Letras
Tres poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Ríanse

Por el amor de Dios, mujeres,
ríanse de nuestros chistes
¿por qué creen que nos hacemos los chistosos?
¿para hacernos reír entre nosotros?
sepan que cuando no están escuchándonos
nos quitamos el ingenio como una corbata apretada
y nos volvemos bastante más sosos

sí, bastante más

miren, no vamos a ganar guerras
ni a cazar con varitas mastodontes
ni a lucir nuestra aritmética en pirámides y eclipses
ni a inventar el brahmanismo
ni a hacer más amplias las fronteras de Occidente

no somos muy valientes
ni muy trágicos
ni estimulantemente enigmáticos
pero tenemos, cómo no, nuestras puntadas

esto es lo que nos queda, ser chistosos
para alzarlo como cresta frente a ustedes
así que pónganse en nuestro lugar por un momento
y ríanse, por favor, de nuestros chistes

es lo que tenemos
y lo lucimos como armas gloriosas
como pieles de un mamut todavía tibio
o sus anchos ganchudos colmillos
a suerte de compensación

no se hagan del rogar, todo está hecho
las casas las irguieron albañiles
las reses van naciendo ya cazadas
heredamos ganadas ya las guerras (eso dicen)
o alguien más, espero, tiene a raya al enemigo
y la Baghavad Gita la venden en el Sanborns

así que ríanse, por favor, de nuestros chistes
aunque sean malos
estamos haciendo todo lo que podemos
ríanse aunque no se entiendan
aunque no estén seguras de que sean
o aunque ya sepan de qué película nos los robamos

no nos anulen, por favor, con su silencio.

 

¿Qué piensan los niños al verme?

¿Qué piensan los niños al verme?
ahí va un señor con bigote
va al banco o viene del banco
duerme en cama grande y va con prisas
trabaja y le pagan dinero
toma cervezas y fuma
y tienen razón los malditos
en todo pero no en lo de señor
sólo tengo veintiséis (aunque me acuerdo
de haber mirado hacia el futuro haciendo cuentas:
cumpliré en el dos mil por fin catorce
cuando llegue el dos mil voy a ser grande)
¿cómo puedo hacer que ellos entiendan
que sigo siendo relativamente un niño?
desde que nací no hubo ni un salto
sólo un tiempo continuo distendiéndose
a un paso muy despacio, casi quieto
cada instante fui igualito que al siguiente
y así fui sin cambiar más de dos décadas
¿cómo voy a ser un hombre adulto
si puedo conectar en mi cabeza
un puente sin interrupciones graves
entre el día en que en el recreo, creo que en pre-kinder,
vino hasta el columpio Ana Cristina
y me dijo sabes qué, ya somos novios
y el momento en el que escribo estas palabras
en una máquina que entonces no existía?
no me he distraído un solo instante
más que cada noche, mientras duermo
¿me habrá hecho viejo Dios mientras dormía?
qué traición si lo hizo, qué trastada
no creo porque he estado muy pendiente
me miro en el espejo en las mañanas
y sigo siendo el mismo que en la noche
pasaron, sí, infelices contratiempos:
se alargaron mis piernas y mis brazos
y después mis pantalones y mis mangas
me fui llenando de espinillas y palabras
las primeras se quitaron, las segundas
las uso para hablar prolijamente
de tristísimas, innúmeras sandeces
y ninguna de estas cosas me hizo adulto
no entiendo pues por qué los niños piensan
que debo ser amigo de sus padres
más bien que compañero de sus juegos
un flaco Pokemón o lo que sea
que jueguen hoy los niños cuando juegan.

 

Los relojes

Tengo un tío que tiene todo tipo de antiguos relojes
en estantes elegantes, tocadores y mesitas
tiene el típico cucú que trina cada cuarto y cuarto de hora
metrónomos tácticamente acotados a una esquina tibia
y artefactos tan tecnológicos que yo tengo que hacer las cuentas digitales
todos en conjunto tienen cierto tacto arquitectónico
y hay tantos que tengo que tomarme un momentito
cada vez que estoy entrando a aquel vestíbulo
y mantenerme estático unos cuantos minutos
tratando de entender el torrente traqueteante de tictacs
tríquitiqui-trácatacas tropezándose a destiempo en todas partes
—como un montón de niños practicando la letra te—
aunque todos simultáneos en cuanto a su dictamen:
el tiempo está corriendo mientras tú me escuchas
el tiempo está corriendo así que tenlo todo listo
ten tus cosas puestas en sus sitios naturales
ten lo tuyo plantado en tierra fértil

eso es lo que dice el tictac de los relojes viejos
metáfora de los latidos de todo lo que vive y muere

el reloj en mi recámara es moderno y no hace ruido
me deja dormir muchas horas seguidas
es de unos números negros y grandes y feos
que vienen y se van callados
se le pueden programar varias alarmas
y se le pueden postergar con un botón
y tiene un medidor
que me avisa cuando hace calor
y hace lo que hace en silencio
como a escondidas
como un ladrón
que no quiere que me dé cuenta
mientras se lleva todas mis cosas
y me quiere persuadir
de que todo va a ser igual siempre
aunque no sea así.