Sala de ensayo
Su mayor virtud es el valor
(Profilaxis en la crítica)

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Los monos sabios

En un país donde a menudo el ejercicio de la crítica parece más dirigido a medrar las cualidades de lo leído para ganar indulgencia, o para no comprometerse y herir susceptibilidades, porque quien sabe, algún día... los juicios sobre los escritores parecen dirigidos a otro aspecto de su escritura que no a los propios textos. Por eso no es extraño leer en reseñas o escuchar en presentaciones de libros ciertos eufemismos, cuyo sentido subyacente aquí develamos para interés de los lectores:

 

1.

Decir que es una joven promesa... Significa que lo juzgan sólo por sus posibilidades pero no por lo que ha escrito, porque todavía no ha escrito nada bueno, pero quizás algún día lo haga. Todo es posible. Claro, tiene que apurarse: ya a los 40 años no se puede seguir diciendo que se es una joven promesa. Pero si se esfuerza un poco, y escribe con frecuencia, podrá llegar a ser un escritor constante (ver el numeral siguiente).

 

2.

Es un escritor constante... Pensamos que el poeta X se ha esforzado mucho a lo largo de la vida, escribe bastante y con frecuencia; publica casi un libro al año, pero aún no ha escrito nada bueno o casi todo lo que escribe es más de lo mismo. Escribe de la misma manera que muchos trotan: por rutina, por hábito, por mantenerse bien entrenado cuando se presente la oportunidad, es decir, cuando le llegue una idea verdaderamente buena. Claro, si a cierta edad no se ha llegado a una buena obra, ni siquiera se ha rozado, es difícil (corolario: el escritor constante ya no es joven). En la presentación de su último libro bien se podría decir: “aquí está el poeta X, con su tradicional y puntual entrega...”. Pero siga escribiendo, ya va a llegar, falta poco.

 

3.

El poeta X es un autor prolífico... Correlacionado con el anterior, casi tanto como se relacionan la época decembrina y el consumo de alcohol. Sabemos que ha escrito mucho y tiene una vasta obra en conjunto, pero nada que no sea del montón (de más está decir que no hemos leído todo, pero conocemos los títulos); ninguno de sus libros sobresale, al calificativo de vasto habría que añadir el de basto. Los críticos que usan este criterio y las personas que piensan que la cantidad no es sinónimo de calidad no están en la misma categoría de lectores.

 

4.

Estamos en presencia de una obra vasta, sesuda, concienzuda, profusa... El escritor demuestra un gran amor por el detalle... Esta es una clara advertencia al lector: se enfrenta con un autor que habla mucho y dice poco, da muchos rodeos y se detiene a dar explicaciones antes de enunciar o narrar cualquier hecho. Su mayor encanto no es lo que dice, sino la capacidad de decirlo con muchas palabras (más de las necesarias). Advertencia: si a usted no le gustan los circunloquios (como a mí), no se detenga ante el anaquel cuando vea este volumen en la librería.

 

5.

Puede ser del agrado del público X... (Voz en off) “A mí particularmente no me gusta, pero puede haber alguien a quien sí, sobre todo si se trata de personas que no tienen un trato familiar con el texto escrito ni tienen consolidado un criterio literario, que le permita cimentar un gusto tan bueno como el mío”.

 

6.

Estamos en presencia de una obra que ha generado cierta influencia... Este es un autor que ha generado una influencia insospechada o poco señalada por la crítica... Significa que estamos leyendo a alguien que imaginó posibilidades, posibilidades que no llegó a desarrollar, pero que otros encontraron como fuente de inspiración o punto de partida. Decir esto de un escritor es reconocer que sólo tiene o tuvo buenas ideas, pero no buenos textos.

 

7.

Hay una propuesta o un planteamiento bastante interesante... Corolario del anterior. Tenía una buena idea, no se sabe en qué momento la traicionó y se fue por otro lado, renunciando a escribir un buen libro y perpetrando, en su lugar, esto que tenemos hoy en las manos. Por lo general el crítico que así se expresa se dedica más a hablar de la idea que del libro; verbigracia: “Estamos en presencia de una obra de carácter epistolar; el género epistolar constituye un capítulo importante de nuestra literatura ya que...”.

***

En un país donde el ejercicio de la crítica es más un ejercicio de diplomacia, a menudo los juicios sobre los libros parecen resumirse en aquella afirmación que hicieron alguna vez de algún cantante bastante desafinado: su mayor virtud es el valor. Esto es lo que callan los críticos cuando no tienen nada bueno que escribir sobre el libro pero están obligados a escribir algo. En la crítica es difícil cumplir con eso de que si no tienes nada bueno que decir, no digas nada; es mejor decir cualquier cosa, sin comprometerse demasiado.