Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Sólo quedan dos días, escuché en la radio, para el fin del mundo

Llevo sudor en la frente
recorriendo siglos tu presencia,
desde el inframundo
hasta las selvas más espesas.
Durmiendo en angostos lechos
fabricados de lluvia y paja,
vendiendo mi alma
al peor postor.
Triturando mi desayuno
de papillas imaginarias,
buscando tu huella
hasta en los colmillos de elefante.
Escalé las más altas torres,
inhalé sucios pasillos
de alcanfor y metralla.
Nunca me perdí,
llevaba una brújula
de instantes amorosos al costado.
Ahora estás frente a mí
y pierdo el rumbo.
Sólo quedan dos días,
escuché en la radio,
para el fin del mundo.
Y me siento más perdida
con tu mirada clavada
y tu arrebato
que maldigo los planes concebidos,
maldigo la ilusión a largo plazo.

 

Ese olor al despertar esta mañana

Ese olor al despertar esta mañana
como agrios conductos desalados,
esa luz penetrando
en el techo azul de mi suburbio,
aniquila todo pronóstico
que pudiera salvar mis horas de sol.
Será otro día con neblinas imantadas
de tu reguero más espeso,
serán largas horas con telarañas en los
cajones,
con mis dedos huecos
intentando sin éxito una repentina
desaparición
de fotocopias escondidas,
con mis manos luchando para no verte.
Será mi más pura rendición
el castigo más justo,
por jugar a no tenerte.

 

Me declaro sometida por la insistencia de tu paisaje

Quiméricas convicciones
imposibles juramentos
de no adentrarme más en la sustancia
enemiga,
no han servido, ni siquiera
para separar mi cabeza del cuerpo que la
sostiene,
atrayendo a mis hormonas
un éxtasis lacerante,
que me invita a despojarme
de toda máscara implantada,
imponiéndome desbordamientos
que impiden mi rebelión.
Me declaro sometida
por la insistencia de tu paisaje,
por la ambrosía
que despedaza toda idea preconcebida.
Me declaro inhabilitada
para negarme a la más deleitosa
de las tentaciones,
soy insumisa de tu carne
y de todas sus celestiales aberraciones.

 

A veces me sentía tan observada que la ropa se me empapaba toda

Solías mirarme como a una extraña,
a veces me sentía tan observada
que la ropa se me empapaba toda,
tu boca suspiraba alaridos sordos,
tu nariz inspiraba a granel
mis endorfinas, mis tejados de concha,
mi falla henchida por tu marea.
Luego, después de minutos sostenidos
y de sabias afirmaciones
me inundabas de dedos
y de lengua,
y yo te maldecía en mil idiomas,
te arrancaba las entrañas
con tanto afán
que una tarde cesó de llover para siempre,
los pantanos se secaron,
yo me evaporé súbitamente
y tú, tú te convertiste
en Dios.

 

Un lugar en el mundo

Existe un territorio en algún sitio
donde dicen que sopla el viento
más tibio y meloso del mundo.
Donde las almas ateridas
respiran pacíficas
su efluvio y su angostura.
Y quien tiene el corazón despedazado
logra sosegarse, para después
ascender trazando una espectacular órbita,
y al danzar los cuerpos
al ritmo de este viento
vuelven a recuperar su origen.
Algunos están tan malheridos
que tardan en encontrar su historia,
pero el viento, sabio y rotundo,
libera sus contusiones
y regresan sanos y sonrientes
al paraíso que les vio nacer.
Aún no sé el camino
pero estoy buscando un guía
con brújula y con instinto de supervivencia,
que vislumbre con tierno olfato
ese lugar en el mundo
sabiendo con certeza
que después de morir
renaceremos juntos.

 

Es un reto

Con los ojos rojos y clausurados
esta noche
decido, a pesar del atroz sueño
y la desidia que me tiene toda horizontal,
retar a mis muslos a duelo
ellos o yo,
aunque en general siempre ganan ellos,
hoy no me doy por vencida,
Y suplico a mis manos que trabajen
a mi orden
con instrucciones claras
de lo que deseo ahora.
Una batalla campal entre mis miembros
que detenga por dos minutos
mi aciaga sensación nocturna,
Y me devuelva sin dilación
un conjunto de suspiros
y dilatados envites
que resistan mi reposo irremediable.
Es un reto.

 

Hubo un tiempo

Una tarde de estas
me voy a poner una venda en los ojos,
y voy a salir a pasear al olor de la lluvia.
Caminaré despacio y concentrada
saboreando los vapores del agua
y sabiendo, como sé,
que nadie me querrá tocar,
que mirarán de soslayo mi impertinencia
y mi osadía,
y quedaré sola
en medio de un charco
y me llenaré de barro y melancolía.
También sé que el agua se fundirá en mi piel
traspasando mi ropa y mi agonía,
y cuanto más llueva,
y menos gente
y ya no me quede ni la venda que tapaba
mi mirada mas no mi pulso,
en ese instante de brotes verdes
en mi piel
juraré arrodillada en fango
que hubo un tiempo
en que moría por ti.

 

Ecos

Juro que cerré los ojos
y en ese instante oí una voz
que con tono quejumbroso me llamaba.
Al girarme en la cama
mi vista enajenada
no reconoció ningún rostro.
Mas percibía de manera precisa
un mensaje lapidario
que me sumió en la aflicción.
Todavía estoy rastreando su procedencia,
aunque no descarto que fueras tú,
o un eco de tiempos remotos.
Aquellas frases sin pensar
que se dicen cuando crees
que el amor dura siempre.

 

Arcilla

Mientras modelaba la arcilla
mi mano derecha no pudo esquivar
tu ojo izquierdo,
me miraba complaciente,
pacífico y adulador como
quien mira a su dueña.
Intenté cambiar la forma del barro,
insertando residuos de agua helada,
fue inútil, tu mirada de tierra
calentaba mis dedos
y extinguía toda fuerza
que pudiera cambiar su forma.
Cuando llegué a la boca
la yema de mi dedo corazón
se quedó sin fuerzas
al percibir claramente
una pequeña ráfaga de aire
que atravesaba el barro.
Has vuelto, y sé
que aunque no remate tus labios,
tu ojo me vigila implacable.

 

Oruga

Ayer, mientras contemplaba
a una oruga muy cercana,
comprendí la vida.
Al menos la vida que yo anhelo,
corta, intensa, verde.
Pero no quiero convertirme
en mariposa,
me da terror.
Sólo oruga y rastrear
y agujerear
y morder.
Buscar mi alimento
con las antenas que llevo incorporadas,
y si me siento atacada,
difundir mi veneno con una picadura única,
que por mi instinto animal
nunca dudaría, ni por un momento,
en corresponder con mi fluido letal
a quien se me acerque
sin haber sido invitado.