Letras
Del poemario Desconcierto

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XXV

Si lo supiera,
Queda hoy un día.
De nuevo a conocer alcanzo
De la tu piel el destino exacto.
¿Dónde la lujuria queda,
Dónde la cordura estalla,
Dónde en mí el eco de la tu piel se instala?

Queda un día,
Jeautós timorúmenos el yo,
Y jecira pronta.
Motivos hay,
¿me convocas, a mí convocas,
De ti la voz estalla,
En ti la voz me estalla?
No existe la prudencia,
¡Al diablo la prudencia!
Es más la del eco fuerza,
En mí estalla el de ti eco, en mí estalla.
Lacera el eco,
Martiriza el eco,
Tortura el eco,
En mí, el eco,
De ti el eco.

¿Deberá cantar al eco,
Deberé seguir el su rastro
O sólo permitir que entre las manos se disuelva?

Mañana el eco, mañana...
¡tal vez cantará el eco, cantará!

 

XXVI

Entre la distancia que de la distancia su paso aleja,
Dejar correr el río, acto de prudencia,
¿de prudencia?
¿Carecemos de prudencia,
En mí no se agolpa la pru, la pru, la prudencia,
En mí no se agolpa, no se agolpa.
Lloro prudencia a mares, a mares lloro la prudencia,
En mí la prudencia estalla,
En mí la prudencia estalla,
Estalla, estalla, estalla.

Los días pasan,
El llanto no mengua.
Hay latidos en la sopa,
En la carne y la prudencia,
Habitan los latidos.
¡Despójame del temible ruido,
Despójame de la vista,
Despójame de los sentidos todos!

Lo prudente de sentido, de sentido,
Lo prudente de sentido,
Carece de sentido, de sentido,
La prudencia de sentido, la prudencia.
Hábil maquinaria, la prudencia,
De tortura, la prudencia, la prudencia.
Carezco de prudencia.

Dos los días,
Desde el de Hermes el respiro, el respiro, de Hermes el respiro
Hasta el del acto propiciatorio,
Afrodita, del amor, del amor la diosa.
Dos abismos: la prudencia.

Carezco de prudencia,
Dos los días, Hermes, Afrodita,
Eros y Cupido,
De prudencia, de prudencia, carezco de prudencia.

 

XXVII

Se dibujan, sobre la mesa se dibujan,
Los duendes de pasión dibujan, sobre la mesa se dibujan.
Ocho, diez o mil,
Los duendes se dibujan.
Rompe el aire su intangencia:
“Quiero abrir en ti la magia”,
Rompe del aire la intangencia:
“Buscar en ti la magia”,
Se rompe del aire la intangencia:
“Poseer en ti la magia”,
¡Oh, caída la intangencia!:
“Quiero atrapar en mi instante la ternura”,
Suelen los duendes dibujar:
“La ternura, la ternura atrapar, la ternura”,
Sobre la tarde y su tibieza dibujar:
“De ti la magia, la de la ternura magia”,
Entre sombras que el sol refleja:
“de ti la magia.”

No existe la muerte sin su materia,
La que se muere es la materia,
La que existe es la materia,
La que muere es materia.

Dibujan sobre la mesa, sobre la mesa,
Sobre la mesa los duendes lo dibujan, lo dibujan,
Se restablecen del astro las negras manchas.
Y sopla el duro viento de su estela.
¿A construir el eco la voluntad alcanza?

Voluntad, la voluntad,
En el desierto, voluntad,
Entre las olas, voluntad,
Sed amarga que invade el pecho,
Aleja de mí tu voluntad...

Desenvainar la voluntad contra la voluntad funciona.
¡Que funcione!