Letras
Tres poemas

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1.

In memorian mimi

Sobre tu cuerpo mudo
yace el silencio
de un rostro de agua,
hecho lluvia para ti.

La agonía de unos ojos
pulveriza las manos extraviadas
                                                    en ausencia,
y un rostro pálido navegando el sueño
se aferra al rocío que reviste su cuerpo.

Alas de eternidad
cubren el vuelo en el silencio
                                       y un viento parco
erizando los ojos
enhebra la presencia hecha pájaro.

Vuelas al tiempo como a mi ventana,
a lo lejos
             se escucha aún palpitante
el último canto del alba.

 

2.

Asistes a mi noche
                          cáliz vacío,
llegas hecho verbo:
carne que adivino en desaforadas horas,
soplo de fuego
revelado con tempestuosa
                                                    bravía,
palabra encendida en el desierto
arremetiendo fuertemente
                                       contra las paredes del vértigo.

Un murmullo en la cama
anticipa tu nombre,
                          eco inaugural
llaga brutal del deseo
y el cuerpo evocado
bebiendo mis ansias.

Hablo del encuentro en la noche,
tu palabra incendiando mi boca
y la eternidad sucediendo.

 

3.

Pero la herida no, la herida nos precede,
no inventamos la herida

Chantal Maillard

Todos los días
son una gran noche bordando
el tejido de mi piel,
             noctámbulo abierto al desespero.

Siempre tener que beber la sangre
                                       la espera,
y caer rendida ante el tiempo,
contemplando la propia llaga
sollozando al silencio
por una señal
                          que nunca llega.

Madeja de huesos y carne
                                       siguen girando,
tan poco cuerpo
en la rueda de hilar de una anciana
                                       de la pequeña niña
hilvanando mis pasos.

¿Cuántos días más perdida en la certidumbre
de hallar un hilo quebrado en la madeja?
incapaz de ser mío a esta hora,
para hacer la vida de veinte años.

De este cuerpo
                          cubierto de polvo,
sólo hay hilazas olvidadas en el suelo,
y una mujer encerrada en la casa oscura
                          absorbiéndome.

Una araña teje insistentemente
lo desgarrado cada noche,
sólo habrá un segundo de abandono,
para roer el hilo de los días.