Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

A tu llegada

Con la lengua,
con los ojos,
con las manos,
con la prisa
                  el espacio en que cabe nuestro aliento es uno
                  las palabras que no habrán de repetirse, nuestras.

Con los dientes,
con los labios,
con las piernas,
con la rabia
                     esta imagen de tus ojos detenidos
                     este grito suspendido en mi garganta
                     esta voz escribiendo la nada exacta.

Y el arrebato de llamarte por tu nombre
y la lluvia que avecina ya en tus ojos
                                                           y existes
                                                           y te anuncias
                                                           y me pronuncias
con la lengua, con los ojos, con las manos
con las piernas, con los dientes
con la prisa, con la rabia, con la falta.

 

De hojalata

[No pienso]
Imagino el dolor en los parques
el clamor en los puertos
el rumor de los pueblos
el concierto de cuerdas
y comprendo:
                          vestirás de azafrán y canela
                          andarás desnuda y en calma.

[No pienso]
De vez en cuando miro por la ventana:
la tormenta no está ni el desierto;
llegan los pájaros, las azucenas
la piel es la misma, la mirada se muda.

[No pienso]
El ritmo que va al poema
El poema que canta al ritmo:
soy esta mujer de letras
y piel de hojalata,
que mira a distancia
sin nada más
con nada menos:
                                       escribir estas líneas
                                       escribir que no pienso
                                       escribir que un día nace
                                       escribir que es posible
                                       escribir, escribir, escribir.
No pienso.

 

Donde pasa el tren

A Miriam, mi hermana

Donde pasa el tren el mundo se resuelve con una taza de café.
Sería sencillo aceptar que las manos del reloj se detienen,
sería prudente pintar los ojos de la niña que llaman madre
y es abuela de más de tres, pero pasa el tren.

Entre los rieles está la vida escrita y abraza y resguarda.
Lo importante no es prudente, lo urgente no es sencillo
y el dolor, ese vecino inquieto, está en todas partes.

Donde pasa el tren la vida se piensa diferente:
las mujeres se sientan a ver las mariposas y se rehúsan a cazarlas,
se regocijan con la puesta del sol y se toman de la mano,
se saben humanas, semejantes, prójimas, sumas e infinitas.

Donde pasa el tren, es una patria y una escalera y un sitio:
el de la lluvia en la piel y el silencio compartido.
Es el lugar al que habrás de llegar, pero nunca regresas.

Donde pasa el tren, la esperanza se agolpa en el pecho
y tiene rostro y nombre y voz de mujer;
en las vías, el recuerdo de los abuelos, el dolor de los muertos;
en los vagones, la historia que se olvida, la sangre de los ancestros,
la vida que se vive, la muerte que no muere y relampaguea.

Donde pasa el tren es la tierra, mujer de brazos abiertos,
la misma que ha parido el miedo y el desencanto
la misma, madre y hermana, la del abierto sendero.

 

Escribir

Escribir estas palabras que escribo,
mientras miro una foto y pienso en el cielo,
en las calles de día y el andar de los niños.

Escribir estas letras garabateando al vacío:
el sabor de los días, la nostalgia que ha sido.
Escribir y pensar en la muerte que ronda las noches,
las calles, los parques, todos los domingos.

Escribir cómo armar el motor de la casa
y entender que estoy viva.
que al compás de mi piel sigo y existo.

Escribir que me duelen las piernas,
la ausencia de tinta, el punto y seguido

Escribir con hambre, con sed, con rabia
que revienta la vida en las palabras que digo,
y me aturde los labios y me cierra las manos
y me abre los nudos y me llueven los ojos;
escribir que escribo la magia que ha sido.

 

Mujer me llamo

Hoy que es insomnio y se mueren los árboles en mis ojos.
Hoy que no es tarde ni es temprano y respira un cigarro
y hace frío cuatro cuadras antes de las sábanas.
Hoy que recuerdo tus pies descalzos y la vida nace.
Hoy que no estorban las ganas y el horizonte es ancho.
Hoy que te pienso de madrugada y guardo tus ojos.
Hoy que es tan largo, tan definitivo, tan mar adentro.

Hoy mi coraza, mi pájaro tibio en el pecho,
canta al compás de una mañana próxima y tranquila
las treinta y ocho vidas de mi esqueleto.
Hoy que no rondan la casa los viejos recuerdos,
hoy que no hay luna y estas letras no son de silencio.

Hoy me decido y aplaudo el tropiezo, el llanto tan calmo,
las vidas pasadas y todos mis muertos.

Hoy que mujer me llamo y vivo la sangre en mi cuerpo.
Hoy que mujer me entrego y con mi nombre completo.
Hoy que mujer me amo, comparto un secreto.
Hoy, sé que es hoy, como el lunar en mi mano, la certeza del tiempo.