado por un crimen cometido y en el que detalla los pormenores de su relación con Lolita, o Dolores Haze, y todo lo que lo involucra; allí se autodefine como un peregrino y tiende a justificar su condición con una patología mental: “El peregrino suele estar arropado por un deleite incomparablemente más punzante que un caballero relacionado con su cónyuge adulta, y tal agobio lo lleva a rozar la demencia y locura con accesos de melancolía y una sensación de angustia insoportable”, y luego complementa su descripción definiéndose “como un monstruo pentápodo, despreciable, brutal y lascivo”.

Humbert nos habla de Dante, que se enamoró de Beatriz, y de un Petrarca entregado a las redes de Laura, de nueve y doce años, respectivamente. Y luego complementa: “Debe existir siempre una brecha de varios años —nunca menos de diez, treinta o cuarenta, por lo general, e incluso noventa, en algunos casos poco conocidos— entre nínfula y hombre para que éste pueda caer bajo su hechizo”. En este caso Gabriel García Márquez nos ofrece dos ejemplos: el de Cayetano Delaura, de 36 años, que se enamora perdidamente de Sierva María de todos los Ángeles, de 13 años, en Del amor y otros demonios, y el protagonista de Memoria de mis putas tristes, quien decide celebrar su 90º aniversario acostándose con una niña de 12 años apenas.

Humbert es un profesor de literatura nacido en París en 1910 y, después de un amor adolescente con Annabel (en ese período él se define como faunúnculo), se casa con Valeria para después divorciarse por una infidelidad de ésta y finalmente recalar en Estados Unidos, especialmente en Ramsdale, New England (pueblo ficticio), en 1947, donde conoce a Charlotte Haze y se casa con ella aun sin amarla sólo por estar junto a Lolita, su hija de doce años. Charlotte muere accidentalmente al enterarse de las intenciones de su esposo y es aquí donde empieza la relación de Humbert con su hijastra que los lleva a vivir un tórrido y angustioso romance utilizando como fondo geográfico un itinerario de las vías y moteles de la nación norteamericana. La tragedia se impone al final de la trama en el año 1952 con el deceso de Lolita y Humbert bajo diversas circunstancias.