Sala de ensayo
Ilustración: Cargo/ImageZoo/CorbisLeyendo a través de las cubiertas

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La lectura constituye una actividad relevante para los procesos de aprendizaje de los estudiantes; sin embargo, en algunas instituciones educativas no ha cobrado la centralidad que requiere. Prueba de ello son las prácticas escolares sobre comprensión de textos orientadas por los docentes y llevadas a cabo por los estudiantes, que evidencian formas desacertadas tanto de concebir el proceso como de orientar su desarrollo en el aula. Otro aspecto que evidencia tal problemática guarda relación con el poco interés de las instituciones por establecer políticas de lectura —y de escritura— claras y explícitas. Esto ha sido tema de múltiples investigaciones que, realizadas desde diferentes disciplinas, buscan reflexionar sobre lo que implica leer en las instituciones educativas y acerca de las maneras en que se pueden mejorar los procesos de comprensión lectora.

Uno de los aspectos en los que convergen dichos estudios tiene que ver con las estrategias de comprensión que los maestros enseñan a sus estudiantes: ¿qué actividades de lectura son las más eficaces para lograr la comprensión crítica del texto? ¿Cuáles son las estrategias más recurrentes que aprenden los estudiantes? Sin duda, responder lo anterior requiere de un espacio mayor que este texto. No obstante, las mismas prácticas que logramos evidenciar —especialmente en el contexto universitario— nos dejan ver que, en general, la lectura no es un tema abordado ampliamente en las disciplinas. Es decir, la mayor parte de campos de conocimiento la posicionan como una práctica ajena a sus propios constructos epistemológicos, debido —entre otros motivos— a que presuponen que el estudiante ya sabe leer, por lo que no es un problema que deba “solucionar” el programa o la carrera. Idea que debe ser reflexionada y complejizada, sin duda, puesto que cada disciplina, por estar constituida a través de prácticas discusivas tanto orales como escritas, requiere de una reflexión profunda acerca de los modos de decir y leer de cada campo profesional.

De esta manera, al realizar una revisión acerca de las estrategias de lectura que, aparentemente, “garantizan” la comprensión por parte de los estudiantes, se encuentran variadas actividades. Desde diversas bases conceptuales y representaciones del leer, algunos maestros proponen y aventuran estrategias —con distintos niveles de complejidad— que buscan que el aprendiz lleve a cabo procesos de comprensión inferenciales, analíticos y críticos. Así, construir la idea global —o macroestructura— del texto a través de la identificación de (macro)proposiciones, reconocer su superestructura, identificar los subtemas, determinar la intencionalidad del escrito, entre otras, se convierten en las actividades más recurrentes para (re)construir los sentidos y los significados de los textos. En casos específicos —como la lectura de libros, por ejemplo— éstas siempre apuntan a realizar una valoración acerca del texto mismo. Y, efectivamente, así debe ser. Sin embargo, también es necesario voltear la mirada analítica al conjunto de enunciados que, sin estar integrados directamente al texto, pueden hacer parte del entramado general de la publicación (libros, artículos, entre otros). Me refiero a los paratextos, es decir, al conjunto de enunciados que acompañan el texto principal: títulos, subtítulos, prólogos, prefacios, epígrafes, notas en la contracarátula, entre otros.

Es relevante, entonces, involucrar la revisión de tales enunciados en la lectura del texto general, puesto que esto le permite al estudiante no sólo valorar los paratextos como discursos importantes para la edición, sino que le facilita desarrollar procesos cognitivos y dialógicos entre múltiples contenidos. Así, por ejemplo, un epígrafe constituido por una cita directa de otra obra que acompaña el texto puede servir al estudiante para que amplíe el contenido gracias a la lectura de tal obra. Estamos entonces ante un proceso intertextual. Pienso, por ejemplo, en el fragmento del libro La bruja. Un estudio de las supersticiones en la Edad Media, de Jules Michelet, publicado en 1862, que emplea Carlos Fuentes como epígrafe de su novela Aura (1962):

El hombre caza y lucha. La mujer intriga y sueña; es la madre de la fantasía, de los dioses. Posee la segunda visión, las alas que le permiten volar hacia el infinito del deseo y de la imaginación... Los dioses son como los hombres: nacen y mueren sobre el pecho de una mujer...

¿Por qué Fuentes selecciona este texto? ¿Qué relación podría tener con la novela? La lectura del libro de Michelet, ¿podría ofrecer elementos para el estudio literario de la obra?

Otro ejercicio que podría ser productivo para el desarrollo de la comprensión textual tiene que ver con la lectura —y el análisis— de la cubierta (o carátula) del texto, en el caso de los libros u otros documentos que la posean. Esto último constituye la motivación central del presente escrito. ¿Qué es una carátula o cubierta? ¿Qué motivó su creación? ¿Su análisis puede vincularse a la comprensión del texto que acompaña? ¿Qué tipos de aprendizaje facilita su estudio? ¿Cómo lograr que su análisis sea funcional en los procesos de comprensión lectora? ¿Las carátulas pueden motivar al estudiante para que lea con gusto?, son algunas de las preguntas orientadoras de la reflexión.

 

Entre imágenes y letras: una lectura de las cubiertas

La cubierta se define como la parte exterior delantera que cubre algunos documentos (especialmente los libros). Esta cualidad práctica hizo que lo relevante en la publicación fuera el texto propiamente dicho y su contenido, mas no la cobertura. Durante el siglo V de nuestra era se crearon las primeras carátulas: el paso de los rollos de papiro a los códices —textos conformados por hojas separadas que se agrupaban gracias a la encuadernación— hizo que los escritores ubicaran en las primeras hojas el título del texto y su autor. Poco a poco emergieron las portadas así como el deseo de decorarlas. Ya en la Edad Media y en el Renacimiento las cubiertas otorgaron al libro un valor agregado que se traducía en lujo y sofisticación. Es en este momento cuando la encuadernación se reconoce como un arte, equiparable a la alta costura y la orfebrería. Por su parte, en el siglo XIX, con el auge de la imprenta, la producción industrial del papel y la litografía, se realizan variados diseños que se nutren con las tendencias artísticas de la época. Este último aspecto se acentuará con más fuerza en el siglo XX.

La industria del libro, y su respectiva tecnologización, hizo que la función instrumental de la portada —como herramienta de protección— se expandiera a otras dimensiones; con ello, la carátula se constituye como un dispositivo publicitario para seducir al lector y así atraer ventas. Igualmente, con el auge del Internet, las carátulas se han convertido en elementos importantes para promocionar y vender los libros en variados sitios web.

En otro sentido, la cubierta conforma un texto que puede dialogar de múltiples formas con el contenido del escrito. Esta permite que el lector genere hipótesis de lectura al establecer conjeturas o indicios acerca de la información que se presenta en la imagen, en el caso de las cubiertas ilustradas, por ejemplo. Lo interesante de esto es que para la construcción de las carátulas, algunos diseñadores creen pertinente la lectura previa de los textos base. Así, por ejemplo, para el diseñador gráfico y creativo español Fernando Haro: “No se puede afrontar el diseño de la cubierta de un libro sin haberlo leído antes, nada más; el resto queda en la creatividad del diseñador gráfico que deberá extraer de la lectura la esencia de la publicación y plasmarla en el concepto de la portada”.1 En otros casos, son los mismos autores quienes dan ideas para el diseño de las cubiertas de sus libros, aunque otros no se involucran en esto.

 

La cubierta como (para)texto: umbrales o vestíbulos

Gérard Genette, teórico francés de literatura, es quien acuñó la categoría paratexto a partir de un planteamiento según el cual la obra literaria raramente se presenta “desnuda”, es decir, sin el refuerzo y el acompañamiento de producciones verbales o no verbales, que la rodean para presentarla y darle presencia; esto es, para asegurar su existencia en el mundo, su recepción y su consumación (Genette, 2001). Para el autor, el paratexto es “aquello por lo cual un texto se hace libro y se propone como tal a sus lectores, y, más generalmente, al público. Más que de un límite o de una frontera cerrada, se trata aquí de un umbral o —según Borges a propósito de un prefacio­—, de un “vestíbulo” que ofrece a quien sea la posibilidad de entrar o retroceder” (Genette, 2001, p. 7).

El paratexto es, en este sentido, la puerta de entrada al texto y posee, según Genette, un estatus pragmático definido por las características de su situación comunicativa: naturaleza del destinador, del destinatario y fuerza ilocutoria de su mensaje, entre otros. Del mismo modo, el autor propone, como constitutivos de los paratextos, elementos verbales (prefacios, epígrafes, notas, entre otros), así como manifestaciones icónicas (ilustraciones), materiales (tipografía y diseño) y aspectos factuales como algunos hechos que ocurren de la recepción que circula a través de diversos medios acerca del autor, por ejemplo (Alvarado, 1994). Igualmente, Genette destaca, como elementos integrantes del paratexto, el peritexto y el epitexto. El primero conforma los dispositivos que rodean el texto dentro de los límites del libro, mientras que el segundo abarca los diversos discursos que la editorial construye con propósitos publicitarios y comerciales (gacetillas, entrevistas, catálogos, afiches, entre otros). En el cuadro que sigue se observa una posible clasificación de los paratextos:

 

Cuadro 1: Clasificación del mensaje paratextual

Paratextos

Del autor

Verbales

Títulos, agradecimientos, dedicatorias, prólogos,2 prefacios, epígrafes, tablas de contenido, notas, índices de autores, glosarios, bibliografía, apéndices, epílogo, colofón, entre otros.

Icónicos

Fotografías, caricaturas, ilustraciones, avisos publicitarios y tablas de datos, entre otros.

Del editor

Verbales e icónicos

Tapa o carátula, nota de la contracarátula, solapa, bandera, página legal o datos editoriales, entrevistas al autor, gacetillas, afiches, presentaciones, videos, reseñas y catálogos, entre otros.

 

Al referirse a los estudios particulares de los elementos paratextuales, Genette plantea que se deben considerar cierto número de rasgos cuyo examen permite definir el estatus de un mensaje paratextual, cualquiera que sea (Genette, 2001, p. 10). Algunos de estos rasgos se presentan a continuación:

 

Cuadro 2: Rasgos para el estudio del mensaje paratextual

Categoría-Rasgos

Pregunta orientadora

Emplazamiento

¿Dónde?

Fecha de aparición

¿Cuándo?

Modo de existencia: verbal o no verbal

¿Cómo?

Instancia de comunicación: Destinador y destinatario

¿De quién? ¿A quién?

Función o propósito

¿Para qué?

 

De esta forma, los anteriores interrogantes y categorías operan como derrotero inicial para el estudio del mensaje paratextual, que se irá complejizando en la medida en que se involucren otras dimensiones propias de la materialidad textual verbal o no verbal.

 

“La lectura. Estrategias de comprensión de textos expositivos”, de Gladys Stella López
Cubierta del libro La lectura. Estrategias de comprensión de textos expositivos, de Gladys Stella López.

Entre mundos y lecturas

El análisis de las portadas de los libros que leen los estudiantes constituye un primer paso importante en la comprensión. Si bien es cierto que la valoración de la cubierta no determina de manera directa la interpretación del escrito, el generar lecturas acerca de las imágenes le permite al estudiante no sólo comprender las relaciones de significado y sentido entre ambos textos (ilustración y escrito) sino que, además, hace que desarrolle formas de abordaje de discursos gráficos. ¿Cómo realizar entonces la lectura de la portada? Un breve ejemplo servirá para ilustrar lo anterior.

La cubierta que se muestra en la imagen pertenece al libro La lectura. Estrategias de comprensión de textos expositivos, publicado en el 2001 en Colombia por la doctora colombiana Gladys Stella López Jiménez. Este libro hace parte de una colección de textos financiada por el Ministerio de Educación Nacional (MEN) a través del Fondo-MEN, el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (Icetex) y el Programa ¡Pido la Palabra! Red de Formación Permanente de Maestros en Lenguaje. Aunque todos los textos, que abordan diferentes temas sobre el lenguaje, llevan la misma carátula, puede plantearse que cada tapa establece algunas relaciones dinámicas con los contenidos de los escritos. Veremos a continuación qué relaciones se construyen con el texto elaborado por la doctora López.

Una valoración de este texto requiere el empleo de categorías que indaguen acerca del contenido y la estructura de la imagen. Claramente, en el caso particular, podemos identificar dos: una dimensión visual y otra verbal. La primera permite describir y analizar la imagen: ¿cuáles son los componentes de la imagen? ¿Qué agentes (personas) aparecen? ¿Son varios o uno solo? ¿Por qué el ser humano está ubicado en posición fetal? ¿Qué significado puede tener el color de fondo? ¿Cuál es el tema? ¿A qué espacio se ancla la ilustración? ¿A qué se debe la inclusión del número dos? ¿Qué podrían simbolizar los libros? ¿Qué papel cumple la lectura en la imagen?, entre otras. Por su parte, la dimensión verbal permite identificar los enunciados que acompañan el registro visual. En este caso: el título del libro, el nombre de la autora y su filiación institucional. Este proceso de valoración de la imagen, que da respuesta a los anteriores interrogantes —y a otros más—, puede ser consignado a través de cuadros de datos:

 

Cuadro 3: Caracterización de la dimensión visual de la cubierta

Registro visual

Descripción

Agentes

Ser humano

La carátula presenta un ser humano desnudo en diferentes posiciones. No se muestra desde su parte frontal, sino de espalda. En un primer momento, se encuentra tendido sobre un planeta en posición fetal o embrionaria y poco a poco modifica su estado corporal hasta ubicarse en pie para dirigirse a otro “mundo”, a través de un movimiento ascendente. En esta última posición, levanta sus brazos para tomar un libro.

Espacios

Universo

 

 

Planetas

Se observa el universo como macro-espacio y, específicamente, dos planetas de gran tamaño (micro-espacios). El primero se ubica en la parte inferior derecha de la imagen y su superficie es muy similar a la del planeta Tierra. En éste se aloja el ser humano. El segundo se ubica en casi toda la parte superior de la carátula y está conformado por un grupo de libros abiertos. La gráfica no muestra los planetas completos, sino una parte de ellos.

De igual manera, se observan unos círculos de color azul que simulan ser planetas, en el más grande de ellos se ubica el número 2, que hace alusión al volumen de la colección de libros.

Objetos

Libros

Los libros se muestran como textos escritos que configuran el segundo planeta. Además, la carátula muestra un grupo de libros que operan como peldaños que facilitan el ascenso del ser humano al planeta.

Otras imágenes

Logo y dirección de Fidec

Este logo autoadhesivo no hace parte del diseño de la carátula, sino que fue ubicado en ella para indicar la Fundación de Investigaciones para la Educación, la Comunicación y el Desarrollo Social (Fidec). La imagen presenta la dirección de la fundación, los números telefónicos y la ciudad.

 

Cuadro 4: Caracterización de la dimensión verbal de la cubierta

Registro verbal

Descripción

Título

 La lectura. Estrategias de comprensión de textos expositivos

En la carátula el título se ubica en un tamaño de letra mayor. Es el enunciado más grande y en color blanco para resaltar en el fondo color morado.

Autora y filiación institucional

Gladys Stella López Jiménez
Escuela de Ciencias del Lenguaje
Universidad del Valle

El nombre de la autora del texto es más grande en comparación con su filiación institucional.

 

El discurso gráfico de la carátula remite a una serie de interrogantes que indagan no sólo por la representación que se construye sobre la lectura, sino también acerca de la idea de lector y de texto que se encarna en este paratexto. El ser humano, que actúa como agente de la carátula, representa a los lectores y a las lectoras en general. Pienso que la desnudez de su cuerpo y su posición (de espalda) no sólo hace alusión a ese estado embrionario evidenciado desde su ubicación fetal en la tierra, sino que además se relaciona con el estado natural del nacimiento. Los libros —y por extensión la lectura— operan entonces como los dispositivos que le permiten conocer y sumergirse paso a paso en el entramado social y cultural, en esos otros mundos, gracias a su facultad del lenguaje y al pensamiento.

Atendiendo a lo anterior, una lectura de la carátula del libro permite a los estudiantes —aparte de comprender los sentidos y significados que esta sugiere— establecer posibles hipótesis de comprensión del texto escrito. El texto referido desarrolla cinco capítulos cortos que abordan la lectura como proceso de aprendizaje, la relación entre los conocimientos previos —o esquemas cognitivos— y la lectura, el texto y la lectura, y algunas estrategias para lograr la comprensión de los textos. En este sentido, muchas de las ideas que surgen de la descripción y del análisis de la carátula están vinculadas de alguna manera con lo planteado en el libro por la autora, así sea el paratexto —en este caso la carátula— un texto heterónomo y auxiliar.

 

A modo de cierre

De lo anterior se puede afirmar que el paratexto constituye una estrategia discursiva que guarda relación tanto con los recursos de mercadeo y publicidad de la obra como con la construcción de una red polifónica que enriquece el texto y su comprensión. Es por ello que el estudio de todos los elementos paratextuales permite que los estudiantes construyan hipótesis de significado y sentido que abren el horizonte de expectativas del escrito. De manera específica, el análisis de la cubierta prepara al estudiante para encarar la comprensión del texto de una manera más cercana, por lo que finalizada la lectura del escrito éste puede reflexionar acerca de las relaciones establecidas entre la imagen y el contenido del libro. ¿Tal vez con dicha reflexión se pueda construir otro escrito? De tal forma, entrar en los códigos gráficos de las cubiertas hace que el nuevo mundo por explorar sea un reto lector más.

 

Referencias

  • Alvarado, Maite (1994). Paratexto. Buenos Aires: Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía y Letras, Cátedra de Semiología y Oficina de Publicaciones, Universidad de Buenos Aires.
  • Fuentes, Carlos (1962). Aura. México: Ediciones Era.
  • Genette, Gerard (2001). Umbrales. México: Siglo XXI Editores.
  • López Jiménez, Gladys Stella (2001). La lectura. Estrategias de comprensión de textos expositivos.
  • Michelet, Jules (2004 [1862]). La bruja. Un estudio de las supersticiones en la Edad Media. Madrid: Ediciones Akal.

 

Notas

  1. Planteamientos de Fernando Haro extraídos de su página web.
  2. Los prólogos y los prefacios de los libros pueden ser realizados por otras personas diferentes a los autores y editores.