Sala de ensayo
Manlio Argueta
Manlio Argueta.
La historia de Lluvia en Milagro de la Paz, de Manlio Argueta, y “La lluvia”, de Arturo Uslar Pietri

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Aunque casi sesenta años separan la publicación del cuento “La lluvia” (1935), del venezolano Arturo Uslar Pietri (1906-2001), y la novela Milagro de la Paz (1994), del salvadoreño Manlio Argueta (1935), los dos textos presentan interesantes coincidencias temáticas y estilísticas. De particular interés es la aparición, en Milagro de la Paz, de Lluvia, una huérfana de la violencia de la guerra civil que convulsionó a El Salvador durante los años ochenta. El nombre de este personaje, cuyo papel de redentora en la novela es literal y simbólico, evoca el título del cuento “La lluvia”, de Uslar Pietri, un texto regionalista que destaca la importancia de la lluvia en la vida de una pareja de ancianos campesinos. Hago mención de este tema en un trabajo anterior, “Tragedia de la paz, Milagro de la Paz: del testimonio al intimismo en las novelas de Manlio Argueta”, publicado en la revista literaria Antípodas. Aquí propongo ampliar ese trabajo, agregándole un análisis más desarrollado de la historia de Lluvia en la novela de Argueta y su relación con el cuento de Uslar Pietri, destacando el simbolismo de la lluvia, su significado como símbolo universal y su función parecida dentro de los dos textos literarios. Para contextualizar la historia de Lluvia en Milagro de la Paz es importante comprender no sólo esta novela sino también tener una visión de la obra narrativa anterior del autor.

 

La obra narrativa de Manlio Argueta

Las novelas de Manlio Argueta documentan la violenta historia moderna de El Salvador. En ellas, Argueta denuncia, de una manera muy particular, las injusticias y desigualdades sociales que han provocado tanta violencia y causado tanto sufrimiento. Para Ineke Phaf, la presentación de la violencia en estas novelas es el logro literario más significativo de Argueta: “He is not interested in increasing polarization but intends todo give this violence a historical dimension, centered in a history El Salvador shares with other countries of the region. In this quality resides his outstanding relevance as a writer” (145). [“No le interesa exacerbar la polarización sino darle a esta violencia una dimensión histórica, centrada en la historia que El Salvador comparte con otros países de la región. Su gran relevancia como escritor se debe a esta cualidad” (traducción del autor)].

Las primeras dos novelas de Argueta, El valle de las hamacas (1970) y Caperucita en la zona roja (1977), presentan la inestabilidad social y la represión política que vivió El Salvador durante los años setenta. Estos textos, ganadores de premios literarios en El Salvador y Cuba (Premio Único Consejo Superior Universitario Centroamericano, 1967, y Premio Casa de las Américas, 1977, respectivamente), fueron publicados por importantes editoriales en Argentina y Cuba (Editorial Sudamericana y Casa de las Américas). Estilísticamente, son textos fragmentados con muchos monólogos interiores y yuxtaposiciones temporales y espaciales. Los argumentos de los dos textos giran en torno a las dificultades enfrentadas por dos parejas, Rosaura y Raúl en El valle de las hamacas, y Alfonso y Hormiga en Caperucita en la zona roja.

La tercera y cuarta novela de Argueta, Un día en la vida (1980) y Cuzcatlán donde bate la mar del sur (1986), presentan el aumento en el nivel de rebelión y represión en los últimos años de la década de los setenta que culminó en la prolongada guerra civil de los años ochenta. Estas novelas se han traducido al inglés y a otros idiomas. En ellas, Argueta explora las posibilidades de la novela testimonial al dar voz a sus protagonistas campesinos que son víctimas de la represión del régimen autoritario.

Se puede ver que estas cuatro novelas presentan una cronología de la historia reciente de El Salvador. Esta historia es oral y popular, escrita con urgencia casi en el mismo momento de los sucesos narrados. Argueta emplea elementos del formato testimonial con un propósito político: el de denunciar y concientizar. Linda Craft caracteriza el uso que hace Argueta del discurso testimonial así: “Testimonial discourse, combined with artistic inventiveness, serves him to document the struggle of the subaltern in the Salvadoran community, particularly its women and peasants, who are coming to terms with their own oppression in order to overcome it” (107). [“El discurso testimonial, combinado con una creatividad artística, le sirve para documentar la lucha del subalterno en la comunidad salvadoreña, particularmente la de sus mujeres y campesinos, quienes se están dando cuenta de su opresión para poder vencerla” (traducción del autor)].

Argueta articuló su propia caracterización de la literatura testimonial —del testimonio y la novela testimonial— en una nota publicada en 1986 en la revista literaria Tragaluz:

...el testimonio tiene tres características que debemos limitarlas y que le dan fuerza para expresarse como género literario. Uno es que el testimonio expresa una realidad cotidiana y como realidad cotidiana expresa una emoción, la emoción de la vida. El testimonio hace la historia en el momento en que la historia se está haciendo. No es la historia para la cual se tiene, pues, que escarbar y buscar documentos perdidos o dichos por expresión oral, sino que es la historia que directamente estamos conociendo... El otro elemento del testimonio es que permite crear una conciencia centroamericana, nacional. El testimonio rescata nuestros valores de lucha, nuestro proceso, y desde ese punto de vista tiene también una gran fuerza que refleja la identidad centroamericana. Un tercer elemento del testimonio sería su valor literario específico, a través del lenguaje oral; es decir, la belleza del lenguaje oral que no habíamos descubierto en el pasado (25).

Esta descripción demuestra la confusión que ha habido entre el testimonio y la novela testimonial. De los rasgos señalados por Argueta, dos —el carácter histórico y épico del testimonio— no son privativos de los testimonios, sino que son aspectos tradicionales de las literaturas nacionales. No debe sorprendernos que a veces ha sido difícil distinguir entre la novela y el testimonio. Aunque Milagro de la Paz, que examina el legado de la guerra civil en la vida de una familia pobre de El Salvador, parece seguir cronológico y temáticamente sus primeras cuatro novelas, al incorporar más elementos novelescos tradicionales, representa, como veremos, una ruptura con su estilo anterior.

 

Milagro de la Paz

Milagro de la Paz presenta la vida de tres generaciones de mujeres que viven bajo el mismo techo en Milagro de la Paz, un barrio popular de la ciudad de San Miguel. Los personajes principales son Latina, sus hijas Magdalena y Crista, su nieto Juan Bautista y Lluvia, una niña desconocida que se presenta un día en la casa de Latina. Las mujeres, quienes fabrican ropa para ganarse la vida, raras veces abandonan la casa —el espacio donde ocurre casi toda la acción de la novela— porque les temen a los soldados del gobierno y a los “seres desconocidos” que asesinan a la gente del barrio. Aparte del niño Juan Bautista, hay dos personajes masculinos: Chele Pintura, un hombre que ayuda a las mujeres con el mantenimiento de la casa a cambio de comida, y Nicolás Moreira, un adolescente de la vecindad interesado en Magdalena, la hija mayor de Latina. Los dos se enamoran, y poco después Magdalena queda encinta. Tiempo después, cuando Magdalena es asesinada por los “seres desconocidos”, Nicolás se suicida, ahorcándose en el patio de la casa de Latina.

La terrible muerte de Magdalena deja un gran vacío en las vidas de Latina y Crista. En un intento por recuperarse de la pérdida de Magdalena, Crista, la hija menor, seduce a Chele Pintura con la idea de crear una nueva vida para la casa. Sin embargo, el nacimiento de su hijo, Juan Bautista, no merma el sentimiento de pérdida que acongoja a las dos mujeres desde la muerte de Magdalena. Un día, Lluvia, una niña pequeña que ha perdido a sus padres en la violencia, aparece inesperadamente en la casa. Latina ve en esta niña una reencarnación de su hija muerta. Tanto a Crista como a Juan Bautista les agrada la presencia de Lluvia, y deciden que ella debe quedarse a vivir con ellos. La llegada de Lluvia disminuye la soledad y tristeza de la familia. La niña les ofrece a Latina y a Crista la esperanza que necesitan para seguir viviendo a pesar de la violencia que las rodea en Milagro de la Paz.

Como se puede ver en este breve resumen del argumento de Milagro de la Paz, a diferencia de las novelas anteriores del autor, aquí vemos realizada la unidad artística que se encuentra en una novela tradicional de corte realista. Sin embargo, estilísticamente la novela es mucho más complicada. La sencilla historia está brillantemente narrada a través de múltiples puntos de vista con cambios temporales y espaciales. El lector tiene que asimilar y unir los segmentos textuales para comprender el significado de la novela. Aunque Argueta había explotado este estilo anteriormente, en Milagro de la Paz ha logrado un argumento mucho más coherente.

Como en sus otros textos, Argueta hace uso de muchos símbolos en esta novela. La presencia del volcán Chaparrastique, que puede hacer erupción en cualquier momento, es una amenaza de la naturaleza y representa también la posibilidad de una explosión de violencia social. También hay coyotes que aparecen en el barrio de noche para cazar perros y gatos, como los “seres desconocidos” que asesinan a la gente del lugar. También la muerte de Plutón, el perro de la familia, presenta paralelismos con el asesinato de Magdalena.

Manlio Argueta ha afirmado que Milagro de la Paz es la más autobiográfica de sus novelas, porque es la primera novela cuya acción se sitúa en su ciudad natal, San Miguel: “Nací en San Miguel. Milagro de la Paz es un barrio muy famoso de San Miguel. Es un barrio con muchos muertos, con mucha violencia ahora en la posguerra” (“Conversación con Manlio Argueta”, 11). Se puede relacionar fácilmente el personaje niño, Juan Bautista, con el autor. Es un ser marginado e ignorado por su madre y su abuela, las cuales le aseguran que es hijo de Magdalena. En la novela este personaje se presenta como un ser irracional cuya presencia no parece tener mayor trascendencia. Como Manlio Argueta ha dicho que esta novela, como su novela Siglo de o(g)ro (1997), es autobiográfica, no es atrevido pensar que Juan Bautista bien podría ser la conciencia del autor: un niño que se cría, como se crió Manlio Argueta, en una casa llena de mujeres donde imperan el miedo y la incomprensión de lo que pasa afuera en la calle.

 

La historia de Lluvia en Milagro de la Paz

Uno de los aspectos más interesantes de Milagro de la Paz es la aparición de la niña, Lluvia. Ella tiene un valor simbólico y sirve para atenuar el conflicto principal del texto: el sentimiento de pérdida producido por la violencia social en la familia de Latina, la pérdida de su hija Magdalena. Lluvia, a diferencia de los otros personajes de la novela, es misteriosa y presenta rasgos mágico-realistas. Por ejemplo, su llegada siempre se anuncia con la presencia de mariposas —el símbolo por excelencia de la regeneración y de la vida— que anidan en su cabello y que desaparecen cuando ella llega a ser mujer.

La historia de Lluvia también puede considerarse un cuento independientemente de la acción de la novela. De hecho, una traductora, S. Serena Grey, ha realizado una versión en inglés de los fragmentos de la novela que componen la historia de Lluvia. Estos segmentos textuales, aunque fragmentados y dispersos por la novela, forman un cuento completo y coherente en sí. Este cuento “intercalado” combina elementos poéticos y mágico-realistas. Grey llama a su traducción “Rain” (“Lluvia”, en inglés), título que recuerda y reitera el del conocidísimo cuento “La lluvia”, del venezolano Arturo Uslar Pietri.

 

Arturo Uslar Pietri
Arturo Uslar Pietri.

“La lluvia”, de Arturo Uslar Pietri

El cuento “La lluvia” de Uslar Pietri presenta la vida de una pareja de ancianos, Jesuso y Usebia. Son campesinos que sufren los efectos de una sequía prolongada que destruye las plantas que han sembrado. La sequía también representa el estado de su vida marital: no tienen hijos y hace mucho tiempo que se murió el cariño que una vez los había unido. Un día Jesuso encuentra a un niño desconocido en el campo. Lo lleva a casa para que lo conozca Usebia. Con el tiempo la presencia del niño, cuya existencia es casi surreal, produce un cambio en la pareja. Renace el gran amor que una vez existió entre ellos. Cuando, inesperadamente, al final del cuento el niño desaparece, Jesuso lo busca en todas partes sin poder encontrarlo hasta que empieza a llover de nuevo.

Según Seymour Mentón, quien clasifica “La lluvia” como un cuento cosmopolita a pesar de que toda su acción ocurre en el campo, Uslar Pietri supera el regionalismo al emplear la sequía como un símbolo de la aridez de un matrimonio en vez de utilizarla como protesta social. Según Mentón:

La aparición misteriosa del niño alivia esa aridez a tal punto que cuando él [niño] desaparece, Jesuso y Usebia apenas se dan cuenta de que ha empezado a llover. Es decir, que un fenómeno de la naturaleza va cediendo su importancia a un valor humano, todo lo contrario de lo que ocurre en tantos cuentos criollistas (113).

Menton también destaca los elementos mágico-realistas del cuento, particularmente la naturaleza del niño. Según Menton, “aunque no hay nada extraordinario en el comportamiento del niño, su aparición y su desaparición repentinas junto con otros detalles hacen pensar en el espejismo” (113). Menton concluye su comentario con las siguientes palabras:

...Uslar Pietri logra crear un cuadro inolvidable de una sequía latinoamericana en que los personajes llegan a humanizarse a pesar de su sufrimiento. Su propósito queda claro. Por mucho que le embrutezca el ambiente, el hombre tiene que conservar su dignidad humana (114).

 

El valor simbólico de la lluvia

La lluvia ha sido sagrada en todas las culturas indígenas y pueblos agrícolas de todo el mundo. Juan Eduardo Cirlot, en el Diccionario de símbolos, discute el simbolismo de la lluvia con las siguientes palabras:

La lluvia tiene un primer y evidente sentido de fertilización, relacionado con la vida y con el simbolismo general de las aguas. Aparte, y por la misma conexión, presenta un significado de purificación, no sólo por el valor del agua como “sustancia universal”, agente mediador entre lo informal (gaseoso) y lo formal (sólido), admitido por todas las tradiciones, sino por el hecho de que el agua de la lluvia proviene del cielo. Por esa causa tiene parentesco con la luz. Esto explica que, en muchas mitologías, la lluvia sea considerada como símbolo del descenso de las “influencias espirituales” celestes sobre la tierra (295-296).

La explotación simbólica de la lluvia en Milagro de la Paz tiene antecedentes en las otras novelas de Manlio Argueta, particularmente en Cuzcatlán donde bate la mar del sur. El siguiente fragmento textual de ese texto presenta las propiedades espirituales y de purificación del agua:

Los pensamientos de Juana son como la lluvia, caen y caen hasta dejar el cielo azul, limpio; así que su memoria, como si hubiera pasado una tormenta barriendo llantos y suciedades. La tormenta de la tarde que siempre deja más luz de la que había antes de aparecer con sus ventarrones y rayos (175).

Vale la pena subrayar que también se encuentra en Cuzcatlán donde bate la mar del sur una discusión sobre la idea de usar la palabra lluvia como nombre en una discusión entre Juana y su hija Lucía:

—Me hubiera gustado llamarme Beatriz, como mi abuelo —le digo.

—Imposible, ya estás bautizada; además el nombre de Lucía es muy bonito.

—Casi es como llamarme lluvia —digo.

—Imagínate, qué lindo nombre.

—Sí porque la lluvia es sagrada para nosotros, como la tierra, como el maíz (142).

No sorprende el empleo del simbolismo de la lluvia en ambos textos porque, como anteriormente hemos mencionado, la lluvia desempeña un papel muy importante dentro de la visión del mundo de los pueblos latinoamericanos, especialmente en las zonas rurales donde la agricultura depende tanto de la lluvia. A pesar de que la lluvia puede representar algo negativo, en estos textos de Manlio Argueta y Arturo Uslar Pietri la lluvia representa la esperanza para ambas familias. Lo extraordinario es que el personaje niño que encarna la lluvia en cada texto es capaz de transformar la situación que viven ambas familias. En el caso de “La lluvia”, el niño, después de resucitar el amor apagado de la pareja, se transforma en lluvia para que la naturaleza refuerce el estado anímico de la pareja, porque con la lluvia va a haber un cambio positivo en su condición económica. De la misma manera, en la historia de Lluvia, la aparición de este personaje en la casa de Latina sirve para restablecer la unión familiar que se había roto con el asesinato de Magdalena. Retomando la definición de Juan Eduardo Cirlot, quien señala que la lluvia puede ser un símbolo “del descenso de las ‘influencias espirituales’ celestes sobre la tierra”, podemos señalar que la niña Lluvia, quien baja del volcán como la luz del cielo —símbolo de la conflagración social que ha vivido El Salvador—, anuncia la posibilidad de la paz social. Su presencia despierta el amor en el seno familiar, la base de la paz social, y anuncia el renacimiento de las relaciones sociales. También es importante notar que la apreciación hecha por Seymour Menton del cuento de Uslar Pietri fácilmente se puede aplicar a la historia de Lluvia en Milagro de la Paz. La restauración de la dignidad humana, producto de la presencia de Lluvia en la familia, demuestra la sorprendente capacidad de los seres humanos de superar las más grandes adversidades.

El mensaje de Manlio Argueta en Milagro de la Paz —que, aun en condiciones de violencia, muerte y miedo, la solidaridad y el amor pueden prosperar entre los seres humanos— se resume en la siguiente cita de la novela: “La cultura común es la tragedia” (92). En el año de su publicación, 1994, El Salvador, como la pequeña familia de Latina, estaba saliendo de años de guerras fratricidas que habían afectado la vida de todos sus ciudadanos. Milagro de la Paz, con la llegada de Lluvia, ofreció un rayo de esperanza para los salvadoreños ante la tragedia que habían vivido durante los últimos años. A pesar de las diferencias entre los dos textos que hemos examinado aquí, el simbolismo de la lluvia presente en ambos textos anuncia la posibilidad de la solidaridad humana y les da una misma dimensión universal.

 

Obras citadas

  • Argueta, Manlio. “Intervención de Manlio Argueta” publicada en Tragaluz 2.15 (diciembre de 1986): 23-26.
    —. El valle de las hamacas. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1970.
    —. Caperucita en la zona roja. La Habana: Casa de las Américas, 1977.
    —. Un día en la vida. [1980]. 5ª ed. San Salvador: UCA Editores, 1988.
    —. Cuzcatlán donde bate la mar del sur. Tegucigalpa: Editorial Guaymuras, 1986.
    —. Milagro de la Paz. San Salvador: Istmo Editores, 1994.
    —. El siglo de o(g)ro: bio-no-vela circular. San Salvador: Colección Ficciones, 1997.
  • Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. 13ª ed. Madrid: Ediciones Siruela, 2008.
  • Craft, Linda J. Novels of Testimony and Resistance from Central America. Gainesville: University Press of Florida, 1997.
  • Grey, S. Serena. “Rain” (traducción inédita de fragmentos de Milagro de la Paz).
  • Hood, Edward Waters. “Tragedia de la paz, Milagro de la Paz: del testimonio al intimismo en las novelas de Manlio Argueta”. Antípodas (http://www.antipodas.com.au) X (1998): 119-127.
    —, con Michael Miller, Luis Álvarez y Roy Boland. “Conversación con Manlio Argueta”. 18 Conejo, año 10, Nº 80 (febrero/marzo de 1997): 10-11.
  • Menton, Seymour. El cuento hispanoamericano. México: Fondo de Cultura Económica, 1964.
  • Phaf, Ineke, “Manlio Argueta”, entrada en Modern Latin American Authors, vol. 145 de The Dictionary of Literary Biography (1994): 50-56.
  • Uslar Pietri, Arturo. “La lluvia”, en la antología El cuento hispanoamericano, de Seymour Menton. México: Fondo de Cultura Económica, 1964.